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Especial Saga de Los pazos de Ulloa

Publicado el 15 noviembre 2020 por Universo De A @UniversodeA
Especial Saga de Los pazos de Ulloa

Como persona que ha vivido mucho tiempo en Galicia, y que está totalmente fascinado por su cultura (de hecho, realmente me encanta esa arquitectura civil tan especial del antiguo Reino que son los pazos... su ecléctica evolución es cautivadora), difícilmente podía resistirme a una de sus autoras claves (y de toda la literatura española, Europea -ya en vida fue muy conocida a ese nivel-, e incluso universal), y más a una novela que hablaba de esta región ya mencionada y de como era la vida en esos magníficos edificios.

De hecho, la intención determinante y definitiva para su lectura (que había rondado durante años mi cabeza sin alcanzar consistencia real) vino justo después de hacer un recorrido que había organizado para mi grupo por varios pazos de la provincia de Coruña (y sí, Meirás estaba entre ellos... y no, no resultó fácil entrar... pero esa es otra historia) en los cuales, se nos citó varias veces la obra de la ilustrísima Condesa... estaba claro, era una obra de referencia, es más, era de ese tipo de novelas que, sin llegar a ser ensayo histórico, consiguen colarse en las monografías y discursos serios debido a que su calidad y trabajo documental es tan incuestionable, que van más allá de ser un simple y entretenido relato (y por tanto una ficción) para transformarse en una fuente de información. Y tal honor no está al alcance de todas las obras, ni siquiera de las más grandes o los clásicos más consolidados, pero sí es una característica que algunos de ellos tienen en común ("Don Quijote de la Mancha" sería otro buen ejemplo de ello).

Así pues, en otro de mis viajes a Galicia, ¡ya no había más excusas!, la consideré la novela más apropiada para amenizar las horas muertas del trasiego viajero... y fue así como descubrí esta preciosa saga y culminaría definitivamente mi historia de amor platónico-literario con la autora...

Los libros
Especial Saga de Los pazos de Ulloa

Emilia Pardo Bazán acostumbraba (cosa bastante habitual en la época) a dividir sus novelas en tomos; y, a menudo estas en partes, en principio independientes entre sí, pero, en el fondo y realmente, claramente interdependientes.

Ese es el caso de "Los pazos de Ulloa" y "La madre naturaleza", y por ello he calificado a ambos libros de saga en el título.

Ciertamente sus argumentos son distintos y los que son personajes de fondo en una son protagonistas en la otra y viceversa... pero es innegable que si uno lee una sola de las novelas quedará bastante desinformado y será como si le faltara una parte de la historia; pues, en realidad "La madre naturaleza" no deja de ser una eficaz secuela de "Los pazos de Ulloa", ya que continúa la historia una generación después y se sabe que ha sido de todos los personajes de la primera parte... cierto que uno no se pierde pues la escritora se toma la molestia de ayudar al lector que haya podido no leer la primera parte... pero lo dicho, se va menos informado y por tanto con menos interés y cariño por unos personajes que ya conocíamos de antes.

Si sólo se quiere leer una de ellas, la más famosa es "Los pazos de Ulloa", conocida como icónica novela cumbre de su autora. No obstante, lo dicho, si no se lee la secuela, será como si faltara por conocer la mitad del resto de la historia (y más teniendo en cuenta el impactante final de la primera novela); y si sólo se leyera "La madre naturaleza", se irá con mucha falta de información y no se disfrutará tanto, puesto que faltarán muchos precedentes.

Sin embargo, sí que es bueno aclarar que, a pesar de ser dos novelas que en teoría se deben de leer sucesivamente (y que de hecho, fueron escritas así), lo cierto es que el estilo varía mucho de una a la otra: para la primera, la Condesa hace uso del naturalismo que caracterizó buena parte de su obra; en cambio, para la segunda su lenguaje se vuelve menos llano para volverse más poético y metafórico. Tal vez estos estilos buscaban ir también en armonía con el ambiente o los personajes, así, la crudeza del estilo del primer libro podría ilustrar la vida agreste de los pazos de Ulloa; y lo poético del segundo podría estar refiriéndose o haciendo un acercamiento a la mente de Gabriel Pardo, su visión y perspectiva del mundo.

