La "chusma" no ha llegado a España con los perroflautas que ganaron poder el 24 de mayo, sino que llegó mucho antes, cuando una falsa democracia infectada de dictadores encubiertos y politicastros sin altura ni grandeza fue presentada ante el pueblo español como una democracia auténtica, cuando los sangrientos atentados de Atocha fueron utilizados para cambiar el voto o cuando los políticos, sin pudor ni vergüenza, se hicieron impunes y compraron a jueces y periodistas para engañar y gobernar sin obstáculos, llegando a extremos tan desvergonzados como el de nombrar jueces y magistrados a dedo o comprar votos catalanes a cambio de impunidades, patentes de corso y dinero público.
Sobre la calidad como gobernantes de los nuevos políticos habrá que esperar y ver como gobiernan. Cualquier juicio previo es demolición y trabajo de la trituradora.
Sin embargo, hay algo que sí resulta verdaderamente inquietante y peligroso en los nuevos políticos: su escasa o nula capacidad para la tolerancia y la autocrítica, un rasgo que les acerca mas al totalitarismo que a la democracia. Si piensas distinto a muchos de ellos, te tachan de fascista, te insultan, te borran de sus vidas y te arrojan a la cuneta como enemigo inservible. Tienen tanto sentido de la tolerancia y del debate libre como un tanque chino aplastando estudiantes en Tien An Men.
En su primer párrafo, el artículo de ayer decía: "El cambio en la política española es evidente después del 24 de mayo. Hay novedades positivas como la agonía del bipartidismo, el fin de las mayorías absolutas, la llegada de medidas regeneradoras y el saludable miedo de los políticos a la venganza de los ciudadanos en las urnas, pero también hay síntomas inquietantes de decadencia y degradación, como la llegada al poder, aupados por las urnas, de gente de bajo nivel, incluso del acceso al poder de cierta "chusma" que no merece representar ni gobernar". El artículo se entiende mejor y queda mas equilibrado y objetivo cuando queda claro que la peor chusma ya estaba antes en el poder.
La gente se sorprende ante la baja calidad de la democracia española, pero todo lo que está ocurriendo es lógico si se tiene en cuenta que los ciudadanos españoles no han sido capaces de imponer la democracia a unos políticos que lo que querían era una dictadura camuflada.
¿No nos damos cuenta que el nivel de nuestros dirigentes no para de descender? En España se le exigen valores, conocimientos, experiencia y decencia a los que aspiran a ocupar puestos de trabajo en la sociedad, pero ¿que se le exige a los políticos? Absolutamente nada. Les basta con ser amigos del "jefe", tener un carné de partido y haber destacado en sumisión. En la práctica, a un político, que tendrá poder de decisión sobre la vida de miles de ciudadanos, se le exige menos que a un barrendero o una secretaria. La política se está convirtiendo en un espectáculo bochornoso donde compiten en el ridículo la corrupción, la incultura, la falta de valores y la ineptitud. El sistema, sin exigencias ni controles, tiende a encumbrar a gente sin grandeza ni méritos y a impregnarse de corrupción, abuso y mal gobierno.
Seguir dejando la política en manos de los políticos, sean del color que sean, viejos o nuevos, con corbata o con greñas, es un suicidio porque los políticos necesitan ser vigilados, controlados y renovados. La vieja frase de que "los pañales de los niños y los políticos deben ser cambiados con frecuencia, ambos por la misma razón" es cada día mas veraz y sabia.
La política es demasiado importante para dejarla en manos de los políticos y si esos políticos son españoles, antidemócratas, mediocres y encuadrados en partidos que funcionan como asociaciones inclinadas al delito, permitirles gobernar es demencial y suicida.
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