Un portavoz popular, Esteban González Pons, afirmó que su partido aspira a crear 3,5 millones de puestos de trabajo si gana las elecciones.
Promesa menos viable que la del líder comunista de Izquierda Unida, Cayo Lara, cuyo programa garantiza el mismo número de empleos entre 2012 y 2015.
El éxito de Pons es dudoso. El de Lara es factible si se le dan 40.000 millones de euros de deuda pública para crear trabajos verdes y empleos ecológicos reduciendo la jornada laboral de 40 a 35 horas semanales.
El milagro, pues, crearía trabajo para todos. Caya Lara apela al economista británico John Maynard Keynes, que decía que la inversión estatal es como la mecha de un cohete que crea demanda agregada y lanza la economía.
El keynesianismo apareció hace 75 años, y tuvo cierto éxito porque entonces no había libertad comercial internacional, los países estaban encerrados en sí mismos, y la deuda que se generaba era básicamente interna.
Hoy todo está internacionalizado y la deuda española es propiedad, por ejemplo, de un fondo de pensiones de jubilados japoneses. Esos señores son los temibles mercados.
Como ningún anciano japonés le prestará un céntimo a Lara, el líder comunista tendrá que consultar con sus verdaderos padres, Lenin, Mao o Fidel, los mayores creadores de empleo de la historia de la humanidad.
Estos próceres descubrieron que cuando hay diez desempleados siempre habrá en cualquier parte un tornillo que apretar.
Se responsabiliza a los diez de ese tornillo. Con 500.000 tornillos se acaba con los cinco millones de parados españoles, aunque luego no haya más que hambre y miseria: socialismo real.
Otro problema español es que hay 1.350 millones de chinos y 1.240 millones de indios cuya demanda agregada se ha quedado con todos los tornillos.
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