Y, en realidad, si queremos establecer o analizar la dualidad entre las dos novelas (más allá de la cuestión de la secuela) las dos caras de la moneda, el díptico que se complementa, el enlace entre ambas obras... no falta con qué; por ejemplo: con el personaje de don Gabriel (en "La madre naturaleza") y con don Julián (en "Los pazos de Ulloa") sin duda también tenemos para un buen debate acerca de esta cuestión; ya que, aunque sea de modos distintos, ambos son personajes ingenuos, candorosos, rectos, virtuosos, y que, a pesar de sus buenas intenciones, acaban desencadenando y sufriendo tragedias sobre sí mismos o sobre los demás, precisamente a causa de sus buenas acciones. Sin duda es una de las múltiples reflexiones y debates que la saga puede sugerir.

Especial Saga de Los pazos de Ulloa

-LOS PAZOS DE ULLOA

Esta es sin duda la novela icónica de la Condesa de Pardo Bazán, la primera que se cita cuando se habla de ella. No hay duda de que la cuestión estilística de su culminación en el naturalismo tiene mucho que ver, pero está claro que no es sólo eso, sino que además se trata también de una obra identitaria, en la que es fácil relacionar a la autora y sus escritos (no en vano, ya fue un exitazo desde su primera aparición en el mercado).

Y es que el argumento no podría ser más gallego, tanto, que resultaría muy difícil que lo hubiese escrito alguien que no fuese de esa región, y eso se nota especialmente en los pequeños detalles, en las descripciones de costumbres y personajes, hay un claro conocimiento del medio, no sólo una exhaustiva documentación... por otra parte, la evidente emoción e implicación que se pone en todo ello, hace ver la complicidad, a favor o en contra, de la autora.

Que nadie se lleve a engaño, el evidente amor que siente por su tierra la señora Condesa de Pardo Bazán no la lleva a verla con ojos de hagiografa o aduladora, muy al contrario, ese amor le lleva a mostrar todo, lo bueno y lo malo.

Pero no nos equivoquemos, la novela es un clásico precisamente porque los temas que trata, las emociones de las que habla son universales: ambición, hipocresía, codicia, falsa o doble moral, miedo, buena intención, lo que se debe hacer frente a lo que se hace en realidad... etc.

Y no es menos el interés que tiene a nivel histórico, pues trata una época de la historia de España, vista, no desde la perspectiva tan manida de lo capitalino, sino desde la provinciana, lo periférico, el cómo acontecimientos que suceden a kilómetros de distancia afectan incluso a esa zona aislada, agreste y establecen los lazos y relaciones de poder entre todos los que conviven en el lugar; pues los cambios de la historia y del país, también, tarde o temprano, acaban por afectarles, por más anclados que estén (o quieran estar) en el pasado.

La verdad es que sorprende como el argumento de la novela (que en el fondo, si lo analizamos seriamente, no es gran cosa, y en manos de otro escritor sería algo burdo, vulgar y culebrónico) gana, por el estilo de la escritora, por su inmensa capacidad para meternos en el drama, levantarnos emociones, suscitarnos intriga y tenernos absolutamente enganchados hasta el brutal final (sin duda, uno de los más implacables e impactantes de la literatura, o al menos de todo lo que yo he leído... nunca se hizo un mejor cliffhanger, antes de que se inventara tal termino).

Y efectivamente, es lógico que esta novela sea considerada el culmen del naturalismo literario, y es que sus minuciosas (pero no pesadas) descripciones de los ambientes, realmente te permiten entrar en lo que era la vida en la Galicia de la época, hacer un auténtico recorrido, cual si viajases con una máquina del tiempo, para introducirte en la vida de esas personas de lo más profundo del rural gallego decimonónico.

Posiblemente, además de las descripciones de los ambientes, lo más apreciable en la novela sean los personajes, no porque sean especialmente extraordinarios y especiales (muy al contrario, y según intención de la autora, son de lo más normales, de lo más naturalistas), pero el talento de la ilustre Condesa consigue que resulten extremadamente interesantes, intrigantes, y que todos sus actos y pensamientos se lean con intensidad.

