Este especial, creado con motivo de la publicación de la crítica de la nueva película (aquí incluida), trata de ser completo y unificar toda esta temática en un mismo artículo, no obstante, previamente, en Universo de A ya se ha hablado del tema, en artículos como este o este que podéis visitar para complementar esta información.
Aunque se suela decir que “la realidad supera a la ficción”, lo cierto es que eso sólo suele aplicarse en las cosas malas, en las buenas, la ficción suele superar a la realidad de lejos… y es que pocas niñeras históricas se nos vendrán a la cabeza (excepto las propias, si es que las tuvimos, y quizás ni eso o no todas ellas), y lo cierto es que es difícil cuestionar o debatir que todos los educadores y pedagogos del mundo, con sus teorías, a menudo tan estrafalarias y poco aplicables a la vida real (como la propia fantasía de P. L. Travers, irónicamente) no han conseguido hacer tanto como Mary Poppins por la gente en general… tal vez porque ella ha conseguido para ellos lo que es verdaderamente más importante y lo que es realmente triunfar en la vida: la felicidad.
Sí, la verdad es que llama la atención el cómo un personaje ficticio puede tener más vida o más influencia en una vida, o incluso en toda una generación, que uno real; su inmortalidad o capacidad de reinventarse para un nuevo público… etc. Debemos pensar que el primer libro original fue publicado hace casi 100 años (1934), estaba lo suficientemente vivo para el 64, cuando Walt Disney hizo su adaptación… y como casi todo lo que este tocó con su varita mágica, alcanzó definitivamente la inmortalidad, tanto como para que en 2013 fuese interesante hacer una película sobre la relación entre Disney y Travers (entre otras cosas mencionadas en el artículo)… y por supuesto, para que ahora llegue una secuela, muchas décadas después.
Pero, como he dicho, para muchos a “Mary Poppins” se le tiene el cariño de ser el personaje de una generación, en España concretamente, no había navidad que no viniera acompañada de su llegada y emisión televisiva; como para otros de tiempos anteriores la película típica de estas fiestas fue “Sonrisas y lágrimas” o “Qué bello es vivir”; para muchos, la niñera del paraguas era siempre esperada antes de que acabase el año… bueno, hubo un tiempo en que ya se emitía continuamente durante todo el año, una y otra vez, lo que probablemente llevó a su decadencia televisiva, y ha desaparecido como clásico navideño.
No obstante, lo que tienen los clásicos y las obras maestras es que nunca mueren, porque siempre habrá personas que los quieran descubrir y vuelvan a vivir la magia con la que brillaron por primera vez… o tal vez lo hagan de forma distinta, acorde a los tiempos que se viven, pero siempre habrá magia… porque esa es una de las propiedades de los clásicos.
Dicho esto, pasamos a repasar su interés y el porqué pudieron alcanzar estas obras ese nivel:
Los libros
Es indudable que la obra de Travers tuvo sus buenos tiempos, sin embargo, hoy día, es muy difícil encontrarla editada en español (de hecho, nunca lo han estado todos los libros).
Paradójicamente, se puede decir que la película devoró al libro, y aunque le dio una segunda vida, también lo neutralizó un poco. Sin embargo, si hay algo bueno que tiene el cine, es que, cuando se trata de adaptaciones, crea, levanta curiosidad sobre la obra original… y afortunadamente, en España, cada vez más editores se están dando cuenta de eso.
Por ello, no es sorprendente que, cuando se habla de Mary Poppins como obra literaria, muchos no sepan que no se trata de un sólo libro, sino que el personaje homónimo da título al primero de una saga de ocho (de hecho, las películas adaptan, indistintamente, aventuras de cualquiera de ellos).
Su estructura hasta el tercer libro es siempre la misma: la familia Banks está en apuros (generalmente absurdos) y entonces Mary Poppins aparece de una forma extraordinaria y toma el control; a partir de ese momento, se suceden una serie de aventuras, con participación de uno o varios personajes (a veces ni siquiera Mary Poppins está envuelta en el episodio -aunque, sutilmente, se entiende que ha tenido que ver-; otras veces no participan los niños… etc, se producen diversas variaciones), y que, por lo general vienen a servir para hacer una (nunca evidente) reflexión vital o, simplemente, para crear una bella y agradable imagen a través de las palabras (verdaderamente, Travers tiene un don para eso, y una imaginación verdaderamente delirante). En los libros no hay nunca un hilo conductor, simplemente, es una recopilación de peripecias de los distintos personajes; es decir, no hay un argumento general, todo son historias autoconclusivas. La última aventura del libro, es la de despedida, dónde sucede un hecho que ya se anunció desde el principio, generalmente extraordinario o incomprensible, de modo que la niñera se marcha sin más.
Eso hasta la tercera entrega, a partir de la cuarta, ya no hay llegada y partida, y sólo hay recopilación de aventuras, ya que la propia autora consideró que la niñera no podía estar viniendo y volviendo continuamente, así pues, en los nuevos libros, se daba por hecho que esas inéditas aventuras ya habían sucedido en algún momento de los primeros tres libros, y que hasta ahora, simplemente, no se habían contado.
El estilo de Travers es poéticamente descriptivo, más centrado en la creación de imágenes bellas que en articular una historia, pero accesible, y encandila con facilidad a quién se deje llevar. No obstante, se le ha de perdonar su gusto por lo críptico y por, al igual que su propia protagonista, “nunca dar explicaciones”… cierto, quedan muchas lagunas, cosas inexplicables, cabos sueltos… etc, etc, que el libro ni quiere aclarar, ni piensa molestarse en ello; formula preguntas y no da las respuestas (ni atisbo de ellas); pero, la verdad, todo ello es parte del juego del misterio que la escritora propone y que hay que aceptar si se quiere acceder a su obra o, si no, habrá que rechazar ambas cosas.
