Mientras dos ex presidentes de gobiernos autonómicos (Camps y Matas) comparecen ante los jueces, acusados de corrupción, y Urdangarín, el yerno del rey, se prepara para responder ante la justicia de sus corrupciones y abusos, la sociedad española se conmueve ante una lluvia insoportable de noticias que provocan nauseas, como la utilización del dinero público destinado a combatir el paro para comprar cocaína y pagar juergas en la corrupta Andalucía socialista. Los españoles tienen la sensación de que los delincuentes han ocupado sus instituciones y sienten que es cierta aquella terrible frase pronunciada en la película "El Padrino III": "Política y crimen son la misma cosa".
¿Que está pasando en España para que un periodista conservador y prudente, monárquico y miembro de la Real Academia de la Lengua,, como Luis María Ansón, se atreva a hablar en su columna "Canela Fina" de ayer de "situación pre revolucionaria" al comentar el profundo rechazo y la frustración causados en España por la estafa del nuevo presidente, Mariano Rajoy, que prometió no subir los impuestos en su discurso de investidura y los subió pocos días después, desangrando a los españoles con la política fiscal más dura y confiscatoria de toda Europa?.
Un hijo de Manuel Chaves, actual presidente del PSOE y ex presidente de la Junta de Andalucía, es acusado como cabeza de una trama de blanqueo de dinero y enriquecimiento ilegal, actuando como conseguidor de contratos con la Junta de Andalucía, mientras que un sobrino del mismo Chaves ingresa en prisión y un ex ministro de fomento, Pepiño Blanco, se prepara para sentarse ante el juez por cobro de comisiones y corrupción en gran escala.
Más de mil políticos españoles, pertenecientes en su mayoría a los dos grandes partidos del país (PSOE y PP) están siendo investigados por la Fiscalía anti corrupción por actos delictivos, lo que convierte a los dos grande partidos en presuntas "asociaciones de malhechores". Otros muchos miles de políticos esperan su turno para ser investigados por enriquecimiento veloz e injustificado, lo que convierte a España en el país de Occidente con su clase política más corrompida y envuelta en escándalos políticos y delitos.
En la España arruinada actual, que lucha por evitar ser intervenida, se ha despilfarrado hasta la locura, se han construido aeropuetos que ni siquiera funcionan, trenes de alta velocidad que transportan a unos pocos pasajeros y centenares de obras tan faraónicas como inútiles, dentro de un festival de políticos enloquecidos, nutrido de ególatras, chorizos, megalómanos y mafiosos.
El anterior presidente del gobierno, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, fue expulsado del poder por los ciudadanos, que lo rechazaron por sus abusos y torpezas, por su fácil convivencia con la corrupción y por haber llevado a España hasta el precipicio de la ruina, el desempleo y el fracaso económico, pero el nuevo presidente, Mariano Rajoy, representante de la derecha, ha tardado apenas una semana en frustrar masivamente a los españoles que le votaron al aprobar una drástica subida de impuestos después de haber prometido en la campaña electoral que los bajaría, todo un fraude a un electorado que cada día mira con más terror y odio a su clase dirigente.
Mientras que el PP, ganador de las elecciones, argumenta, mientiendo, que ha subido los impuestos porque no tenía otra opción, cuando tenía muchas opciones de suprimir gastos públicos superfluos, que no ha tocado, y ni siquiera ha suprimido las subvenciones a los partidos políticos y sindicatos, odiadas y rechazadas con rara unanimidad por los ciudadanos, en el PSOE, partido que es el principal culpable de los actuales desastres de España por sus despilfarros, abusos de poder, culto a la corrupción y errores, sus dirigentes se pelean por el poder vergonzosamente, sin ni siquiera haber pedido perdón a los españoles por haberles mentido, haber casi destruido la nación y haber empobrecido, endeudado y arruinado a la sociedad, destruyendo también su esperanza y su futuro.
España parece una pelicula de terror extremo donde los políticos hacen el papel de hombres lobos y chupasangres, mientras el pueblo pone las víctimas para el sacrificio y la masacre.
En este país, enfermo hasta la médula de corrupción, arrogancia y antidemocracia, se han cometido casi todos los "pecados" contra la nobleza y limpieza del sistema político democrático, alcanzando niveles de vileza y deterioro superiores a los que alcanzó aquella Italia de los años 80 del pasado siglo, que tuvo que dinamitar a sus partidos corruptos, desde la Democracia Cristiana y el Partido Socialista, hasta el histórico y poderoso Partido Comunista Italiano, todos ellos, como los actuales de España, minados por una corrupción irreversible e insoportable desde la óptica de la dignidad humana y la decencia política.
No hay un sólo "drama" que los políticos no hayan protagonizado en esta España podrida: subvenciones para los amigos del poder, negación del dinero público a los adversarios, utilización de la Fiscalía como arma contra el enemigo, contratos públicos amañados, violación constante de la Ley de Contratos del Estado, amigos y familiares dedicados a la rapiña o colocados en puestos públicos, cajas de ahorro desvalijadas por políticos sin escrúpulos, delincuentes polkíticos que vivían del urbanismo salvaje, cobro de comisiones ilegales, extorsión, cohecho, oposiciones tramposas y un largo etcétera de tropelías y delitos, suficientes para prohibir la vida pública de los actuales grandes partidos políticos, si en España existiera una Justicia decente e independiente.
Revista Opinión
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