También llama la atención el como la Pardo Bazán consigue encontrar la belleza en lo grotesco y hacerlo admisible, comprensible e incluso agradable, sin por ello quitarle una pizca de su desagradable esencia de origen (un raro talento, que pocos consiguen sacar adelante con estilo, personalmente, ahora sólo se me ocurre Visconti, como otro que tuviera también ese don)

En definitiva, es una de esas novelas que no se olvidan, que quedan marcadas a fuego en nosotros después de haberlas leído, cuyo impacto y recuerdo siempre nos acompaña en nuestras próximas lecturas (e inevitablemente establece injusta comparación).

Y para mí, personalmente, la he considerado una de las novelas más brutales, a nivel emocional, que he leído.

Concluyendo: un imprescindible, todo el mundo debería disfrutar alguna vez de la obra de Emilia Pardo Bazán, y de elegir alguno de sus libros, sin duda este tiene todos los méritos para ser uno de los más icónicos e importantes de toda su producción literaria.

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-LA MADRE NATURALEZA

"Nunca segunda partes fueron buenas"... excepto si son de la señora Condesa de Pardo Bazán, claro está.

No hay duda de que el final de "Los pazos de Ulloa" deja ganas de continuar la historia, es tan impactante que no te puedes creer que acabe así... sin embargo, "La madre naturaleza" no continúa para nada por dónde se espera que vaya... y con todo es una obra plenamente satisfactoria y nos ayuda a saber que fue de los personajes, despejar incógnitas, y en cierto modo, a reducir la conmoción del final de la primera parte (aunque sólo sea para reservarnos otra al final de esta segunda, pero bueno).

Curiosamente, el estilo literario cambia drásticamente, se pasa de un lenguaje cercano, naturalista, de descripciones apegadas dibujar lo real, a un habla muchísimo más poética, ornamentada, que se regodea en la belleza de las palabras y de las metáforas que usa... tal vez, reflejo del nuevo personaje protagonista, Gabriel Pardo, como, tal vez, el estilo del libro anterior pretendía reflejar lo primitivo y básico de los pazos de Ulloa... o quizás dos maneras de enfocar la naturaleza de Galicia: el rural agreste y el bucólico... sea como sea, se consigue otra obra maestra que, como se ve, suscita las más variadas reflexiones y debates en torno suyo.

La segunda parte toma como protagonistas a la generación siguiente, aunque no se olvida de casi ningún personaje de la primera parte, y de casi todos sabemos que ha sido, que han estado haciendo o como han sobrevivido en esos años (una gozada para los lectores de la anterior obra, por otra parte), sin embargo, no se centra en ellos, puesto que todo se centra en sus sucesores.

La novela se originó a partir de un debate moral de la época sobre si los instintos hacían bueno al hombre por sí mismo y si era la sociedad quien lo corrompía con su cultura; en la obra, la señora Condesa se pone del lado de la cultura, dejando claro que los instintos descontrolados y sin educación o información llevan a cometer acciones reprobables (no diré cuales, para no dar información de más, como sucede en tantos otros sitios que te desvelan medio argumento de la novela -final incluido- y te estropean parte del impacto de esta).

Hay muchos personajes interesantes, pero, tal vez, a mí el que más me gustó fue Gabriel Pardo, quizás en parte por identificación, pues la ilustrísima Condesa sabe describir sumamente bien el espíritu y las tribulaciones del alma de un soñador... en cualquier caso, con toda probabilidad, es el personaje mejor conseguido de toda la novela.

Ciertamente, la segunda parte no supera a la primera en ciertos aspectos, aunque en otros sí... es casi, como si fuera otra novela pero con los mismos personajes.

Con todo, yo disfruté mucho con su lectura y acabando esta saga de "Los pazos de Ulloa", por lo que no me queda más que recomendarla encarecidamente.

La autora: la Ilustrísima señora II Condesa de Pardo-Bazán y I de la Torre de Cela, doña Emilia Pardo Bazán y de la Rúa Figueroa
Especial Saga de Los pazos de Ulloa

Y con este especial también introduzco a la ilustrísima Condesa de Pardo Bazán entre mis Grandes Personajes.

¿Por qué?, la pregunta más bien debería de ser, ¿por qué no hacerlo? la verdad es que tiene todas las virtudes que a mí me pueden agradar; pero quizás, la que más me gusta por encima de todas, es que demostró ser una artista por encima de todo, que la necesidad de expresarse era más fuerte en ella que cualquier otra cosa; como para renunciar a todo por ello, y estar dispuesta a pagar el precio que ello implicaba.