Finalmente, dado que la gran mayoría de la gente conoce más los personajes de Disney que los de Travers (y hay notables diferencias), no me parece que esté de más echarles una previa ojeada para ver como son originalmente:
-Mary Poppins: lo que más sorprende de ella es lo tremendamente antipática que es. Se comporta, y el propio narrador omnisciente así lo reconoce múltiples veces, de forma grosera y maleducada; también despótica y caprichosamente; es, además, terriblemente presuntuosa, arrogante e intransigente; sin mencionar también, que es una mentirosa y manipuladora de cuidado. Algunas veces incluso rencorosa y vengativa (de hecho, jamás duda en usar la intimidación como primer recurso -y de una forma que dejaría a los Corleone en bragas…-, según le llevan un mínimo la contraria). Dicho claramente, es una persona terriblemente desagradable en todos los aspectos, que difícilmente se podría poner como ejemplo a seguir, y cuyos defectos son mucho más fáciles de detectar que sus virtudes. En realidad, la verdad es que, en mi opinión, sólo tiene una cosa buena: la capacidad de transportar a mundos, lugares o situaciones extraordinarias, fascinantes y/o estéticamente bellas.
Sin embargo, y a pesar de todo lo anterior (o tal vez por ello), todo el mundo la trata con reverencia y respeto y le tienen un cariño y afecto inmenso inexplicables… sin ir más lejos, a los niños les hace comentarios desagradables, casi incluso ofensivos, y estos sólo son capaces de responder diciendo lo mucho que la quieren y que nunca se vaya. Un sinsentido, vamos.
No está de más decir también que Travers dota a su personaje de un aura de lo más mayestática, siempre, en todo momento, hasta en el más mínimo gesto o detalle, la escritora se toma la molestia de aclarar y reiterar, una y otra vez, que todo lo que hace Mary Poppins, lo hace con gran dignidad, y sobre todo, majestad… con toda seguridad, esa es la característica positiva más repetida acerca de la niñera.
Por otra parte, a aquellos a los que les gusta buscar los orígenes de lo ficticio más allá de la imaginación, suelen decir que puede estar basada en dos personas: la tía que mantuvo a la familia una vez el padre de Travers (en ese momento, aún Helen Goff) murió, y que era, supuestamente una severa solterona… o, la teoría más verosímil: que la famosa niñera no es sino una autojustificación de la propia autora (su carácter, modos… etc), y, por tanto, su alter ego (en favor de esta teoría está el que la propia Travers contara de pequeña historias a sus hermanas para consolarlas de la difícil situación familiar… cosa que metafóricamente, bien se podría entender como lo mismo que hace Mary Poppins).
-Los niños: en los libros, empiezan siendo cuatro, para el segundo ya son cinco, y así se quedan. Dado que tienen diversas edades, están en distintas etapas vitales y son de distinto sexo, eso le será útil a Travers para reflexionar sobre esas cuestiones (algunos de los capítulos más bellos e interesantes versarán sobre ello). Tienen personalidades definidas, diferenciadas, y no siempre van en grupo o les afecta lo que al otro.
-Los padres: dentro de lo poco perfilados que están, son desastrosos, extravagantes, ridículos, incluso grotescos. Tienen por lo menos tres criados (a cada cual más incompetente, Robertson Ay, es el paradigma de ello: un jardinero que se pasa todo el día durmiendo); y la madre, sin ningún tipo de quehacer o profesión, se ve continuamente sobrepasada por todo e incapaz de hacer nada. Menos hace el señor Banks, que a la mínima se larga de la casa, los deja a todos colgados y se queda tan ancho; no obstante, este último personaje es el que da las respuestas más divertidas, irónicas, con doble sentido y de más acerada crítica social del libro.
-Otros personajes: en ninguna de las películas hechas por la Disney hasta ahora tienen gran peso (quizás el almirante Bloom es la excepción), sólo se les cita; aunque en los libros sí: se convierten en personajes recurrentes, tiernos, que forman parte de la vida del barrio y que van apareciendo, salteadamente, en las diversas aventuras; aunque sin gran protagonismo, eso sí.
-Los familiares y amigos varios de la niñera: son el recurso por excelencia, excusa perfecta para iniciar y llevar a cabo nuevas aventuras, aunque su desmesurada cantidad no es muy realista, puesto que nunca se terminan, y pueden ser de lo más estrambóticos (uno de los parientes es una serpiente, con eso lo digo todo). Siempre suelen tener personalidades muy extravagantes, además de hacer cosas de lo más extraordinarias y mágicas.
Sea como sea, a continuación reseño aquellos libros a los que he tenido acceso integramente, al resto, hasta ahora, no he sido capaz, ni en castellano ni en inglés (pero como todos sabemos que Universo de A está siempre en permanente construcción, si algún día consigo tener acceso a los que me faltan, no dudaré en hacer una actualización y reseñarlo todo aquí, en este mismo artículo), aunque los he investigado por el interés que me suscitaban.
En cualquier caso, los pasajes más conocidos y famosos (es decir, los que salen en las películas de la compañía Disney), forman parte, mayoritariamente, de los dos primeros libros.
Como curiosidad, decir que las ilustraciones originales, fueron realizadas por Mary Shepard, la hija del que ilustró otra famosa obra británica, también llevada al cine por Disney (y retomada por la compañía en varias ocasiones –entre ellas, muy recientemente, esta-): Winnie the Pooh.
También, no creo que esté de más comentar que no pude dejar de pensar, mientras los leía, que era muy posible que, hoy día, estos libros no encontrasen editor. Realmente es terrible cuando se piensa la cantidad de obras maestras que han podido no llegar a su público por las mentes obtusas que están arriba y que tienen la responsabilidad de que tal cosa suceda. Una desgracia. Pero yo hace mucho tiempo que pienso que el mayor y más importante talento es, precisamente, saber reconocer el talento. El resto de ellos, son mucho más frecuentes. Pero, desgraciadamente, el primero es más bien infrecuente, especialmente dónde debería estar.
En cualquier caso, los que he podido leer al completo son los siguientes:
-MARY POPPINS
Con franqueza, la primera entrega me gustó bastante poco, y muy a punto estuve de no leer la siguiente debido a lo mucho que me había decepcionado… pero como ya tenía el segundo libro acabé haciéndolo. Hice bien. Verdaderamente, en el arte de la literatura, muy rara vez se puede aplicar eso de “segundas partes nunca fueron buenas”, pues más bien los segundos realmente mejoran los primeros (un muy notorio ejemplo de ello es el “Don Quijote de la Mancha”, a mí, personalmente, me gusta más la segunda parte, la veo mucho más trabajada que la primera).
