Vuelvo a cargarme de energía, paciencia y moral para escribir sobre un tema que hace ya tiempo empezó a cansarme y asquearme, pero al cual es difícil resistirse, cuando no se hace más que leer y oír noticias al respecto. La dichosa crisis, nos esta dejando titulares sustanciosos, y para los que, como yo, la mayor preocupación es llegar a fin de mes con la mayor dignidad posible, parece como si los vecinos celebraran una fiesta a la que, no sólo no nos han invitado, sino que tenemos que aguantar el jolgorio toda la noche, para, a la mañana siguiente, con el cansancio acumulado de no dormir, ojeras y cierta mala hostia, recoger todos los desperdicios y destrozos que los invitados han provocado.
No creo que yo sea el único españolito con un conocimiento de economía, política, y demás pamplinas, más bien limitado y escaso, pese a la marabunta de pseudo especialistas que llenan paginas de diarios, web, bitácoras y horas televisivas. Tomo como ejemplo a mis conocidos y familiares que son de opinión, más o menos influenciada por su simpatía ideológica o medios de comunicación, que de conocimiento sobre lo que realmente esta pasando. En sus estrechas conjeturas de porque hemos llegado a la crisis, culpan y atacan, como repitiendo lo que han oído o leído, más que por lo que realmente saben. De hecho, ¿cuantos realmente sabemos lo motivos que nos ha llevado a la crisis y quienes son los verdaderos culpables? Si descartamos todo lo que hayamos podido oír o leer en algún momento durante estos años, la verdad es que sólo unos pocos pueden hacer un análisis de la economía de nuestro país y explicar con seguridad y propia deducción, lo que ha pasado. Así que como siempre y como en casi cualquier aspecto de nuestra existencia, debemos elegir el bando en el que estamos. O a favor o en contra, en una lucha cuasi eterna donde no hay buenos ni malos, ni vencedores ni vencidos, sino simple y descarnada lucha por el poder, por arrancar el trozo más jugoso de la presa y... dinero, para después haber más dinero. Mientras tanto el resto somos meros comparsas, palmeros en un tablao flamenco que jaleamos a uno de los bandos, como si en la lucha, algún pedazo nos fuera a tocar. Y tocar, sin duda, nos va a tocar, ya sean los de izquierdas o los de derechas, los de arriba o los de abajo, nos van a tocar, ¡y bien!, pero el bolsillo.
A veces pienso, ¿que pasaría si todos esos españolitos, rompieran las banderas y pancartas con las que partidos, sindicatos y todo tipo de asociaciones, nos quieren revestir para apropiarse de nuestra voz y opinión, y salieran a la calle, sin nada más que sus gritos, sus quejas, invadiendo las ciudades, enfrentándose a los que desde su poltrona intentan sacar rentabilidad a las desgracias de millones de ciudadanos? ¿Que pasaría si por una vez España fuera de verdad de los españoles, y no de las ideologías o facciones? Siempre he creído, y nunca me cansaré de repetirlo, que debemos cuidarnos de los que dicen defender nuestros derechos e intereses. Los derechos de los ciudadanos solo pueden ser defendidos por ellos mismos, a golpe de manifestación y llegado el caso, no yendo a votar o haciéndolo en blanco, pero nunca, como parece suceder ahora, contemplando desde el pasmo y la credulidad más absurda los teje manejes de nuestros dirigentes y demás poderes sociales. No podemos esperar que un sindicato venga a sacarnos las castañas del fuego, no debemos tolerar que hablen, en momentos como los que vivimos, por nosotros los partidos políticos, por mucho que le hayamos otorgado nuestro voto. Nadie mejor que tú, nadie mejor que yo, para defender nuestros intereses.
Ahora nos vienen con recortes sociales, pues muy bien, recortemos gastos, apretemosnos el cinturón, pero de verdad. Recortemos dinero a los sindicatos, a la patronal, a los partidos políticos, a la Iglesia. Apretemosnos el cinturón pero todos, y si hemos de pagar hagamoslo juntos. De los ricos, no digo nada, pues a esos no los pillas por mucho que quieras. Ellos tienen sus artimañas y tinglados montados para evadir los verdaderos impuestos que deberían pagar. Es una verdadera pena que sea así, pero eso mismo es el capitalismo y la democracia, y mientras a alguien no se le ocurra una mejor forma gobierno que la que salió de Grecia hace ya bastante siglos, no habrá forma de cambiarlo.
No os preocupéis españolitos de a pie, si es que aun corre sangre por vuestras venas y conseguís hacerlo, que con mayor o menor gloria saldremos de esta crisis, para que el día menos pensado vuelvan "las oscuras golondrinas a nuestro balcón sus nidos a colgar", y su trino volverá a tocarnos las narices, y volveremos a pagar. Mientras, entre crisis y crisis, con la inclusión de algún tipo de profecía de final del mundo, ya sea versión cambio climático, versión pandemia o colisión de meteorito, pasaremos la vida, amodorrados en la siesta de un país de ideologías y facciones enfrentadas, "entre una España que muere y otra España que bosteza".