Quizás en todo ello también tenga mucho que ver la cuestión de su educación, pues sus padres le permitieron una instrucción sumamente avanzada para la época, y doña Emilia, la aprovechó enormemente y se demostró precoz muy prontamente en sus lecturas, teniendo unos autores y obras favoritas muy por delante de lo habitual en su edad.

Pero no nos confundamos, Emilia Pardo Bazán era una señorita bien, que debía de llevar ese tipo de vida que se esperaba de ella, y por tanto, está claro que su educación fue conservadora (ante todo lo cual acabó por revelarse); no en vano, su padre era el I conde pontificio de Pardo Bazán (los títulos nobiliarios entregados por el Papa, hoy costumbre abandonada, eran otorgados a quienes se consideraba que habían prestado un especial servicio a la Iglesia, en el caso del padre de la escritora, por su defensa como político de esta. Son títulos vitalicios, es decir, no hereditarios, pero a menudo han sido revalidados, ya sea a través de la propia Iglesia o "homologados" -convertidos en título del Reino- en el país de origen del concesionario, generalmente por los descendientes o sucesores en el título, y por tanto, directa o indirectamente, convertidos en hereditarios); y teniendo en cuenta las facciones del XIX español, no nos cuesta imaginar que planes de vida tenían estos padres para su única hija y heredera.

Y efectivamente, apenas entrada en la adolescencia (16 años concretamente) se casa con el que sería su marido, José Quiroga, unos pocos años mayor. El matrimonio fue bien avenido: doña Emilia tuvo la inmensa suerte, para la época, de encontrarse con un marido que la apoyaba en sus intereses literarios y que le permitía escribir, presentarse a certámenes (en uno ganó a Concepción Arenal, que nunca se lo perdonó -otra de las grandes mujeres gallegas de esta época, que también tenía su propio concepto de cómo debía avanzar y ser la mujer-) y después publicar; Emilia Pardo Bazán volaba libre, su imaginación podía dejarse llevar y su espíritu artístico fluir sin problemas; fue así como salieron a la venta sus primeras novelas, además de las más diversas publicaciones; y ella, como toda auténtica artista, pronto quiso interesarse y saber que se sucedía en otros ambientes artísticos, que estaba pasando en otros círculos intelectuales y codearse con más gente como ella, con sus mismos intereses e inquietudes.

Sin duda fue en ese momento, cuando se hizo notar (no olvidemos que esta es una época en la que la mujer debe reducir su papel a ser el "ángel del hogar" y soporte de su marido, papel que la talentosa Condesa se negó a ejercer, o no al menos totalmente) y probablemente se ganó algunos de sus peores y más acérrimos enemigos, entre ellos, algunos tan notorios como Leopoldo Alas "Clarín" (probablemente por envidia, quizás también un machismo rancio, y seguramente por intolerancia y falta de apertura mental -siempre, de un modo u otro, se le recriminó el ser mujer, y parecía ser un halago el hecho de que escribiera "como un hombre" en palabras de Zola-)... pero a cambio, también ganó grandes amigos como Benito Pérez Galdós.

Aunque, sin duda alguna, el momento cumbre de su vida, aquel que decidiría si pasaría a la historia o no, sería el momento de la famosa cuestión palpitante: tras publicar una serie de artículos defendiendo el naturalismo francés y la figura de Émile Zola, se crea un gran escándalo, y las críticas le llueven por todos los lados a la que debía ser una discreta mujer casada y madre amantísima, al fin y al cabo, ¿qué hace una señora decente defendiendo una literatura atea y pornográfica como se consideraba la francesa?, ¿qué clase de madre es y qué ejemplo da a sus hijos?, y lo que es más importante ¿por qué su marido no es capaz de controlarla?, ¿qué clase de calzonazos es?... por primera vez, José Quiroga (con el que doña Emilia había tenido ya a todos los hijos que tendría) no puede seguir apoyando o permitiendo a su esposa seguir con sus inquietudes: son una familia decente y no hay necesidad de protagonizar escándalos a nivel nacional, esto ya es demasiado... así que pone a su mujer en un terrible brete: o él o su obra, debe renunciar a una de las dos cosas, pues ambas juntas ya no pueden ser.

