El gobierno socialista de Zapatero, adicto a las prohibiciones y a cambios y sorpresas que impidan que los españoles piensen en lo mal gobernados que están y en la ruina económica que les aflige, limita la velocidad en las autopistas y autovías a 110 kilómetros por hora. La excusa es que con esa velocidad se ahorra el 15 por ciento del combustible, pero ese cálculo no es real porque el consumo depende del tipo de conducción que se realice.
Lo que oculta el gobierno es que ninguno de los socios europeos de España ha adoptado una medida similar, que España es ya el país más "lento" de Europa, también en velocidad vial, y, sobre todo, que con esa medida el gobierno recaudará un 30 por ciento más en multas y sanciones. También oculta que más de la mitad del precio de la gasolina y del gasoil que pagan los ciudadanos son impuestos que recauda el Estado insaciable. Tampoco se ha informado sobre lo que costará cambiar todas las señales en las carreteras españolas, ni reconoce que los coches oficiales en España sobrepasan, con frecuencia y casi siempre con impunidad, los límites de velocidad establecidos para el ciudadano, hasta el punto de que su velocidad media es de más de 130 kilómetros hora. Muchos altos cargos del actual gobierno y de otros anteriores han sido sorprendidos por la guardia civil circulando a más de 160 kilómetros por hora.
La oposición considera esa limitación de velocidad como "soviética", mientras que los ciudadanos la rechazan masivamente y empiezan a movilizarse para protestar ante el nuevo abuso del poder.
La nueva prohibición, que se agrega a las de fumar y a otras muchas que limitan la libertades individuales, será efectiva a partir del 7 de marzo.