Revista Libros
Jean-Claude Carrière.
El círculo de los mentirosos.
Traducción de Néstor Busquets.
Debolsillo. Barcelona, 2010.
El segundo círculo de los mentirosos.
Traducción de Belén Gala y Pilar González.
Debolsillo. Barcelona, 2010.
Jean-Claude Carrière, escritor, guionista y colaborador de Buñuel durante veinte años, reúne en estos dos tomos (El círculo de los mentirosos. El segundo círculo de los mentirosos) que ahora se reeditan en un asequible formato de bolsillo cuentos filosóficos del mundo entero. Un manual de sabiduría que arranca de la tradición oral de los contadores de historias -esos mentirosos- y suma lo oriental y lo occidental, la narración y el pensamiento, la hondura y la risa. Precedidos de un prólogo (Aquí hay luz) del compilador, los relatos se suceden como capítulos de un tratado filosófico, como peldaños de una escalera que lleva a la diversión, el conocimiento o la perplejidad. Sin moraleja ni moralina, sin más virtudes que las literarias, porque- sostiene Carrière- no somos sólo relatos. Pero sin relato y sin posibilidad de contar ese relato, no somos nada, o somos muy poco.
Franz Kafka.
Sueños.
Traducción de Iván de los Ríos.
Errata naturae. Madrid, 2010.
Una excelente recopilación de los sueños del autor de algunas de las mejores pesadillas contemporáneas. El propio Kafka los recogió en sus diarios, o los reconstruyó en sus cartas a Felice, a Milena o a Max Brod. Todo ese material onírico e inquietante se recopiló en una edición en alemán en 1983 y ahora Errata naturae lo edita en su colección La mujer cíclope con traducción de Iván de los Ríos. Un libro de sueños compuesto por sesenta y cinco textos que pueden leerse también como un espléndido ejercicio narrativo. Los sueños constituyen el más antiguo y el no menos complejo de los géneros literarios, escribió Borges en el prólogo de su Libro de sueños. Este volumen podría ser una de las pruebas para defender esa tesis.
Marcel Proust.
El tiempo recobrado.
Traducción de Carlos Manzano.
Debolsillo. Barcelona, 2010.
Síntesis, culminación y punto final de En busca del tiempo perdido, en El tiempo recobrado, séptimo y último volumen del ciclo, vuelve un pasado en el que se superponen la realidad y la ficción en la memoria del narrador protagonista envejecido, confundido él también con su autor. Así se cierra un círculo temporal que regresa al punto de partida de la serie, al momento narrativo en que confluyen el tiempo del narrador y el tiempo narrado. En su último capítulo está la mejor introducción al ciclo proustiano. En su final, su principio: Lo que yo debía escribir era otra cosa, más larga y para más de una persona: larga de escribir. De día, como máximo intentaría dormir. Si trabajaba, sería sólo de noche, pero necesitaría muchas noches, tal vez cien, tal vez mil.
Vasili Golovánov.
Visiones de Asia.
Traducción de Ricardo San Vicente.
Minúscula. Barcelona, 2010.
El último título de la colección Paisajes narrados, Visiones de Asia, es una potente crónica narrativa en la que Vasili Golovánov (Moscú, 1960), “geógrafo metafísico” hace una incursión en los espacios de confluencia entre Europa y Asia desde el centro de la estepa. Dos relatos, Visión de Asia (2002) y Las conversiones de Alejandro (2007), en los que espacio y tiempo quedan conjurados en una mirada crítica que indaga en las relaciones de frontera y en el punto de encuentro entre el presente y el pasado, entre la geografía y la historia. En la prosa de Golovánov, espléndidamente traducida por Ricardo San Vicente, la fuerza de las descripciones convive con la lucidez del análisis: El euroasismo es la dolorosa enfermedad de los encantados, que sueñan con conciliar lo que es imposible de unir.
William Faulkner.
Mosquitos.
Traducción de Daniel Gascón.
Prólogo de Justo Navarro.
Ediciones Alfabía. Barcelona, 2010.