Como ya se ha comentado, carece de una historia, de un hilo conductor que enganche capítulo tras capítulo, con lo cual es como leer un libro de relatos cortos, pero siempre con los mismos personajes.
Personalmente, en esta primera entrega, me costó mucho aceptar el juego que propone Travers y su estilo… de hecho, me pareció simplista, un tanto infantiloide, terriblemente mal estructurado, muy defectuosamente narrado y con una presentación y descripción de personajes mucho más que deficiente… aunque, con el paso de las páginas, acabé por aceptar y valorar su gran imaginación, creatividad y sentido de la estética. Quizás eso fue lo que me llevó a, finalmente, dar una oportunidad al segundo volumen.
Sin embargo, la mayoría de las aventuras más conocidas, están recogidas en este primer libro: el tío Albert, el paseo por la pintura de la calle, la mayoría de las cosas de la llegada (la bolsa extensible, la medicina que cambia de color…)… hasta la canción eliminada “Chimpanzoo” que los hermanos Sherman compusieron para la primera película. Así que, por supuesto, para aquellos a los que tanto nos gusta comparar adaptaciones entre medios, ver lo que funciona y lo que no, analizar las decisiones tomadas y confrontar resultados… esto siempre resulta apasionante.
No obstante, sigue sin parecerme el mejor libro para conocer al personaje… y como tampoco es necesario empezar por este para ello, pues hasta recomendaría no hacerlo, y elegir, por ejemplo, el siguiente, que reseño a continuación.
-VUELVE MARY POPPINS
La segunda parte, me gustó mucho más. Tal vez fuera porque ya me había habituado al estilo de la escritora, quizás porque ya había pasado el primer filtro de lo que conocía o lo que esperaba y había asumido plenamente lo que había realmente… o tal vez, más probablemente, porque es bastante mejor.
Me pareció mucho más fácil de leer, imaginativo, rico estéticamente y, muchísimo mejor trabajado. Algunos capítulos son de una profundidad espectacular, y a veces, Travers se sale de lo bonito y llega a evocar otras emociones con gran potencia, demostrando que tiene un vivo talento para más géneros.
Como de costumbre, se hace una auténtica inmersión en el alma de un niño y de su perspectiva del mundo. Además, las aventuras narradas tienen más encanto y están mejor descritas. Y desde luego, es mucho más divertido. La marcha de Mary Poppins es de lo más espectacular, hermosa y memorable.
En definitiva, un libro con mucho encanto, y con un toque diferencial, proveniente sin duda alguna de una persona con cierta capacidad para lo extraordinario… sólo así se puede imaginar y escribir cosas como esas.
LA AUTORA, P. L. TRAVERS
A veces, los creadores son tan interesantes como su propia obra, y hacen que resulte extraordinario, increíble e incluso inexplicable que hayan sido los autores de esta. Pamela Lyndon Travers es el paradigma por excelencia de ello. Doy algunas pinceladas sobre su vida.
Cualquiera, tras ver la película de los 60 de Disney, hubiera pensado que la autora de estos libros tenía que ser una señora encantadora, deliciosamente sensible ante la belleza y de afable charla. Según los testimonios de la mayor parte de los que la conocieron, nada más lejos, es más, sus familiares, a su muerte, llegaron a decir que había muerto sin amar a nadie ni ser amada por nadie.
Travers nació como Helen Goff en Australia, y vivió una infancia complicada, con un padre alcohólico que tenía frecuentes problemas en su trabajo, y una madre al borde del suicidio. Al parecer, así nació Mary Poppins y sus fantásticas aventuras, como consuelo y distracción para ella misma y sus hermanas. Con la muerte de su padre, debido a sus adicciones, una tía se hizo cargo de la familia.
Pero Travers pronto desarrolló su vena artística, ya fuera a través de la escritura o del arte dramático, lo que empezó en Australia y culminó en Inglaterra.
Acerca de su vida personal, existen sospechas de que mantuviera una relación lésbica con una mujer con la que convivió mucho tiempo.
“Mary Poppins” fue su gran éxito, a partir del cual escribió varias secuelas, y aunque escribió algún que otro libro desligado del personaje que la haría inmortal, lo cierto es que los libros de la niñera son los que conforman la mayor parte de su obra.
Existen diversas versiones de cómo la obra llegó a Walt Disney, una sugiera que este mismo la descubrió, y otra que fue el propio editor de Travers el que se la mandó. Sea como sea, la escritora se negó en rotundo durante años a cederle los derechos, y sólo los aprietos económicos la harían cambiar de idea. Las personas de la compañía que recuerdan trabajar con ella, la evocan como una persona difícil y contradictoria (incluso existen caricaturas de ella gritando “no, no, no”). Aunque el filme se hizo, a ella no la terminó de satisfacer y expresó su desdén hacia muchas particularidades de este, haciendo constar que esa no era su Mary Poppins sino la de Disney. Al menos supuso un revulsivo para que volviera a escribir más libros sobre su personaje icónico.
El resto de su vida personal no fue menos culebrónica: escogió a una familia pobre y decidió adoptar a sólo uno de sus dos gemelos, cuando los abuelos, al cuidado de estos, le imploraron que no separase a los hermanos, ella se negó en rotundo. Supuestamente, una astróloga le había indicado cual de ellos se portaría mejor. Con su hijo adoptivo intentaría hacer realidad sus fantasías educativas, posiblemente tratando de poner en práctica aquello que había predicado en sus libros. No funcionó. Para colmo, nunca le contó nada de sus orígenes, cuando el chico lo descubrió, buscó a su hermano y lo llevó al que había creído su hogar; cuando tal cosa sucedió Travers no sólo no pidió perdón, sino que echó a ambos de su casa. Como resultado, su hijo acabó con una depresión y a posteriori se suicidó.
Helen Goff o P. L. Travers murió sola. Posiblemente, nadie la había hecho feliz ni ella misma había sido capaz de hacer feliz a nadie… pero, desde que la creó, Mary Poppins ha hecho feliz y ha dado esperanza a millones de personas, y eso, no tiene precio; pocas cosas más benéficas y maravillosas se pueden hacer como algo así. Y es que, como tantos otros artistas, debe ser amada, no por ella misma, no por la persona, sino por su creación, por su obra, esa es su verdadera aportación al mundo.
