Revista Opinión

España, un país gobernado por sospechosos e implicados

Publicado el 06 marzo 2015 por Franky
La sospecha de que es un corrupto envuelve ahora a Ignacio González, presidente de la comunidad de Madrid, mientras que las investigaciones judiciales comprueban que la estafa de los cursos de formación pagados por la Junta de Andalucía es, con toda probabilidad, mas grave que la de los falsos EREs. Cada día un escándalo y España se convierte en un vertedero donde la clase política está bajo sospecha. --- España, un país gobernado por sospechosos e implicados En España hay mas de 2.000 causas abiertas en los tribunales contra políticos que ocupan puestos destacados en los distintos gobiernos y cada día se agregan uno o dos mas. El poder político nunca antes estuvo tan en las manos de la Justicia. Esa es la causa última y la clave de que en España haya mas aforados que en el resto de Europa, mas de 17.000 con derecho a sur juzgados por el Supremo o por los tribunales superiores, que son los mas politizados y controlados por la casta política. De esa manera, los políticos obtienen una impunidad que no está escrita pero que funciona y permite que el país sea gobernado por rufianes y sospechosos de todo tipo de delitos.

El rey Juan Carlos, al abdicar, exigió ser aforado con urgencia porque temía ser acusado en los tribunales ordinarios, donde cualquier juez decente puede acabar con la impunidad de un preboste del sistema, que se crea inmune e impune. El mismo Partido Popular no mueve un músculo a pesar de que las pruebas que demuestran que la plana mayor del partido cobró sobres en dinero negro son cada día mas contundentes e incontestables. Se creen con derecho a la impunidad y eso convierte a España en uno de los peores estercoleros de Occidente.

La lista de sospechosos en las altas esferas del poder español es inmensa y escalofriante. Comienza por el recién abdicado rey y por el presidente del gobierno, detrás de los cuales hay ministros, diputados, senadores, presidentes autonómicos, consejeros, magistrados, alcaldes y centenares de fulanos con responsabilidades y poderes públicos. No existe en toda Europa nada similar y para encontrar algo parecido habría que entrar en las sucias entrañas de algunos estados africanos casi fallidos.

La democracia española, con su larga y tenebrosa lista de rufianes y sospechosos de todo tipo de delitos gestionando el poder, es un basurero de proporciones gigantescas, ante el cual la Unión Europea, la OTAN, la ONU, el FMI y otros organismos y foros internacionales se sienten incómodos y prefieren desviar la mirada, temerosos de que al destapar las alfombras españolas aparezcan las miserias del poder mundial y los defectos intrínsecos de un sistema democrático que, en manos de los poderosos, se ha pervertido y envilecido mucho mas de lo que conviene reconocer ante el engañado y sufrido pueblo soberano.

Pero el drama de España, un país podrido hasta la médula, no termina en su fabulosa corrupción, sino que se agranda e incursiona en otros vertederos nauseabundos. La Justicia está politizada y controlada por los grandes partidos, que se atreven a designar a los principales jueces y magistrados del país; la democracia ha sido degradada y envilecida desde el poder, hasta el punto de que hoy no se respetan ni una sola de sus normas y leyes básicas; mas de la mitad de los jóvenes carecen de trabajo y cientos de miles se desangran en la emigración, mendigando trabajo en todos los países prósperos del planeta; cada día hay mas familias enteras sin protección o ayudas oficiales; la policía es mimada por el poder político y está siendo armada hasta los dientes porque los sátrapas temen la revuelta popular; las calderas de la mentira y del engaño funcionan a pleno pulmón, con miles de periodistas, jueces y pensadores comprados o sometidos; hay miles de empresarios corrompidos, acostumbrados a vivir de contratos públicos, que se han hecho expertos en comisiones, cohechos y todo tipo de trampas; el clientelismo se mezcla con el nepotismo y el amiguismo para fabricar una baba espesa y maloliente que impregna todo lo público, devaluando la vida oficial y restando dignidad y legitimidad al poder.

Varias regiones españolas quieren independizarse. Oficialmente lo hacen porque afirman que serían mas prósperas sin depender del gobierno central, pero también cuenta que son pocos los que se sienten atraídos por una nación ajena a la democracia y a la decencia, plagada de escoria e injusticia.

Los clanes y las familias, como el catalán de los Pujol, se organizan para saquear y los grandes partidos políticos, que deberían constituir una esperanza en estos tiempos duros, son organizaciones con méritos suficientes para ser precintadas e ilegalizadas por la Justicia, si existiera una verdadera Justicia en España.

Hay mil razones para ser pesimistas y muy pocas para el optimismo. El nuevo rey no puede cambiar algo que ya está tan podrido que solo se curaría con cirugía de extrema agresividad. España necesita mas una revolución ética que un rescate económico. La única forma de salvar el país es mandando al exilio o a la cárcel a esos miles de depredadores que lo han despedazado y que siguen practicando, creyéndose intocables, la estafa, el engaño, el expolio, el saqueo y todos los vicios imaginables, ninguno compatible con la verdadera democracia y la decencia humana.

Muchos españoles, ante el panorama que contemplan, donde la montaña de excrementos no para de crecer, amenazando un corrimiento que nos inundará a todos, opinan que España es un país sin salvación y que no tardará mucho en desaparecer, engullido por el separatismo, arrasado por una inmigración sin deseos de integrarse, esquilmado por los que mandan, asfixiado por el peso y el enorme coste de un Estado enfermo de obesidad mórbida y con sus ciudadanos huérfanos, desprotegidos y esquilmados..



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