España avanza hacia la repetición de las elecciones ofreciendo a Europa y el mundo un nuevo espectáculo de ineficiencia, surrealismo y pobreza democrática, que pone de manifiesto la escasa calidad de su democracia, la incompetencia de las clases dirigentes y la cobardía vergonzosa de unos ciudadanos que son incapaces de exigir nada a sus políticos. ---
Todo es surrealismo, injusticia y engaño en esta España de opereta, donde los ladrones y traidores cobran del Estado y aparecen en los telediarios con tratamiento de héroes, en el que la "democracia" es "oligocracia", al ciudadano se le considera "soberano" del sistema, pero se le trata como "esclavo", la derecha sube los impuestos mas que la izquierda, los partidos políticos se perdonan los delitos y se tapan mutuamente sus vergüenzas, todos incumplen sus promesas electorales y en la que ni una sola regla básica de la democracia es respetada.
España es una gran estafa ineficiente que se encamina hacia el caos y que es probable que repita las elecciones ante el estupor de Europa, con políticos que no saben dialogar y pactar para formar gobierno, en el que la incompetencia de la clase política nunca se castiga. Los poderes básicos del Estado están bajo control político, la Justicia, desigual y al servicio de los poderosos, elecciones manipuladas por listas cerradas y bloqueadas, en las que quien elige es la élite de los partidos, no el ciudadano, prensa sometida y bajo control, sociedad civil en estado de coma, partidos y gobiernos sin controles ni contrapesos, gobiernos que mienten sin tener que pagar por ello, políticos que roban sin ir a la cárcel, donde se pagan más impuestos a cambio de menos servicios públicos, un país donde el que peor paga es el Estado, convertido en maquinaria morosa que arruina y cierra empresas... y un largo etcétera que convierte a la nación más antigua de Europa en una verdadera y despreciable piltrafa, campeona continental en drogas, alcoholismo, prostitución, blanqueo de dinero, fracaso escolar, desempleo, avance de la pobreza y mil desastres y canalladas mas, todas ellas fraguadas por una clase política deplorable, sin prestigio y fracasada, pero atrincherada como ninguna otra en el poder y en los privilegios, ejerciendo sobre el frustrado ciudadano un ineficaz gobierno y un dominio que es indecente y obsceno.
Aquellas políticas que diferenciaban a un partido conservador de uno progresista o a las derechas de las izquierdas han pasado a mejor vida. ¿Que más da que la izquierda proclame su fe en las políticas sociales si después, con su actuación, deja un rastro lamentable de parados y pobres? La derecha habla de patriotismo y de políticas liberales y sostiene que el dinero donde está mejor es en el bolsillo del contribuyente, pero, inmediatamente, pacta con los secesionistas catalanes o vascos para mantener el poder, ofreciéndoles lo que sus principios niegan, o meten la mano en el bolsillo de los ciudadanos, sin misericordia, para esquilmarlos con subidas de impuestos que ni los socialistas se hubieran atrevido a decretar.
España es el paraíso mundial del surrealismo, el engaño y la mentira política, donde nadie encunetra la esperanza perdida y en el que nacen partidos nuevos, como Podemos, que en lugar de representar regeneración y savia nueva son portadores de extremismos, amenazas y desolación para millones de ciudadanos.
La España del presente es el fiel reflejo de la respuesta absurda que un día dió Rajoy al entonces presidente de Francia Sarkozy, a una pregunta sobre si subiría o no los impuestos: “Creo que es perfectamente conciliable ir reduciendo el déficit público con no hacer ninguna subida de impuestos más en los próximos meses; ahora, de la misma manera que le digo eso, también tengo que decirle que en la vida nada es para siempre”.
No , pero sí; si, pero no. La pitonisa responde al guerrero para no equivocarse, con miedo a comprometerse frente a un pueblo al que, en el fondo, se le desprecia por cobarde.
Los partidos mienten porque, aunque proclamen ideas y principios ante las cámaras y micrófonos, en realidad carecen de otra ideología que no sea el poder y los privilegios. Se han convertido en partidos omnívoros y "atrapatolodo", en maquinarias polivalentes y flexibles, entrenadas para mandar y vivir a cuerpo de rey del erario público. En lo esencial, no son diferentes porque otros están equiparados por el alejamiento del pueblo, el fervor por la falsa democracia y su eficacia a la hora de arruinar a los ciudadanos, convivir con la corrupción y mentir desde el poder.
Mueren Carrillo y Fraga, dos personajes manchados por el totalitarismo, y hasta sus enemigos lo ensalzan y proclaman como ejemplos a seguir, como figuras a imitar. De uno dicen que fue un ejemplo de servicio público permanente, cuando lo que realmente fue es un político eterno, incapaz de retirarse, símbolo permanente de que la política, en España, es una profesión y de que se puede vivir siempre del erario público, sin bajarse jamás del coche oficial, en cualquier trinchera, en cualquier partido, con cualquier ideología, incluso transitando como tránsfuga ejemplar, desde el franquismo hasta la falsa "democracia" española. De Carrillo destacan que se sacrificó y controló a los comunistas en la Transición en aras de la paz, cuando su objetivo no fue otro que participar en el festín y el expolio de España, organizado por la falsa democracia.
Durante más de tres décadas, el país ha tenido un Jefe del Estado nada ejemplar, al que muchos, dentro y fuera de España, consideraban el mayor comisionista de Europa.
Las verdades claman al cielo y, asfixiadas por la propaganda y la presión censora del poder dominante, pugnan por salir a la luz. España necesita un cambio con abrumadora urgencia, pero no un cambio trucado de quitar a un partido para poner a otro parecido, sino un cambio real que transforme la mentira en verdad, la oligocracia en democracia, el delito en vergüenza y donde los canallas y ladrones devuelvan lo robado e ingresen en prisión.