Que la situación española está pasando por su peor momento, tanto económica como políticamente, desde que siete destacadas personalidades sin ninguna experiencia democrática -todos habían sido criados o educados en la dictadura franquista y dependientes de partidos políticos- asistieron con su ignorancia democrática al parto de la Constitución Española, nadie lo puede negar. Así nació ella, débil y defectuosa, ambigua y con muchos de sus artículos sin desarrollar, o intencionadamente incompleta para, más adelante, poder legislar de forma torticera y a beneficio de parte.
Ha sido llegar a la adolescencia esta criatura y ya se notan sus carencias. Son muchos los cataclismos que Gaia ha tenido que soportar, en el transcurrir de los tiempos, que han puesto en peligro la supervivencia de animales y plantas: meteoritos, megaerupciones, cambios climáticos, pandemias... A todas estas catástrofes, la Naturaleza y el ser humano han sobrevivido. Nos hemos regenerado. La desaparición de unas especies ha propiciado que surjan otras nuevas.
Oyendo o viendo en radio y televisión las noticias y a tertulianos, leyendo prensa y blogs, parece que en España se está produciendo un Apocalipsis exterminador. En nada ayuda la radicalidad en la que nos expresamos, al contrario, psicológicamente provoca un fatalismo que acelera el posible cataclismo ¿Por qué no vamos los españoles ser capaces de sobreponernos a esta grave situación en la que nos han hundido unos indeseables y corruptos dirigentes?
Siendo en España el problema económico muy importante, que lo es, nuestro mayor problema es político, porque las malas políticas son las que nos han llevado al desastre económico. A esos dirigentes que nos han arrastrado hasta aquí, se les llena la boca con la palabra crisis para con ella tapar su incompetencia, su ignorancia, su sectarismo, el favoritismo a afiliados, familiares y amigos y, el saqueo canallesco y delictivo que han venido haciendo de las arcas del Estado, utilizando las CCAA para hacer los buitrones que les han llevado hasta el dinero de los contribuyentes. Un dinero malgastado o robado se puede recuperar o reponer con más trabajo y ahorro. Pero, si esos malos administradores no son sustituidos por otros competentes, si los ladrones no son detenidos y encarcelados cuando corresponda, los fondos del Estado Español volverán a ser saqueados. La situación en la que nos encontramos es realmente grave y para remediarla es absolutamente necesario hacer ajustes económicos y políticos, traumáticos sí, pero necesarios. Debemos, en lugar de descalificarlos por sistema y de forma general, apoyar aquellos que son razonables e imprescindibles aunque nos supongan un sacrificio económico importante, insistir en la necesidad de una reforma en profundidad de la Constitución y en la sustitución de la Ley electoral por otra más democrática en la que no se privilegien a minorías que no quieren a España ni a los españoles, repetir hasta aburrir a los políticos que sin una Justicia independiente no puede existir democracia, exigir que en el Código Penal se recojan penas más duras para la corrupción y la reincidencia en el delito, modificar la Ley del menor, centralizar la Educación, la Sanidad y la Justicia para que todos los niños españoles tengan el derecho y la obligación de conocer y aprender en el idioma oficial de España y en el materno sin ser acosados, perseguidos o sancionados, para que todo el que precise y tenga derecho a un servicio médico lo reciba igual en Cataluña que en Andalucía o Murcia, para que todo el que tenga que servirse de la Justicia o ser juzgado lo sea con los mismos criterios e “interpretación” de la Ley en Extremadura que en la Comunidad Valenciana, y por supuesto, para acabar de una vez con el despilfarro escandaloso de las CCAA: el cogollo de la cuestión.
Si una mentira a base de repetirla una y otra vez llega a parecer verdad (técnica psicológica utilizada por el Nacionalsocialismo de Hitler y copiada por algún que otro partido político en España), una regeneración política, económica y social, sin traumas, puede también producirse en este país si repetimos insistentemente las medidas a tomar que los ciudadanos de a pie consideramos necesarias.
¡Ánimo! y..., manos a la obra.
Virholmes
Revista Opinión
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