Las películas
Aunque la compañía Disney no es la única que ha adaptado “Mary Poppins”, sin duda alguna, es incuestionable que sus versiones han sido las más influyentes e importantes para la cultura a nivel global. Por ello será de ellas sobre las que hablaré en este apartado, dejando para el siguiente, el tratar sobre otros casos.
Es más, no tiene vuelta de hoja que la trascendencia del filme original ha sido tal que aún hoy día se sigue viendo con gusto y teniendo la misma frescura y vigencia del primer día… tanto como para que se haga una secuela medio siglo después, y esta sea anunciada a bombo y platillo, con grandes estrellas, y como el gran y más esperado estreno del año. Yo creo que eso lo dice todo.
Sin embargo, antes de empezar y, entre otras cosas, confrontar la obra original con la adaptación, tenemos que tener en cuenta que Disney muy rara vez ha hecho adaptaciones rigurosamente fieles; todas aquellas obras que llegan al cine de su mano, son pasadas por la pátina de la casa y perfiladas con su estilo. Eso no significa que no sean adaptaciones leales a la esencia de las obras originales, pues casi siempre lo son, y eso es lo importante (por ejemplo, es casi unánime que la mejor adaptación de la obra de Carroll “Alicia en el país de las maravillas”, es precisamente la de la compañía del ratón).
Disney siempre ha comprendido que el cine y los otros medios tienen formas y recursos de expresarse diferentes, y teniendo tal entendimiento, a partir de ahí, hacen su trabajo. Ello no quiere decir que se reduzcan a eso, pues, como ya digo, también hacen “su” obra; el toque “Disney” (amado por los más, denostado por los menos) no se escapa a casi ninguna de sus producciones (ni siquiera el personalísimo Dalí, pudo escapar a él con su corto “Destino”, que es tan Disneyano como Daliniano). Y partiendo de ese punto, así debemos juzgar y entender sus adaptaciones; ello nos puede generar aprobación o rechazo, pero es importante entenderlo de cara a hacer una buena valoración de esas obras.
-MARY POPPINS
Crítica como adaptación:
No lo puedo negar, yo, poniéndome en la perspectiva de la autora y empatizando con ella, también entiendo que no le gustase la película, y, de ser ella, posiblemente la hubiese rechazado de la misma manera (si uno piensa en la Mary Poppins original, es inconcebible que se ponga a cantar); pues, como he explicado párrafos más arriba, el filme es tan Travers como Disney, características a menudo incompatibles, por lo que que lo primero debe ceder para ser lo segundo con cierta frecuencia. Justo es decirlo.
Como también es absolutamente justo decir que la obra literaria original es inadaptable tal como está escrita al cine, no creo que funcionara ni como película por episodios, o desde luego, no tan bien (e incluso, si la convirtiéramos en una serie, posiblemente sería mortalmente aburrida)… porque pasar, lo que es pasar algo, en realidad argumentalmente no pasa nada en los libros.
Por ello, es mérito de la Disney el crear un guión que saque lo mejor y más aprovechable para el cine (sí, lo sé, a unos nos gustarán más unas aventuras que otras, pero para gustos, colores) y que además consiga cohesionarlo, cosa que no nos encontramos en la novela original.
Personalmente, y sin ponerme en la perspectiva de la autora (cosa que ya he hecho) desde el punto de vista del cineasta, considero todos los cambios y licencias tomadas absolutamente satisfactorias, necesarias y adecuadas: desde dulcificar algo a la soberbia Mary Poppins a reducir la familia de los Banks o los personajes principales. Depositar el contrapunto humano en el personaje de Bert, también es un acierto.
Por otra parte, lo dicho, tal vez no sea una adaptación fiel, pero desde luego, es leal; así, Travers y Disney se unen en un matrimonio que sólo fue bien avenido en la pantalla.
Crítica como película:
Es una obra maestra, se entendió en su tiempo y la historia lo ha confirmado. Existen tantas películas que no sobreviven a la prueba del tiempo… pero no hay duda de que “Mary Poppins” no sólo ha salido ilesa, sino quizás incluso con más fuerza. Una y otra vez, nuevas generaciones la descubren, viéndola como algo novedoso, y, ahí está lo gracioso, sin saber que eso que están viendo es una obra de cine clásico, que ha sido hecha hace medio siglo… si eso no es prueba de su calidad, no sé qué lo será.
Como ya hablé de la adaptación un apartado más arriba, me centraré en analizar el guión cinematográfico, diciendo que está muy bien llevado y estructurado, ya que, partiendo de las historias individuales e independientes del original, consigue hilarlas con maestría y que verdaderamente parezca que todo sigue una evolución natural, no se experimentan saltos o te preguntas si la historia podría estar presentada de otra manera, todo se presenta tan bien, que das por hecho que la historia es realmente así. Las creaciones originales del guión, también salen muy bien paradas y se integran perfectamente en las tramas, consiguiendo, además, algo muy raro y extraordinario en el cine, que es que los personajes tengan más profundidad psicológica y alcance emocional que los de la obra literaria. Realmente, con los personajes creados por Disney empatizas y te implicas, sientes lo que ellos. Y lo dicho, a todas luces, la trama principal creada por Disney es un absoluto acierto que le da una gran emocionalidad al filme.
La dirección de Stevenson es verdaderamente maravillosa y dinámica; ningún momento se hace largo en esta película. Contiene, además, varios momentos de suma originalidad (algunos provocados por el guión) y avanzados a su tiempo.
A nivel técnico, ¡madre mía!, ¡que se puede decir sino alabanzas!, ¡ya quisiera cualquiera de las películas que se estrenan hoy día envejecer tan bien como esta!. Ello, es muestra de algo que yo defiendo desde hace muchos años: que los efectos especiales siempre son mejores que los digitales, puesto que, si consigues engañar al ojo hoy, también lo harás dentro de cien años; así, filmes como este o “El mago de Oz” (e incluso películas del cine mudo) siguen teniendo trucajes que necesitas que te expliquen para saber cómo se hicieron… en cambio, todo lo digital se nota siempre, es más que evidente ya en el estreno, y con el paso de unos pocos años se ve aún más primitivo y poco verídico (a este respecto, para entender este argumento, una de las mejores cosas que se puede hacer es comparar la primera “Toy Story” con la última).
