En el día de hoy haremos un breve paseo por algunos de los escenarios más interesantes de la novela. Buena parte de su acción, como ya os comente en la reseña, tiene lugar en Santander. Es capital de la provincia de Cantabria y se sitúa en plena costa, con una población ligeramente inferior a los 200.000 habitantes.
Si hay que destacar un elemento que lo una a la novela, ese es el Monumento al incendio, que aparece plasmado en la portada. En la novela se dice que estos hombres y mujeres son los protagonistas longevos, aunque en realidad se trata de una escultura de José Cobo Calderón, inaugurada en 1989 en homenaje a la terrible tragedia que sufrió la ciudad en 1941.
Los personajes son siete, están tallados a tamaño real en mármol, y se puede admirar la obra en la rotonda donde confluyen las calles Alfonso XIII y Calderón de la Barca.
No demasiado lejos, hay otra atracción turística emblemática de Santander, muy admirada sobre todo por aquellos que viven en el interior de la península: La playa del Sardinero. En realidad bajo este nombre se encuentran dos playas, pero la más famosa es la primera. Tiene una longitud de 350 metros y una anchura media de 80.
La zona donde se encuentra es urbana fácilmente accesible, y tiene un alto grado de ocupación en épocas de verano. Actualmente cuenta con la distinción de Bandera azul, otorgada anualmente a aquellas playas que cumplen con unas condiciones ambientales y de instalaciones.
Antes de salir de la población, tenemos la obligación de pasar por el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, lugar donde trabajan los personajes de esta novela. Fue creado en 1926 por la diputación provincial. Cuenta con una gran colección de arte del Paleolítico y, sobre todo, lo más relacionado con la novela, restos de la cueva de El Castillo.
Se organizan actividades y talleres, exposiciones informativas y culturales. Abre diariamente y la entrada es gratuita.Pasando ahora a las cuevas de yacimientos prehistóricos, tenemos que visitar sin duda Altamira. Actualmente no es permite acceder a la verdadera excavación, por motivos de conservación, pero si se puede visitar el centro de interpretación y la neocueva: una réplica adaptada con fines divulgativos que resulta igualmente didáctica.
Lo que más destaca de este yacimiento, son las pinturas rupestres de caballos y bisontes. Las visitas están programadas, y aunque es posible visitarlo sin cita previa, se debe saber que es muy posible que haya que esperar a un grupo que no esté completo. Sobre todo si se visita los sábados, que es día de entrada gratuita.
El centro, cuenta con una terraza, cafetería y jardines, desde los que se puede disfrutas de una grandes vistas de la zona. El acceso debe hacerse en coche, ya que se encuentra ligeramente aislado, pero el aparcamiento es suficientemente grande.
Y para terminar nuestra ruta por la historia de los longevos, podemos visitar el Parque de Cabárceno (donde suceden algunas cosas muy intensas en el libro). Para aquellos que no lo conocen, se trata de un área protegida donde se encuentran los animales en régimen de semilibertad. Se inauguro en 1990 y tiene un área de 750 hectáreas totales.
Debido a su tamaño, el recorrido se hace en coche, en bicicleta o a pie, por las vías señalizadas, ya que está construido sobre una antigua mina de extracción a cielo abierto. Otra de las características de este parque es el Reptiliario (no apto para fóbicos de las serpientes) que se encuentra a la entrada junto a la cafetería.