Contra todo pronóstico, y todo lo imaginable para una señora de buena sociedad de la época, Emilia Pardo Bazán escoge su obra. Para quien no tenga alma de artista, esta decisión resulta imposible de entender ¿cómo renunciar a todo, a la persona a la que quieres y que te quiere, sólo por escribir?, pero quien sienta la llamada del arte, sabe que la necesidad de expresarse es tanta y tan poderosa, que puede más que ninguna otra cosa, que renunciar a ello sería como renunciar a una parte de ti, como quedarte tullido, incompleto, que es imposible conocer felicidad alguna sin la posibilidad de que te permitan ejercer tu creatividad y dar a luz a todo lo que tienes que aportar. Sí, Emilia Pardo Bazán pudiera haber llevado una vida cómoda, agradable, despreocupada, de gran señora de la época, y su única decisión crucial vital el resto de su vida hubiera sido si salir al paseo aquella tarde o si establecer el lunes como día de visitas (y tampoco se hubiera tenido que molestar demasiado, ya que su marido tendría bastante que decir en esa vida hipotética)... pero no eligió eso. Muy por el contrario, eligió el camino casi siempre espinoso, retorcido e hiriente del arte (ya que no hay rosal del éxito sin espinas)... pero, como ya digo, cuando se tiene esa vocación, simplemente no se puede elegir otra cosa, es algo que está por encima de ti.

Así pues, el escándalo de la cuestión palpitante culmina con la separación definitiva de la pareja, que fue, más o menos amistosa, pues aunque no se querían ni ver (cuando tenían pensado ir a la residencia dónde estaba el otro, avisaban para que este la abandonara a tiempo); lo cierto es que a la muerte de su marido, la ilustre Condesa asistió a su entierro y le guardó luto durante un año. Y tampoco es menos cierto que Quiroga participó en algún homenaje a su esposa y siguió su carrera desde la lejanía.

Por otro lado, la vida del marido fue sumamente discreta una vez separado de su notoria mujer... no así tanto la de la pícara doña Emilia, que, una vez roto su matrimonio, acabó encontrando consuelo, y nuevamente el amor, en los no menos ilustres brazos de otros grandes personajes de nuestra historia del arte como podrían ser Benito Perez Galdós (con cuya encendida correspondencia podemos comprobar lo humano que hay en los artistas más allá del mito y la sacralización a la que los sometemos a posteriori) o el mecenas Lázaro Galdiano.

Sea como sea, tuvo la suerte de tener el apoyo de su familia, especialmente de su madre, con la que siempre convivió y que fue un puntal básico de su vida. No lo fue menos su padre, cuya muerte, consideran muchos críticos, la llevó a una evolución literaria.

A la Pardo Bazán, como demasiadas veces pasa con tantos artistas, se la ha querido encajonar en miles de apartados, para tratar de legitimar ideas políticas o artísticas... pero lo cierto es que ella misma en vida ya no se dejó: su recorrido político (si así puede ser llamado) es extremadamente tortuoso, errático y cambiante; sus ideas acerca de todo (arte, ciencia, religión...) variables e incluso contradictorias... de modo que se ve que, como todos los auténticos artistas, en el fondo se trata de una apolítica y apartidista que simplemente quiere defender lo que considera que es justo y que está bien; no rechaza ni condena el progreso y las nuevas ideas, pero tampoco la tradición; es un ejemplo magnífico de como pueden convivir modernidad y pasado. Pero, sobre todo, lo que más se percibe en ella es una gran inquietud, un gran deseo de saber, una ansia inmensa de cultura y curiosidad innata, de experimentar, de descubrir nuevas cosas sin por ello olvidar sus orígenes, y sobre todo, de ser capaz de compatibilizarlo todo sin necesidad de ruptura. La prueba de todo ello (a nivel artístico) es que ella nunca practicó el naturalismo francés como tal, ni siquiera el realismo español, e incluso se llegó a inclinar por nuevos movimientos como el modernismo, simbolismo o el idealismo.

