Nadie sabe cuántos miles de millones de euros repartió Zapatero por el mundo durante sus casi ocho años de gobierno, pero un dato señala la ostentación suicida de quien mendiga ahora fondos europeos: España es el segundo donante mundial de créditos para microfinanzas en las naciones pobres.
Zapatero se presentaba como el rey Midas, más rico que los verdaderos ricos, además de más poblados, como Alemania o Francia, y ahora tiene que pedirles créditos a altísimo interés a través del Banco Central Europeo, e incluso también a China, paupérrimo país comunista todavía, aunque repleto de divisas.
Con la inocencia de quien no es responsable del desastre la reina Sofía resaltaba hace unos días en la Quinta Cumbre Global del Microcrédito, en Valladolid, que España era su segunda donante mundial, tras haberle aportado a esta organización 713 millones de euros.
No hacía referencia a que España está en el número 47 en la lista de los 226 países que elabora Index Mundi por Producto Interior Bruto (PIB) per cápita.
Por encima de España están numerosos países ricos que no dan un céntimo ni a sus propios habitantes, que viven en la miseria, como Guinea Ecuatorial, puesto 28, y 19 por delante.
Esta misma generosidad que no correspondía con la riqueza nacional la aplicó Zapatero a numerosas iniciativas que pretendían colocarlo como líder de la bondad mundial, como le jaleaban sus corifeos.
Es el caso de su Alianza de las Civilizaciones, para la que le entregó a la ONU 500 millones de euros esperando que tan pintoresca, inocente y fracasada iniciativa le diera el Nobel de la Paz.
Entre ambos gastos dilapidó, prácticamente, la regularización de las pensiones, lo que indica que los pensionistas españoles también fueron banqueros y pacificadores mundiales.
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SALAS