
Habría sido mayor motivo de euforia que se hubieran rendido los ladrones que han esquilmado las cajas de ahorro, los que nos han llevado hasta la ruina económica, los que nos han endeudado por tres generaciones al menos, los que han despilfarrado, los que hacen pagar a los más débiles el alto precio de sus errores, sin que ellos renuncien a sus privilegios, los que han convertido el Estado en un aparcamiento para colocar a sus parientes y amigos, todos ellos viviendo de una teta estatal que ya está agotada, los que han convertido a España, con su mal gobierno, en uno de los líderes mundiales de lo peor y lo deleznable: prostitución, tráfico y consumo de drogas, desempleo, baja calidad de la enseñanza, blanqueo de dinero, trata de blancas, violencia de género, injusticia, inseguridad, cohes oficiales para políticos, derroche público, arbitrariedad y, sobre todo, corrupción a gran escala.
Los demócratas españoles, cada día más aterrorizados ante el Estado de Injusticia reinante en nuestro país, al contemplar hoy la serpiente de ETA quebrada, se legran, pero se alegrarían cien veces mas si los derrotados fueran esos miembros indignos y corruptos de esa clase política que figura en las encuestas como objeto y diana del rechazo y desprecio masivo de los ciudadanos.
Los etarras estaban muy lejos y habían dejado de matar desde hace muchos meses, pero los políticos depredadores están muy cerca, gestionando mal el poder que le han delegado los ciudadanos, arruinándonos, cosiéndonos a impuestos, inundando el país de pobreza, ignorando los derechos constitucionales básicos del ciudadano, desde la vivienda al trabajo, envolviendonos en la injusticia y la corrupción, sin que ellos sean ejemplo alguno, sin renunciar a sus inmerecidos privilegios, esparciendo en su entorno desesperación, desconfianza, angustia y tristeza.
Para muchos españoles, la actual clase política, mucho más que la misma ETA, es el verdadero enemigo a erradicar en la nueva España decente, justa y próspera que deseamos.