En definitiva, lo dicho: la dirección artística tiene todo el encanto y la riqueza del viejo Hollywood, al igual que el encantador vestuario; los efectos especiales son absolutamente maravilloso, muy especialmente los de la secuencia animada; la fotografía, si bien corresponde mucho a su época, es perdonable (muchos de los que ven esta película no saben ni siquiera que es “antigua”, con eso lo digo todo), son modas de cada tiempo; las coreografías están también muy bien pensadas, no es para menos, los coreógrafos eran discípulos de algunos de los mayores profesionales del sector de la época, que realizaron trabajos para los grandes musicales de la MGM.
En lo que respecta a la banda sonora, a pesar de que los hermanos Sherman nunca me han terminado de entusiasmar del todo (y eso que han hecho las canciones de algunos de mis clásicos Disney favoritos… aunque el gran compositor vendría luego: el gran Alan Menken), reconozco que hacen un trabajo soberbio en este filme, y aunque suelo deplorar su gusto por la rima fácil con palabras inventadas (muy en boga en la época, por otra parte), lo cierto es que en este filme da un resultado excelente. Así pues, la banda sonora se integra perfectamente en el filme, conformando un musical maravilloso, encantador y perfecto.
Sólo queda hablar del reparto artístico, el cual quedaría ya canonizado como grandes iconos de la Disney gracias a este filme, comento a los que considero más destacables:
-Julie Andrews: la actriz se daría a conocer en el cine con esta película, y ello marcaría su carrera (para bien o para mal, como explico unos párrafos más abajo). En el filme hace un trabajo impecable y sumamente difícil, intentando compaginar y combinar la Mary Poppins de Travers, Shepard (copió detalles de las ilustraciones) y, por supuesto, la que quería Disney. Un equilibrio indudablemente difícil. Pero su dulzura natural, unida a su frialdad británica, la hacen salir airosa y con nota, así, el personaje creado por Andrews tiene sus momentos desagradables (como el personaje original) pero, en última instancia se hace querer (estilo Disney). Como curiosidad, decir que, aunque a Travers al principio le parecía demasiado atractiva, al final consideró que, al menos, “tenía la nariz” del personaje.
-Dick van Dyke: más que para ningún otro, esta es una película de lucimiento para él en la que da rienda suelta a todas sus capacidades, talento y vis cómica; llegando a interpretar hasta dos personajes (es, disimuladamente, el personaje del dueño del banco además de Bert… echar una ojeada al divertido detalle de los créditos finales). Sin duda, le da importancia y se gana al espectador frente a su escaso protagonismo en las novelas. Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, queda eclipsado por Andrews, pareciendo siempre más un personaje secundario… y eso que es el primero que vemos y prácticamente al último.
–David Tomlinson: un habitual de las películas Disney de esa época, este actor es mucho más versátil y capaz de lo que pudiera parecer a primera vista (como demostró en múltiples filmes); y, aunque no tiene un personaje muy agradecido a nivel de reconocimiento de público, merece todos los respectos, que se mire con más atención su interpretación y que esta sea reivindicada como una de las cosas más a valorar del apartado artístico de este filme.
-Los niños: hacen un papel perfecto, lo que debió de ser muy difícil; teniendo en cuenta sus edades y la infinidad de dificultades técnicas que este rodaje suponía. Como curiosidad, decir que el niño (Garber) tuvo un final muy trágico y prematuro. Ella sigue viva y apareció brevemente en la nueva película de la que hago la crítica a continuación.
Por cierto, para ir finalizando, comentar que una de las anécdotas más sonadas de este filme es que Julie Andrews pudo hacerlo por ser rechazada para “My fair lady”, curiosamente el papel con el que había triunfado en Broadway, sin embargo, Warner no la consideraba suficientemente famosa, así que el personaje acabó en manos de Audrey Hepburn (la cual sólo cantó con su voz en una película “Una cara con ángel”). La academia, tenía por norma en aquella época, no nominar a aquellos actores que habían sido doblados, así que Andrews fue nominada por “Mary Poppins” y Hepburn no por “My fair lady” (su dobladora, Marni Nixon, que lo hizo por muchas estrellas, curiosamente, aparecería brevemente haciendo de una de las monjas en “Sonrisas y lágrimas”, película protagonizada por Andrews); para colmo, la primera ganó el codiciado Oscar. Esa sería la culminación de los triunfos de Andrews sobre aquellos que la habían rechazado, pero hubo más: en la gala de los Globos de oro, la actriz se desquitó también contra el director de cine George Cukor, cuando, al recoger el galardón, agradeció en su discurso el no haberle dado el papel que había tenido en el teatro, porque, si no, ahora no tendría ese premio.
Sin embargo, o eso se dice (creo haber leído alguna que otra declaración despreciativa), su agradecimiento a “Mary Poppins” sería efímero… pues posiblemente siempre lo consideró el personaje que la devoró. Yo creo que más bien fue la María de “Sonrisas y lágrimas”: dos niñeras seguidas, dos filmes tan paralelos… el encasillamiento actoral en un lugar como Hollywood y más en tiempos del star system estaba cantado. Pero, del mismo modo, esa asociación de ella con Disney, es precisamente lo que la ha permitido seguir trabajando hasta la actualidad, teniendo una avanzada edad, momento en el que los papeles escasean. Sí, es tan fácil y tentador asociar a Andrews con Disney, como con Minnie Mouse; tal vez porque, la imagen pública que tiene, que se ha creado o que nos han vendido, encaja a las mil maravillas con la casa del ratón.
En definitiva: La película fue un éxito rotundo en su momento, tanto de público, crítica como de premios; y, finalmente, la historia la ha confirmado y coronado como el clásico y obra maestra imprescindible que es.
-MARY POPPINS RETURNS
Crítica como adaptación:
Es imposible dirimir de qué es adaptación exactamente esta película, si del filme original o de la obra de Travers, puesto que depende tan absurdamente de ambos que no queda nada claro… se quiere acercar y a la vez se quiere alejar, pero nunca termina de decidirse. No obstante, como este apartado sirve para hablar de la cuestión literaria, a ello me referiré.
