Publicado el 11 abril, 2013 | por Alejandro Sola
0España, país sin ideología
Es extraño hablar de España, un país con unas grandes polaridades ideológicas, como carente de ideología alguna. Eso es porque la ideología no se reduce a la opinión de la sociedad o de individuos aislados, sino que engloba a la política en general, esa “casta” tan devaluada últimamente.
Tal casta ha convertido el sistema político español en un caos en el que el votante se encuentra perdido. ¿A quién votar? Los programas electorales solo son listas de buenas intenciones, pero no hay nada que garantice que estas se van a cumplir. A su vez, si se observan los actos de cada partido, se puede comprobar que no hay un ideario, una intención o un objetivo real que mueva las políticas que se toman, si no una entropía de medidas encaminadas a nadie sabe qué.
¿Los medios justifican los fines?
Normalmente, cuando se decide si un partido es de derechas o de izquierdas no se hace teniendo en cuenta cuáles son las bases de dichos movimientos, sino que nos basamos en lo que hacen. El Partido Popular ha abaratado el despido, por lo tanto, es de derecha, pero, ¿alguien piensa en el impacto que esa medida va a tener en el mercado laboral? Probablemente ni siquiera el propio Gobierno lo haya pensado.
La dualidad derecha-izquierda se ha establecido como paralela a la dualidad empresario-trabajador. El liberalismo o el socialismo se han olvidado, dejando paso a políticas más concretas, pero sin un objetivo claro.
¿Qué objetivo persigue el Gobierno abaratando el despido? No parece que haya una intencionalidad liberal en esa medida ya que, si la hubiera, la reforma laboral no sería la que es. Esta reforma mezcla el aumento de los incentivos a la contratación con el abaratamiento del despido y la libertad de acción por parte del empresario. Vemos una mezcla de medidas, unas liberales, otras intervencionistas, y con un objetivo diluido. El máximo beneficiario de esta reforma no es el mercado laboral, sino el empresario. Una vez más, medidas sin una ideología u objetivo claro, pero con un beneficiario dentro de la dualidad.
El cliente siempre tiene la razón
Otro ejemplo que ilustra la falta de ideología del gobierno es la política sanitaria. Mucho se ha hablado ya de la privatización de hospitales en la Comunidad de Madrid. Supongo que este artículo va a ser la nota discordante en esta cuestión, ya que no se va a hablar de privatización, sino de algo mucho peor.
Privatizar sería congruente con la ideología liberal que ellos, supuestamente, defienden. Si un hospital pasa a ser 100% privado (es decir, que sus clientes acceden a él a través de un seguro privado), mientras que el resto de pacientes son redirigidos a otro distrito sanitario, esto no tiene por qué ser negativo, sobre todo teniendo en cuenta la situación de exceso de hospitales de la Comunidad de Madrid dada la gestión de Esperanza Aguirre.
El problema precisamente es que no es una privatización total, sino una copia del Modelo Alzira, en el cual, el Estado paga a una empresa para que gestione un hospital. En pocas palabras, no privatizan, si no que convierten la sanidad pública en el cajero automático de ciertas empresas privadas.
La situación es más grave aún cuando se atiende a los exconsejeros de Sanidad de Madrid y se ven casos como el de Güemes o el reciente caso de Lamela y la famosa “puerta giratoria“. No es solo un cajero automático para la empresas, si no un “yacimiento de empleo” para políticos retirados.
Ya se puede hablar del fondo de la cuestión, y ahora le toca el turno al omnipresente Caso Bárcenas. Si se confirma la veracidad de los papeles publicados por El País y se confirma que ciertas grandes empresas han estado financiando ilegalmente al PP, la ecuación se despeja ella sola. Medidas políticas sin un claro objetivo ideológico, que benefician solo a grandes empresas y no a la estructura política y económica de país, junto a una posible financiación ilegal por parte de esas grandes empresas nos lleva a pensar en un Gobierno que no gobierna por ideología, ni siquiera en un Gobierno que gobierna para sus votantes, sino en un Gobierno que gobierna para sus clientes.
Un cero a la izquierda
El cero a la izquierda podría hacer referencia a la escasa repercusión que esta tiene en la política actual, pero en este caso es la nota que se merece el comportamiento de los políticos izquierdistas. Esta crítica a la derecha se puede aplicar en mayor o menor medida a la izquierda de forma muy similar.
Ya no es sólo Bárcenas y el Gürtel, también está el caso de los EREs, que salpica al gobierno autonómico de Andalucía. Como se puede ver, el clientelismo y el meter mano a las arcas públicas no es una cuestión ideológica como las que se defienden en este artículo, sino que es algo generalizado en la política española.
¿Qué cuestiones ideológicas “de izquierda” se han olvidado? Bueno, prácticamente todas. La izquierda de este país (hablando por “izquierda”, como el representante con algo de poder, es decir, el PSOE y hablando siempre de la legislatura de Zapatero) está cargada de buenas intenciones, pero con una ejecución pésima.
Igual que el Partido Popular ha dilapidado la libre competencia con su clientelismo, el Partido Socialista se ha encargado de que una de sus bases (la redistribución de los recursos) se haya convertido en populismo y derroche.
¿Cuándo será el fin lo que justifique los medios?
Esta pregunta se puede extender a: ¿Cuándo las medidas se enfocarán a la prosperidad del país y no al saqueo del mismo?
Es mejor no entrar en cuál de las ideologías es mejor, no se trata de eso, si no de la dirección que lleva el país. No se sabe si nos acercamos a la libre competencia, a la flexibilidad laboral o al autoempleo. Es lo que nos vende el Gobierno, pero cualquiera que analice las medidas que se toman, podrá ver que no vamos en esa dirección, sino que actualmente esa dirección es desconocida.