Hoy, 13 de abril, el diario -en todos sus formatos digitales- dice que Eduardo Galeano murió, que nos dejó a los 74 años. Hoy ya comenzaron a sonar las voces de todos lamentándose su falta. Se escucha la voz de los que nunca quisieron su palabra. Hoy nos rodea el silencio y las lágrimas de aquellos que extrañarán sus pensamientos, esos que entre prosas y versos nos sacudían el espíritu.
Me duele todo... Tengo un nudo en la garganta y un silencio que me pesa y me llena todo el pecho... Puta, que mal debe estar el cielo que poco a poco se nos lleva a los mejores y nos deja acá, tan desnudos de palabras, tan huérfanos de todo... tan mutilados de a partes.
Duele saber que no estará más entre nosotros, que su temple y sabiduría ya no podrán ponerle límite a los malos o para despertanos a fuerza de poesía el alma. Me duele saber que nos dejó y que con su partida se perdió la voz de la conciencia de toda Latinoamérica...
PD: Te voy a extrañar!!! Gracias por todo!!!
Un hombre del pueblo de Negua, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.
A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
-El mundo es eso - reveló-. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
Eduardo Galeano
( Un mar de fueguitos) // Gracias por compartirlo Eugenia Gervasi.
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