La película en sí misma, ya nació con la contradictoria vocación de ser una secuela de la película de los 60 (y por tanto hacer ver su deuda con ella), acercarse más a la obra de Travers… y a la vez ser un producto original por sí mismo. Si conocéis todo lo anterior o, simplemente habéis leído todo este artículo hasta aquí, sabréis que lograr esos tres propósitos a la vez es casi un imposible… y efectivamente, no se logra.
En lo que respecta a la cuestión literaria, se escogen nuevos episodios, la mayoría también de los dos primeros libros, lo que me gustó y a la vez me apenó: lo primero porque eran unos capítulos con gran imaginería visual y que sabía que quedarían muy bien traspasados a imágenes en pantalla cinematográfica; lo segundo porque, siguiendo la estela del filme original, se adaptaron a su manera… con la diferencia de que esta vez no salió bien.
Así pues, intentan acercarse más a la novela, ser fieles a ella, a la vez teniendo las limitaciones y el ejemplo inseparable de la propia película original… pero a la vez alejarse y crear un producto diferencial… con lo que, al final, no logran nada de ello. Si a Travers la primera no le gustó, con esta segunda hubiera ido directa a los tribunales, pero con la acusación de infamia y alegando su derecho al honor; francamente, es mi opinión que, teniendo en cuenta y valorando su manera de pensar, de ver sus personajes o de lo que opinó sobre la película original, esta segunda parte le hubiese parecido una afrenta contra su obra, una blasfemia de adaptación, una intolerable y oportunista maquina sacacuartos.
Crítica como película:
Ojalá, esta secuela se hubiese hecho hace décadas, en sus tiempos (pero Walt Disney nunca fue de secuelas, ni siquiera se decidió por la de “Blancanieves y los siete enanitos” que se llegó a plantear… eso de las segundas partes es mucho más reciente en la compañía), pues la verdad es que, como sí ha demostrado la película actual y se puede apreciar en los libros, había material de sobra para una y varias más… pero, tal vez, teniendo en cuenta las interminables dificultades ya atravesadas para llevar a la pantalla la original, hacer otra no resultaba de lo más tentador. En cualquier caso, de haberse hecho en los 60, estoy seguro de que hubiese resultado muy buena.
Y, sobre todo, de darse el caso anterior, no tendría el problema de la secuela de la que estoy haciendo la crítica, que es enfrentarse a la larguísima sombra de la precedente: ya no estamos hablando de una peliculita que tuvo cierto éxito hace un par de años, estamos hablando de un clásico plenamente consolidado y reconocido. Las comparaciones van a ser casi inevitablemente odiosas.
En realidad, toda la crítica se podría resumir en algo muy simple: en la secuela se ha cogido lo superficial y se ha obviado la esencia de los originales, la cual que hace que sigan viviendo, interesando y merezcan la pena (un ejemplo muy notorio de ello, y muy ilustrativo, también se dio aquí en España, con la sucesión de “Carlos Rey Emperador” a partir de “Isabel”).
El guión de David Magee empieza mal, pues, como si la película original se hubiese estrenado ayer, decide seguir el lema habitual para las secuelas en Hollywood: de lo mismo, más y más grande. Así pues, copia, bueno, más que copiar plagia, descaradamente la estructura y personajes originales… entonces se da cuenta, y comienza a meter ciertas pequeñas diferencias, como que la historia se desarrolla ahora con los niños Banks siendo mayores (de lejos, lo más original e interesante de la nueva propuesta); Jane sucede naturalmente a su madre sufragista siendo ella sindicalista; los hijos no se meten en una pintura en la acera sino en una sopera pintada; y no hay deshollinadores sino faroleros. Sí, dicho y analizado así suena ridículo, casi a tomadura de pelo pero efectivamente, es así.
No voy a negar, con todo, que el guión de Magee no tenga sus virtudes, la ya comentada de los niños Banks creciditos y que Michael sea un artista teniendo que soportar la cruda y material realidad o que sus hijos sean tan autónomos (y que se hayan reutilizado para la ocasión los nombres de los hermanos que no salieron en el filme original)… etc.
Pero, en general, la estructura no funciona: se ve forzada, artificial, va a trompicones; no hay coherencia ni cohesión, se salta de una aventura a otra sin ningún sentido; y el final llega predeciblemente y sin ninguna emoción.
Tampoco los personajes funcionan o resultan verosímiles: Michael es demasiado buen padre, está sobreprotegido por el guión, obsesionado porque no sea otro señor Banks… cada vez que se enfada, rápidamente se retracta y se demuestra un tipo encantador. A la Jane sindicalista no hay quien la entienda. Y mucho menos su relación con el farolero, un personaje que aparece de repente sin ningún sentido, a la mínima se acopla al grupo sin más, sobrando todo el rato, y haciendo que te preguntes, “¿pero este, qué coño pinta aquí?”, en realidad, pese a que el guión y la dirección lo tratan de lujo (se le concede la primera canción y muchos planos de reacción), acaba por resultar un personaje extremadamente repelente porque es muy evidente que nos lo están metiendo con calzador. Por su parte, los niños son demasiado independientes, resueltos, inteligentes, perspicaces… vamos, que no hay quien se los crea. El resto de los personajes aparecen porque sí, sin más, tienen unas motivaciones absurdas o contradictorias… y tienes que tragar con ello.
Otro terrible defecto del guión es que está empeñado en adoctrinar al público, dando y aportando moralejas de forma obvia e insoportable durante buena parte del metraje. Eso no se ve en ninguna de las obras originales, ni las literarias ni la cinematográfica. Podrá haber, no lo niego, una lección de fondo, pero te tienes que tomar la molestia de sacarla y llegar a esa conclusión tú mismo, no te la encajonan e imponen tan descaradamente como en esta secuela.
Así pues, con un guión plagado de defectos, que debes tragar como quien comulga con ruedas de molino, el resto de aquellos que se ven implicados en la película, no les queda más remedio que intentar salvar lo insalvable… y hay que reconocer que logran aparentarlo con suma dignidad.