Sea como sea, el resto de su vida, fue una lucha incesante, pero plagada de triunfos o de medios triunfos al menos (situaciones que crearían precedente o que se convertirían en triunfos a posteriori): fundó una revista; fue la primera mujer catedrática... aunque sólo un alumno acabó yendo a todas sus clases; fue candidata a entrar en la RAE, pero la negación continua de sus académicos la llevó a crear su propia academia, que acabaría siendo lo que hoy es la RAG (Real academia galega), de modo que acabó siendo académica igualmente; sí fue aceptada en el Ateneo de Madrid (aún hoy cuelga allí su retrato)... y siempre se habló de su obra, que siempre generó polémica y resultó destacable.

Prueba de ello es que el Rey Alfonso XIII quisiera convertir en título del Reino el condado pontificio de Pardo Bazán, a lo que ella accedió, para pedir después que le cambiara la denominación por Condado de la Torre de Cela... una vez conseguido y acto seguido, se lo cedió a su hijo como regalo de bodas, y ella revalidó el título pontificio del Condado de Pardo Bazán, para el que pidió el reconocimiento en el Reino de España, pues ella se había quedado sin el Condado de torre de Cela... y fue así como se hizo, ingeniosamente, con dos títulos nobiliarios para su familia.

De poco sirvió sin embargo, la tragedia se cebó con su familia, y poco a poco, sus descendientes directos fueron desapareciendo, ya en vida de ella y su marido, vieron morir a su hijo Jaime... de hecho, a día de hoy no queda ninguno.

Pero si bien no quedan herederos humanos, los literarios han sido de lo más fecundos, aún siguen vivos, y proclaman aún hoy el nombre y genialidad de su madre a los cuatro vientos... y eso es algo que cualquier artista desea por encima de cualquier cosa, porque alguien con alma de artista, habla, se expresa, es, su obra; para una persona con este espíritu la persona carece de importancia frente a la obra, que es lo verdaderamente valioso e inmortal. Eso, más que nada, es seguramente lo que la señora Condesa querría que le sobreviviese.

En definitiva, la ilustrísima doña Emilia Pardo Bazán me parece una persona muy admirable por muchas cosas, aunque destacaré especialmente: su absoluta e incondicional entrega al arte; su constancia y perseverancia; su capacidad de enfrentarse a la adversidad; su creencia en sus ideas contra viento y marea; o la defensa de sus ideales y de lo que ella consideraba justo (que al final resultaron ser las ideas más avanzadas) incluso aunque se tuviera que enfrentar a todo el mundo y pareciese ser la única que defendía esos pensamientos; y por supuesto, también por ser capaz de enfrentarse a su época y conseguir sobreponer su talento por encima de cualquier otra cuestión, consiguiendo hacerlo brillar incluso teniendo, en principio, todas las cartas y posibilidades en contra, por lo cual es todo un mérito cuando consiguió cambiarlas o, al menos, sentar un precedente del cambio, dar un primer paso que acabaría por iniciar un nuevo camino. Sin duda, por todo eso, es todo un ejemplo a seguir y admirar.

La miniserie
Especial Saga de Los pazos de Ulloa

Curiosamente, tuve que pausar la lectura del libro homónimo durante un tiempo, y no pude resistirme a saber cómo continuaba la historia... y aunque sabía que no sería la mejor idea adelantar el visionado de la serie a la lectura del libro (básicamente porque, si el audiovisual me decepciona, puede condicionar mi interés por continuar leyendo; y no porque me importe saber el final o demasiado sobre la trama... la verdad es que yo en los libros lo que más aprecio son los detalles, el aumentarme la historia y su óptica), simplemente, tuve que ver esta miniserie de RTVE; al fin y al cabo, lo iba a acabar haciendo seguro más tarde o más temprano... (me encanta ver y analizar las adaptaciones de un medio a otro, el diálogo entre las artes... etc).

Hubo un tiempo en el que TVE realmente cumplía excelentemente con su función pública, y produjo numerosas miniseries basadas en grandes obras de la literatura española o en grandes personajes históricos... yo he visto una buena parte de ellas, pero la verdad, desgraciadamente encuentro muy pocas salvables, de hecho, ahora mismo sólo consigo tener un buen recuerdo de "La Regenta" (de Fernando Méndez-Leite) o "Arroz y tartana" (José Antonio Escrivá).

Y, desafortunadamente, esta versión de Gonzalo Suárez de "Los pazos de Ulloa" no es una excepción (aunque tampoco podía esperarme otra cosa, pues no recuerdo que me gustara ninguna otra de sus películas, por ejemplo, su versión cinematográfica de "La Regenta", o su revisión de esta con "Oviedo express").

