Algunos políticos presuntamente nacionalistas, se están echando al monte por la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, de obligar a que el español, o castellano, sea lengua vehicular en las escuelas, junto con el catalán. Pensar de otro modo es aberrante. Que en un territorio español la lengua materna no sea vehicular en las escuelas es un despropósito, especialmente si lo es una lengua autóctona y tan respetable como minoritaria. Con español e inglés recorre uno el mundo entero, bastante más de lo que conseguiría con el catalán en vez del castellano. Los nacionalistas de pacotilla, los reyezuelos de taifas, ejercieron desde hace décadas el victimismo de la persecución que había sufrido el catalán en tiempos de la dictadura, lo que también es falso en buena medida. Ahora bien, en verdad resulta evidente a día de hoy, una persecución inversa, en la que se destierra poco a poco al español, para impedir la normal comunicación de los catalanes con el resto de españoles, eso sí, mientras el Sr. Montilla educa a sus hijas en inglés, alemán y español, por supuesto; cosas del de Iznájar. Nadie lucha hoy en día contra en catalán, salvo los fantasmas que encuentran constantemente politicastros de medio pelo, dispuestos a hacer cualquier cosa para justificar sus reivindicaciones, impropias de este mundo globalizado y esta Europa del euro. Esta fractura lingüística y social, vino propiciada por el gobierno del leonés errante, que mantenía el debate en temas menores mientras la economía española se hundía y el paro alcanzaba máximos históricos, muy por encima de la media europea, igualmente afectada por una crisis no sustancialmente diferente a la nuestra. Ahora tenemos un problema doble: Por un lado el debate estéril de si se debe considerar, o no, vehicular el español en España, y solucionar uno de los momentos más difíciles de la economía nacional. Gracias a D. José Luis y enhorabuena a ciertos representantes públicos catalanes.