El capitán de tal barco hundido de antemano, y que se ocupa de reflotarlo, es el gran Rob Marshall, uno de los mejores, y sin embargo más subestimados directores de la actualidad (que ha hecho grandes obras de las que este blog ha hecho la crítica, como: “Chicago”, “Nine”, “Into the Woods”, o, fuera del musical, la cuarta parte de la saga de “Piratas del Caribe”) puesto que tiene una capacidad innata para el espectáculo y para la creación de imágenes grandilocuentes y fastuosas. Además de una gran inteligencia, tanto visual como metafórica. Amante y experto del género musical (don que no todos tienen); la película le debe muchísimo el no acabar siendo el bodrio previsible, insoportable e intragable que el guión prometía. Hablando claro: tal vez “Mary Poppins returns” no nos cuente mucho, pero al menos lo hace de una forma vistosa, colorista, con imágenes llenas de evocadora belleza y que, por tanto, merece la pena ver y vivir.
A todo ello ayuda un apartado técnico muy desigual, que se ve mayoritariamente afectado por la lacra principal que ya comenté de la película: quiere suceder al original y a la vez ser diferencial; así, en la dirección artística casi no reconoces los escenarios originales o, directamente, se cambian por completo, no hay el más mínimo interés en reproducirlos. El vestuario parece un disimulado plagio descarado del original, un poco más barroco, eso sí. La fotografía no aporta nada del otro mundo. Y si la película original destacaba por sus grandes innovaciones y espectaculares efectos especiales, esta, muy por el contrario, no es más que una vulgar sucesión de efectos digitales que, pasado mañana, estarán totalmente desfasados; da igual, hoy no engañan a nadie, mucho menos lo harán dentro de un tiempo; así pues no hay sorpresa, no hay innovación, no hay nada. También la animación en esta película deja mucho que desear, parece la realizada para una de esas segundas partes comercializadas para salir directamente en formato doméstico o para Disney channel… y es que, desde la desaparición del cine de animación tradicional, Disney ha perdido práctica en el arte que la ha encumbrado, y se nota.
Si se puede, no obstante, recalcar en todo el apartado técnico una muy cuidada estética, pero, como ya he dicho, muy deudora del filme precedente, de una manera demasiado obvia y evidente. Sin embargo, su manera, a la desesperada, de intentar diferenciarse, hace que la secuela parezca despreciar a la original e intentar hacerla de menos (por ejemplo: ¿qué costaba hacer más de un homenaje al vestuario original?, ¿por qué Mary Poppins no aparece con una prenda perfectamente reconocible del primer filme?, ¿por qué, tan innecesariamente, se ha cambiado hasta el diseño del paraguas?, ¿por qué el banco no es el mismo?… etc).
La banda sonora, a cargo de los más que competentes, y de demostrado talento, Marc Shaiman y Scott Wittman (autores, entre otras grandes obras de “Hairspray” o la serie “Smash”), tiene, sin embargo, el mismo problema que todo lo anterior, pero por razones claramente diferentes. A Shaiman y Wittman les pierde el respeto por el material original (es más, fue consultor de la película el hermano Sherman que queda, Richard “Dick”), y como su estilo es mucho más rimbombante y majestuoso que el de los Sherman, mucho más sencillo y sutil, se están todo el tiempo limitando, autocensurando, cortando las alas… cuando parece que la canción despega, se cae. Es decir, el estilo no llega a ser el de los hermanos Sherman pero tampoco Shaiman y Wittman, de modo que se queda en una especie de extraño limbo intermedio; que, aunque resulta escuchable, no es original y mucho menos triunfal o algo maravilloso; simplemente un homenaje al material del primer filme; pero nada más que eso. Es más, hasta tal punto es así, que casi todas las canciones pueden encontrar su equivalente exacto en la película original… y francamente, no salen ganando en la comparación.
Sólo queda hablar de los actores, voy nombrando a los más interesantes (aunque, en general, puedo repetir lo ya dicho, todos palidecen frente a los originales):
-Emily Blunt: Marshall ya se había enamorado de su voz en “Into the Woods”, es más, lloró en su prueba. Así que la eligiera para el papel es comprensible. De hecho, su voz original cantada es de una gran belleza.
interpreta a una Mary Poppins más cercana al personaje original de Travers que la de Andrews, aunque, muy posiblemente, con un exceso innecesario de sofisticación. Desprecia con absoluto desdén la creación de Andrews y no hace ni un sólo guiño, ni una referencia a esta (oficialmente, y aunque varios de los actores de la original salen en la secuela, Andrews se negó. Aseguró que era porque ese era el show de Emily y no quería quitarle protagonismo… viendo el resultado, no me extrañaría que hubiese rencillas entre ambas actrices o algún tipo de problema); con todo, es incapaz de eclipsarla; siempre será “la otra” que hizo “la otra película” de Mary Poppins. Y, sino, al tiempo.
-Lin-Manuel Miranda: el hombre de moda en Broadway, y cada vez más en Hollywood desde Vaiana, era una elección también lógica para el papel. Su voz original cantada a mí no me gusta, yo no sé que le ven.
Sin embargo, tiene un personaje repelente que intenta salvar a golpe de amplia sonrisa, sin éxito. Si el Bert original era un vehículo de lucimiento para el actor, y sin embargo lo aceptabas y te gustaba; el Jack del nuevo filme, cumple las mismas características pero resulta exhibicionista e insoportable.
–Ben Whishaw: al igual que le pasó a su padre en la ficción, hace un papel de lo más memorable y en el que merece la pena fijarse, pero muy poco desagradecido. Su historia es, de lejos, lo más interesante y original del filme, una pena que este no hubiese tirado por ahí, y hubiese implicado más a los adultos en las aventuras mágicas (no estaría fuera de lugar, tal cosa ya se ve en los libros).
-Colin Firth: este “hater” del género musical, al que no le gusta bailar, y no se siente muy cómodo cantando, se libra de ambas cosas en esta ocasión. Sin embargo, ya lleva más de una película del género a sus espaldas (a destacar, la saga “Mamma mia!”). Su personaje es tan inconsistente, y él es tan flojo como actor, que resulta un villano patético, más paródico que temible, pero nada simpático.