De hecho, a pesar de que se supone que Suárez es un director de cine, además asturiano (y ya se sabe que "gallegos y asturianos, primos hermanos"), el producto final no podría resultar más televisivo, acartonado y artificial... además de que da la sensación de que ya nació viejo, y me da la razón el ver lo mal que ha envejecido.

Nada hay en esta miniserie del encanto de la novela: de la morriña gallega, del desmesurado cariño que la señora Condesa siente por su tierra; nada se refleja de su elegante estilo literario, del delicioso decadentismo por el que nos pasea, de la magia real que nos presenta, del como dibuja las costumbres, vida cotidiana y pequeñas cosas de aquel tiempo en el antiguo Reino de Galicia... etc; de modo que, el guión de la película simplemente se limita a simplificar, contar e interpretar malamente el argumento de la novela, a reducirlo y rebajarlo todo a su punto más vulgar y melodramático; en definitiva, la miniserie tiene el nada loable mérito de transformar una obra maestra en un culebrón de sobremesa sin demasiado interés, de esos que se ponen más para dormir o para tener algo de ruido de fondo en casa, que para ver.

Por supuesto, el resultado en imágenes acaba siendo inevitablemente penoso; con una dirección plumbea, desganada, carente de todo climax e impacto dramático (es decir, justo lo contrario de la novela) que no consigue de ningún modo que la historia que cuenta levante vuelo, sólo que se arrastre penosamente durante toda la duración del producto; además de una fotografía televisiva de la época a más no poder, que resalta todos los defectos de lo que se ve, y que por encima es incapaz de reflejar y aprovecharse de la belleza de los parajes gallegos; unos decorados acartonados que se perciben a una escala demasiado pequeña para lo que deberían ser, combinados fatalmente con unas localizaciones a las que se empequeñece y no se les saca ningún partido estético; un vestuario sumamente anodino y poco imaginativo... etc.

Y no es que podamos decir que en la novela se hable de lujo y grandiosidad, o que se deba mostrar mucho oropel dorado y que es eso lo que la miniserie no ha conseguido aportar por falta de medios (además, estos productos eran tratados con mucho cariño por televisión española -y con razón-, otra cosa es que hubiera el talento necesario para realizarlos y luego el resultado fuese el que fuese... pero la creatividad y virtudes similares ya no se pueden comprar con dinero)... pero es que ni siquiera se consigue plasmar bien en el filme el punto oscuro, bestializado y vulgar del lugar que tan bien se refleja en la novela ("Los pazos de Ulloa" no es "El gatopardo", aunque ambas novelas tengan similar temática, creando una especie de subgénero decimonónico acerca de la decadencia de la aristocracia que se estiló bastante en el periodo).

En definitiva, a nivel visual, la película, peor, casi imposible; y dado que también falla a nivel narrativo... pues no hay por dónde cogerla. Lo único que tiene salvable es que se basa en la obra en la que se basa, y para eso... pues mejor leerse el libro que es una obra maestra incuestionable y se disfrutará mucho más. Sin mencionar que, lo ya dicho, una mala adaptación audiovisual puede destruir injusta e innecesariamente el deseo por leer una buena obra literaria, por creer que la segunda será igual que la primera... y ello es así, del mismo modo que, a la inversa, tantas veces, un producto audiovisual bien inspirado nos lleva a leer el original en libro.

Y todo ello sin mencionar que son cuatro absurdos capítulos en los que sólo se cuenta una de las obras (no como he leído en sinopsis por ahí, de personas que claramente no han visto o no han leído los productos correspondientes), alargando innecesariamente la historia y encima dejándola a la mitad (pues, en el fondo, es así -para más detalles, leer arriba-).

Tampoco recuerdo a ningún actor que esté especialmente bien (como mucho Victoria Abril), y eso que son actores de reconocida solvencia... pero parece que estén perdidos en los diminutos sets... y en sus personajes.

En definitiva, la, de momento y que yo sepa, única adaptación audiovisual de "Los pazos de Ulloa" no sólo no le llega ni a la suela de los zapatos al original, sino que tampoco es un buen producto en sí mismo... habrá que esperar a que alguien se decida a revisar esta gran obra de la ilustre Condesa; quizás para el cine, o tal vez, de nuevo por encargo de TVE (eso en el caso de que esta vuelva a hacer sus series míticas, cosa que estaría muy bien, y, como ya digo, va excelentemente con su función pública), para poder ver una buena versión audiovisual de este magnífico clásico de la literatura gallega, española y universal.

