Sabiamos que España estaba plagada de chorizos, sobre todo en los ámbitos de la política, pero este verano hemos descubierto que el país también esta lleno de saboteadores inmorales, gente que ha prendido fuego a los bosques y acelerado el proceso de ruina que nos está conduciendo hacia el abismo.
Los chorizos son los padres de los saboteadores. La falta de ética, reinante en la política y el poder del Estado, ha deslumbrado al país y creado escuela. Como consecuencia, han proliferado los ladrones de medio pelo, los asaltantes de viviendas, las bandas de mafiosos, las pandillas urbanas y, últimamente, los saqueadores de supermercados y los saboteadores pirómanos.
Es el resultado de la degradación y del hundimiento de la ética en un país que lleva casi tres décadas danto mal ejemplo desde la cúspide, con decenas de miles de políticos ilícitamente enriquecidos e incapaces de justificar sus abultados patrimonios. Los que han despilfarrado el dinero público, los que han comprado votos para mantenerse en el poder, los que han recaudado dinero para los partidos, los que han trucado el urbanismo para cobrar comisiones, los que han vendido influencias políticas para apoyar concursos públicos, los que han falseado los EREs y robado a manos llenas son los padres espirituales e inspiradores de los modernos pirómanos que están convirtiendo España en una antorcha.
Aseguran que la mayoría de los incendios son provocados y que son obra de desempleados que quieren causar daño al poder o que quieren que les contraten, pero esa es sólo una clave. La verdadera causa es el sabotaje, una forma ruda y primaria de protesta contra el orden instituido, al alcance de cualquier ciudadano. Los pirómanos son primos hermanos de los que han incrementado el fraude fiscal y de los que destruyen documentos y material en las oficinas públicas. Siempre son gente cabreada con el poder y con una política que consideran injusta.
Todo es la consecuencia del hundimiento de los valores. Muchos cabreados se vengan del poder mediante el sabotaje, la evasión fiscal, las falsas bajas médicas, el odio a los políticos y otras muchas marrullerías y tropelías, todas hijas del mal ejemplo que los políticos vienen dando desde que Franco murió y fue sustituido por una impresentable banda de partidos políticos y políticastros que sólo cuidan sus propios intereses y privilegios y que desprecian al ciudadano y al bien común con la misma pavorosa intensidad.