-Los niños: con tanto encanto como los originales, a pesar del guión, consiguen robarle planos y secuencias enteras a más de un experimentado intérprete adulto.
Por su parte, los ya añejos Meryl Streep (que Marshall ya había conocido y dirigido en “Into the Woods”, y que en los últimos años ha acumulado una gran y notoria experiencia en musicales, especialmente con la saga de “Mamma mia!”); Dick Van Dyke (el Bert y señor Dews original, que en la secuela vuelve como su hijo ficticio), Angela Lansbury (otra veterana Disney con películas como “La bruja novata” o su doblaje de la señora Potts en “La bella y la bestia”) hacen lo que bien pueden, que en la cuestión física es cada vez menos; salvando, no obstante, la situación muy dignamente.
Por otra parte, citar con detalle los cameos que hay, de grandes actores que forman parte de la filmografía Disney, algunos de ellos de la película original, me parece innecesario, pero recomiendo fijarse bien mientras se ve.
Respecto al doblaje, es desigual, aunque en algunos casos (como muchas otras veces), soluciona los desaciertos de la película.
En definitiva, aunque “Mary Poppins returns” consigue hacerse pasar, con bastante y descarada soltura, como una digna secuela de la original, no está en absoluto a su altura a ningún nivel por todo lo explicado anteriormente. Tampoco como película individual termina de funcionar por lo mismo. Eso no significa que no merezca la pena verla, que sí, pero siempre sabiendo y siendo conscientes de que su calidad es la que es.
Otras obras relacionadas de interés
Como de la gran mayoría de grandes obras, sería imposible enumerar, toda su influencia a nivel global (incluso nacional), supondría un trabajo inabarcable, enciclopédico, fuera del alcance de este blog (y de sus propósitos, por otra parte). Pero para que os podáis hacer una idea, sin ir más lejos, existe una adaptación cinematográfica soviética del libro de Travers. Ahí es nada.
Por lo tanto, me limito a citar algunos ejemplos notables o que considero más remarcables (estáis invitados, como siempre, a aportar los vuestros mediante comentarios):
Consultar aquí y complementar con este otro artículo en el que la anunciaba. Un actual filme de la compañía del ratón Mickey sobre como Walt Disney consiguió los derechos de la díscola escritora.
-MARY POPPINS (EL MUSICAL TEATRAL)
Siguiendo la costumbre iniciada por “La bella y la bestia” de transformar los grandes musicales cinematográficos en teatrales, le llegó el turno también a “Mary Poppins”.
No tuve oportunidad de verlo en el teatro aunque sí de investigar el libreto y escuchar la grabación original de Londres, dónde fue estrenado.
Aunque prometía mucho y fue muy promocionado, parece más bien decepcionante.
El libreto, curiosamente del baron Julian Fellowes (muy conocido por ser el creador y guionista de “Downton Abbey”), aunque recoge más pasajes del libro y modifica cosas de la película, no parece ser capaz de sacar adelante el conjunto con sentido.
Los hermanos Sherman se volvieron a implicar con la banda sonora y, al contrario que con su versión teatral de “Chitty chitty bang bang” (un caso parecido, pues también fue creada a partir del filme y la novela homónima de Fleming), no consiguen un buen traspaso a la escena: Las canciones conocidas no tienen la misma magia y las nuevas no suenan interesantes.
Y por los vídeos que he visto, la puesta en escena tampoco parece nada del otro mundo….
-EL GATO QUE DESAFIÓ A UN REY
Corto realizado con motivo del 40 aniversario de “Mary Poppins” y del relanzamiento de la edición especial en DVD.
Está basado en uno de los capítulos del tercer libro. Julie Andrews, vuelve a participar, eso sí, haciendo de sí misma y sin disfrazarse, para llevar a otros niños a descubrir esta aventura cinematográficamente inédita.
No es nada del otro mundo a ningún nivel (ni artístico ni técnico) pero tiene encanto, se deja ver, es un buen complemento al resto de los productos audiovisuales sobre el tema.
-SIMPSONCALIFRAGILISTICOESPIALID… ¡OH! SO
Una “creación original” como Shary Bobbins (tanto como Ricky Mouse o el Pato Monald) aparece en la casa de la tremenda familia Simpson para reformarlos y hacer carrera de ellos… ¿lo conseguirá?.
Al parecer, el episodio fue idea de uno de los habituales de la serie, Al Jean, que se empeñó en llevar a cabo el capítulo a pesar del escepticismo de algunos de sus compañeros (jamás los Simpson habían tratado con la magia).
El resultado es un completo éxito, una parodia brillante de “Mary Poppins” y de EEUU, muy al estilo Simpson, lleno de momentos hilarantes, especialmente las canciones. Y además, un montón de homenajes a otros musicales como “Oliver” o “Flashdance” (sólo en la versión original, el doblaje cambió la letra); cosa que todos los amantes de este género apreciamos mucho.
Como curiosidad, decir que los creadores trataron de contactar con Julie Andrews para interpretar a su particular versión de la niñera, sin éxito y con una aparente negativa. Más tarde, una vez emitido el episodio, la actriz se dirigió a ellos diciendo que era fan de la serie y que por qué no se lo habían pedido. Ya veis, incluso para determinados niveles las estrellas resultan inaccesibles.
-NURSE MATILDA O LA NIÑERA MÁGICA
Una digna heredera de Mary Poppins, cuya influencia resulta muy difícil negar. Si la niñera de P. L. Travers te parece insuficiente, tal vez deberías conocer a la de Christianna Brand.
Conclusiones
Es imposible negar la importancia de Mary Poppins en la cultura, su influencia, capacidad para convertirse en un icono y facilidad para reconocerla, puede apreciarse aún hoy en día, ya sea a través de una imagen, o incluso de expresiones de la vida cotidiana; forma, innegablemente, parte de ese tipo de cultura popular que asume que todos conocen algo pues es evidente (o se hace imprescindible) que todos han tenido acceso a ello. Es parte de nosotros, todo un mérito, sin duda, porque muy pocas obras han conseguido tal logro, tal honor, que va mucho más allá del simple prestigio… y yo no tengo duda, de que la mayoría de los creadores elegirían, de poder hacerlo, esto para su obra.