Puede pensarse que no existe relación alguna entre el uniforme que exhibirán los atletas olímpicos españoles dentro de dos meses y la patética imagen internacional que se ha forjado el país en los últimos años, pero el hecho es que España aparecerá en Londres ante el mundo vestida como un coro de campesinos rusos y bailarines de kamárinskaya.
Los atletas españoles, con uniformes facilitados por una empresa moscovita, irán vestidos de folclóricos koljozes y matrioskas: ellos con volutas entorchadas, y ellas con faldas a media pierna con las florecillas entrelazadas de esas muñecas, eso sí, todo en rojo y amarillo.
La buena imagen de España subía a la cúspide en las olimpiadas de Barcelona-92 con su rompedor y modernísimo Cobi, que aunque a mucha gente no le gustara, daba una imagen vanguardista.
Una “marca España” de modernidad que se mantuvo hasta la llegada de Zapatero.
Porque el zapaterismo, banda de funcionarios de partido sin formación cultural y artística, y ausencia de cosmopolitismo, fue empobreciendo y llevando España al tercermundismo, disimulándolo con buenismo, paces mundiales, fastuosas donaciones y condonaciones de deuda que ahora se agradecen con expropiaciones.
España se hizo, Eurovisión 2008, el Chikilicuatre de Occidente, su mejor imagen hasta esta de las Olimpiadas, junto con la del mismo Zapatero, líder planetario mendigando sin éxito ser recibido en la Casa Blanca por Obama, con el que, según la astróloga Leire Pajín, iba a protagonizar una histórica conjunción de astros.
Este uniforme olímpico se eligió ya el año pasado, cuando Zapatero se había autoproclamado ministro de Deportes y la autoestima del país había desaparecido casi totalmente.
Aunque sea poca, España tendría que recuperar alguna dignidad, por lo que este Gobierno no debería tolerar la vergüenza de que el mundo vea a los españoles como a Chikilicuatre y sus coristas, que también iban de matrioskas.
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SALAS