Como ya hemos comentado en un post anterior, este verano ha sido una verdadera odisea para esta web. Hemos tenido una serie de problemas con el servidor que nos ha impedido publicar todo lo que nos gustaría, provocando, entre otras cosas, el retraso de esta edición del Premio Guillermo de Baskerville. Además, impidió este post especial sobre Astérix, publicación programada para el 14 de agosto con motivo del que hubiera sido el 90 cumpleaños de René Goscinny. Pero como más vale tarde que nunca, aquí os ofrecemos nuestro particular homenaje a este clásico del cómic europeo.
Con su poblado rodeado por cuatro campamentos romanos, la poción mágica que es la solución para (casi) todo, el gusto por la vida tranquila, las celebraciones entre amigos, los jabalíes y (por qué no) alguna que otra pelea de vez en cuando, los aguerridos galos se han convertido en todo un icono para varias generaciones de jóvenes (y no tan jóvenes) lectores. Una serie que nació en 1959 en forma de tiras cómicas publicadas en la revista Pilote, y que no tenía más intención que divertir a su ocasional público, terminó por convertirse en un referente en el mundillo del tebeo y en un verdadero símbolo nacional para Francia. De hecho, l
os irreductibles galos pasaron a representar los valores más típicos de este país, a veces ensalzándolo, y a veces satirizándolo. Nadie ha usado los tópicos con tanto acierto y gracia como Goscinny y Uderzo en Astérix. Porque en estos cómics hay críticas (también elogios) para todos los vecinos de Francia; no se salva ni uno: Alemania, Bélgica, Inglaterra, Dinamarca, España, Córcega, Suiza, Italia… Sin embargo, nadie puede sentirse ofendido por ello; todo lo contrario, no hay forma de no querer a estos entrañables bárbaros.¿Se puede resultar gracioso bromeando sobre la historia sin perder el rigor ni resultar pedante? Astérix lo consigue con creces. Los viñetas están plagadas de referencias al pasado, citas en latín, lugares de la antigüedad, personajes del momento. Es cierto que se toman todo tipo de licencias con la única intención de resultar más divertidos, pero nunca llegan a cometer las barrabasadas que, por ejemplo, podemos ver en la mayoría de películas “de época” de Hollywood.
Se han cumplido 90 años del nacimiento de René Goscinny, cuya prematura muerte nos privó de un escritor de gran talento, sentido del humor y sensibilidad. Aparte de los cómics de Astérix, Lucky Luke y el Gran Visir Iznogud, Goscinny nos dejó con la serie de libros infantiles El pequeño Nicolás. Tras su fallecimiento en 1977, Albert Uderzo, hasta entonces solo dibujante, recogió el testigo y se encargó también del guión. Sin embargo, el hueco dejado por Goscinny fue demasiado profundo y la calidad y gracia de los tebeos se terminó resintiendo. Pese a ello, Uderzo continuó dibujando y escribiendo hasta 2013. En la actualidad, la serie sigue adelante sin sus dos creadores, siendo el guionista Jean-Yves Ferry y el dibujante Didier Conrad. La idea es mantener el estilo original. Si lo consiguen o no, será algo que solo el tiempo dirá.
No hemos dicho nuestra última palabra sobre Uderzo; sería injusto. Si bien es cierto que Goscinny era un artista irrepetible, Astérix no tendría razón de ser sin Uderzo. Una buena parte del encanto de estas viñetas reside en la capacidad de recrear la gracia de las situaciones, en la vida que los dibujos dan a los personajes, en la vis cómica de los mismos. Uderzo es el Obélix que el Astérix Goscinny necesita; son un equipo único e inigualable.
Personalmente, solo he leído hasta Las doce pruebas, por lo que no puedo opinar de los números posteriores. De entre los 25 tomos que han caído en mi poder, puedo (y debo) destacar y recomendar por encima de todo: Astérix y Cleopatra, Astérix legionario, El combate de los jefes, El caldero, La cizaña, El adivino, El regalo del César, y Obélix y compañía (con una insospechada y desternillante crítica al capitalismo). Pero lo que recomiendo más encarecidamente es empezar por el número uno y leerlos todos de corrido.
Como apunte final, me gustaría también rendir homenaje a la persona primera encargada de traducir estos fantásticos cómics al español que, casualmente, falleció el 17 de agosto de este mismo año: Víctor Mora, quien también fue creador de otros cómics importantes en España como El capitán Trueno o El Jabato. Vaya este especial también por él.
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