Dentro de 15 meses España echará a Zapatero del poder y se librará así de una de las peores pesadillas de su historia como nación. Con Zapatero saldrá del poder también el PSOE, un partido que ya es experto en arruinar a los españoles. La salida de Zapatero del poder, con independencia de quien sea el que le suceda, es ya parte de la solución del drama, una esperanza y una ilusión para la inmensa mayoría de los españoles.
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La situación de España es tan mala y el hundimiento del país es tan vertiginoso que un cambio de gobierno es ya cuestión de vida o muerte. Zapatero no preside un gobierno sino un equipo de demolición. España se encuentra en uno de esos momentos dramáticos en los que la alternancia en el poder, por sí misma, es saludable y terapéutica. Con sólo librarse del gobierno que ahora soporta, España ganará energía, alegría, esperanza, ilusión y futuro.
A pesar de que es rechazado por más del 80 por ciento de los ciudadanos y de que ha perdido casi todo su credibilidad y prestigio, Zapatero, el más inepto y dañino de los gobernantes españoles en los dos últimos siglos, se niega a dimitir y nos obliga a esperar 15 meses más, hasta las elecciones generales de la primavera de 2011, para echarlo del poder. El "caso Zapatero" será estudiado en la historia de la ignominia política mundial como el de un pueblo iluso, que creía vivir en una democracia, pero que fue obligado a soportar a un líder dañino, sin quererlo, porque la Constitución española en lugar de consagrar un sistema de libertades democráticas generó una sucia dictadura de partidos.
La etapa de Zapatero en el poder, una de las peores pesadillas de la España moderna, constituye la prueba y la constatación del fracaso de un sistema político, que obliga al pueblo soberano a soportar, en contra de su voluntad política, a un incapaz que ha conducido a su pueblo hasta el desempleo masivo, la pobreza, el fracaso, la división y la tristeza.
Algunos ciudadanos "contaminan" el debate sobre la perentoria sustitución de Zapatero argumentando que la oposición, también con carencias democráticas y más cercana a la partitocracia que a la democracia, no merece tomar el relevo. Sin embargo, aunque sea cierto que la oposición no ha hecho méritos para ganarse la voluntad del pueblo, cuando uno tiene una serpiente apretándole el cuello, lo primero que debe hacer es liberarse del anillo opresor, sin pensar que después de podría llegar una serpiente todavía mayor. El "zapaterismo" es tan demencial y nocivo que el primer deber de un demócrata es sacudírselo, antes y por encima de cualquier otra consideración.
La experiencia del "zapaterismo", con la instauración de la mentira como método de gobierno, el avance de la corrupción y la destrucción del Estado de Derecho y del Estado de Bienestar, es la más clara demostración de que la democracia española necesita una refundación que neutralice el poder absoluto de los partidos políticos y la dictadura de los ineptos y mediocres, apalancados en las élites de unos partidos políticos que ha dejado de representar la voluntad popular y el bien común para abrazar, de manera obscena, las ventajas y privilegios del poder.
Durante sus seis interminables años de gobierno, España ha pasado de ser la octavo potencia económica mundial y un país envidiado por su prosperidad a una nación endeudada, económicamente enferma, con un futuro oscuro y con sus calles llenas de desempleados y pobres. Pero la "obra" de Zapatero ha ido todavía más lejos porque se ha cargado también el prestigio internacional de España, gran parte de la cohesión nacional que existía, muchos de los valores de la sociedad, gran parte de los logros y conquistas sociales alcanzados en los últimos años y hasta el prestigio de la democracia como sistema.
Bajo su mandato, la corrupción ha penetrado hasta en las entrañas de la nación, sobre todo en el sector público, que ha perdido prestigio y respeto. En su etapa, la "casta" política se ha convertido en el tercer mayor problema de la nación y empieza a ser más odiada que rechazada por unos ciudadanos decepcionados y cabreados porque, siendo los soberanos del sistema, ni siquiera pueden quitarse de encima a un gobierno inútil, mientras que él mismo Zapatero, demostrando una caradura desconocida en la esfera democrática mundial, se mantiene en el poder y se niega a dimitir a pesar de que es rechazado por más del 80 por ciento de los ciudadanos.
Cuando se acerca ya el día soñado de su derrota en las urnas, crece a diario el número de españoles que creemos que no basta con arrojar a Zapatero del poder sino que hay que tomar medidas para que quien cause daños a la patria los pague y para que nunca mas en el futuro otro gobernante dañino pueda arrastrar a los españoles, contra su voluntad, hasta el abismo y la derrota.
La "refundación" de la democracia española es tan urgente casi como la expulsión de Zapatero y de su equipo de demolición de España.