Fue la segunda novela de un William Faulkner que aún no había encontrado su voz, pero necesitaba ajustar cuentas con el pasado. Cuatro días de agosto en un barco que recorre el lago Pontchartrain y el Mississippi con personajes excéntricos que reflejan a algunos miembros relevantes de la generación perdida. Mosquitos es una novela en clave, llena de guiños y referencias malvadas a los ambientes literarios y artísticos que Faulkner había frecuentado en Nueva Orleans. La novela, que apareció en 1927, cuando su autor cumplía treinta años, era entre otras cosas su forma de matar al padre - el Sherwood Anderson apenas disimulado en la figura del escritor Fairchild. Una sátira en la que la verbosidad ingeniosa y superficial de los personajes (Charla, charla, charla: la estupidez completa y desgarradora de las palabras) rebaja los sonidos al nivel del tedio y los iguala al zumbido constante de los mosquitos en el río. Un Faulkner menor, pero admirable.
Thomas Bernhard.
El imitador de voces.
Traducción de Miguel Sáenz.
Alianza. Madrid, 2010.
En El imitador de voces, que publica Alianza en su Biblioteca Bernhard, su autor reunió más de un centenar de relatos breves que son una muestra depurada del escritor amargo y corrosivo que fue Thomas Bernhard. Divertidos o absurdos, basados en hechos reales o extraídos de la imaginación, Bernhard demuestra ser más el más inimitable de los escritores. Eso le diferencia del protagonista del relato que da título al libro: un imitador de voces capaz de emular todas las voces que oye, menos la suya. Al contrario que Bernhard, que sólo utilizó su propia voz inconfundible, su perturbador sentido del humor. Está aquí, destilado y en alta concentración, el mundo narrativo del austriaco. Para tomar en pequeñas dosis.
Charles Dickens.
El viajero sin propósito.
Traducción, prólogo y notas
de Pedro Tena.
Gadir. Madrid, 2010.
En su cuidada Pequeña Biblioteca, Gadir recoge una selección de las crónicas que Dickens escribió durante sus diez últimos años de vida. Las fue publicando entre 1860 y 1870 en el semanario All the year round, con una tirada de 100.000 ejemplares, y en ellas conviven inevitable y felizmente el apunte periodístico, la crónica viajera y el talento narrativo de Dickens. Un flâneur que mira e imagina en sus paseos en madrugadas lluviosas de insomnio por los muelles y los callejones londinenses, por la Morgue de París y las malas comidas de los ferrocarriles y los hoteles, por los lugares de su infancia y los territorios imaginarios de la literatura, por cárceles italianas y por un hospicio de Liverpool, por barrios apartados abundantes en miseria, burros y perros. La mirada aguda, humorística y piadosa de Dickens se vuelve progresivamente sombría y melancólica en estos textos en los que la preocupación por las devastaciones del tiempo se proyecta también sobre el paisaje urbano con la prosa precisa y la pericia del escritor consagrado. Quienes aprecien las novelas de Dickens disfrutarán con estos cuadros magistrales.
Alessandro Baricco.
Homero, Ilíada.
Traducción de
Xavier González Rovira.
Compactos Anagrama. Barcelona, 2010.
En el otoño de 2004, en Roma y ante más de diez mil personas, se leyó este texto, un ejercicio de reescritura que responde a la esencia cambiante del texto homérico. Una Ilíada contemporánea que Baricco pensó para la recitación dramatizada, para la lectura en voz alta ante un auditorio. Como ocurre con el Quijote de Pierre Menard, el resultado es una obra nueva que deja a los dioses en segundo plano y asume la voz de los personajes en monólogos sucesivos y de una extraordinaria intensidad emocional. Todo empezó en un día de violencia, dice Criseida, la esclava tebana que se convirtió en botín de guerra de Agamenón antes de que se desencadenara la cólera de Aquiles. Ni los dioses ni los guerreros, sus mujeres, sus madres o las esclavas son quienes intentan comprender los motivos de una guerra que contiene todas las guerras, pasadas, presentes y futuras.
Santos Domínguez