ESPANTO SURGE DE LA TUMBA, EL (España, 1972) Fantaterror, Terror, Fantástico

 

Director: CARLOS AURED
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Intérpretes Principales: Paul Naschy, Emma Cohen, Víctor Alcázar, Helga Liné, Betsabé Ruiz, Luis Ciges, Julio Peña, María José Cantudo, Juan Cazalilla, Francisco Llinás, Ramón Centenero, Montserrat Julió, Francisco Nieto, Elsa Zabala, Esther Santana, Cristina Suriani, Pedro Bravo, José Martínez Blanco
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Argumento: A mediados del siglo XV, un caballero francés es ejecutado a causa de sus crímenes, separándole la cabeza y enterrándola lejos de su cuerpo.
El caballero, antes de morir, jura vengarse de sus familiares y de sus verdugos.
Siglos después, dos descendientes directos, uno de aquel caballero y el otro de su verdugo, son íntimos amigos y viven en París, donde se relacionan con sus novias y otra gente.
Por curiosidad malsana, los amigos y sus compañeras deciden tras una sesión de espiritismo, volver a las tierras y al castillo de sus antepasados en busca de los restos del decapitado.
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Mi comentario: Película referencia del fantaterror español que, sobre todo fuera de nuestras fronteras, tanto éxito tanto crítico como comercial, ha tenido y sigue teniendo.
En el estado español en su día, cuando tenía que tenerlo, no tuvo mucho éxito pues como ya se sabe a estas pelis se las consideraba como de cine de barrio, de tercera categoría. El tiempo las ha puesto en su lugar, aunque creo sinceramente que más por la nostalgia que por sus verdaderos e intrínsecos valores cinematográficos.
Dejando esta perorata, francamente impropia de mi, tengo que comentar que, tal y como me esperaba (no mucho) pues me ha parecido mediocre. Pero no me lo he pasado mal.

 
La unión de erotismo (más bien barato y visto hoy, muy light) y terror/fantasía, queda aparente pero entrañable en su fuerza dramática. Menos mal que se agradece y mucho el ver a intérpretes del cine español, entonces en su mejor momento físico, como todas las féminas, de muy buen ver y en cuanto a los actores, el ver, por ejemplo, al bueno de Luis Ciges, dando matarile, pues tiene su gracia.
Técnicamente tiene aspectos positivos como su excelente fotografía, a cargo de Manuel Merino y no demasiado más.
Muy irregular en su ritmo, tiene buenos momentos, como los de María José Cantudo y otros que bordean el ridículo.
Pero todo se perdona.