Algunas citas memorables
Especial Saga de Los pazos de Ulloa
De los libros "-Hay que tomar el mundo según viene... -murmuró filosóficamente-. Ser bueno es lo que importa; porque ¿quién va a tapar las bocas de los demás? Cada uno habla lo que le parece, y gasta las guasas que quiere... en teniendo la conciencia tranquila.... -No, señor; no, señor; poco a poco -replicó acaloradamente Julián-. No sólo estamos obligados a ser buenos, sino a parecerlo; y aún es peor en un sacerdote, si me apuran, el mal ejemplo y el escándalo, que el mismo pecado. Usted bien lo sabe, Eugenio; lo sabe mejor que yo, porque tiene cura de almas. -También usted se apura ahí por una chanza, por una tontería, lo mismo que si ya todo el mundo le señalase con el dedo... se necesita una vara de correa para vivir entre gentes. A este paso no le arriendo la ganancia, porque no va a sacar para disgustos." "Él era sencillo como la paloma; sólo que en este pícaro mundo también se necesita ser cauto como la serpiente" "Los altercados de don Pedro con su tío iban agriándose, y vino a envenenarlos la discusión política, que enzarza más que ninguna otra, especialmente a los que discuten por impresión, sin ideas fijas y razonadas" "Así andan las cosas de España: mucho de revolución, de libertad, de derechos individuales... ¡Y al fin, por todas partes la tiranía, el privilegio, el feudalismo!, porque, vamos a ver, ¿qué es esto sino reproducir los ominosos tiempos de la gleba y las iniquidades de la servidumbre?". "Hay problemas que sólo lo son planteados a sangre fría; en momentos de apuro, los resuelve el instinto con seguridad maravillosa. Julián estaba determinado a faltar a la verdad sin escrúpulos". "Hay momentos críticos en que la mente acaricia dos o tres soluciones violentísimas, extremas, y la lengua, más cobarde, no se atreve a formularlas". "Forzoso es reconocer, no obstante, que en la época de la revolución, la exaltación política, la fe en las teorías llevada al fanatismo, lograba infiltrarse doquiera, saneando con ráfagas de huracán el mefítico ambiente de las intrigas cuotidianas en las aldeas. Vivía entonces España pendiente de una discusión de cortes, de un grito que se daba aquí o acullá, en los talleres de un arsenal o en los vericuetos de una montaña; y cada quince días o cada mes, se agitaban, se debatían, se querían resolver definitivamente cuestiones hondas, problemas que el legislador, el estadista y el sociólogo necesitan madurar lentamente, meditar quizás años enteros antes de descifrarlos, y que una multitud en revolución decide en pocas horas, mediante una acalorada discusión parlamentaria, o una manifestación clamorosa y callejera. Entre el almuerzo y la comida se reformaba, se innovaba una sociedad; fumando un cigarro se descubrían nuevos principios". "Conviene saber que ninguno de los dos adversarios tenía ideas políticas, dándoseles un bledo de cuanto entonces se debatía en España; mas, por necesidad estratégica, representaba y encarnaba cada cual una tendencia y un partido". "Era además hombre que prefería servirse de medios legales y manejar el código, diciendo que no hay tan seguro modo de acabar con un enemigo como empapelarlo". "Como sentimos de noche, sin verla, la niebla húmeda que nos penetra y envuelve, así sentía Julián la desconfianza, la malevolencia, la sospecha, la odiosidad que iba espesándose en torno suyo. Era cosa indefinible pero patente". "Recta había sido la intención, y amargo el fruto" "Aquel hombre desconocido, mal encarado y en acecho, le infundía el pavor irracional de los niños, que adivinan peligros cuya extensión ignoran". "En el cielo estará desquitándose de lo sufrido en esta tierra miserable, donde sólo martirios aguardan a un alma como la suya" "La calumnia puede empañar el cristal de la honra, no mancharlo"

"Los pazos de Ulloa".

"El que se mete debajo de hoja dos veces se moja"

"Tantos años con aquello (vocio), y al fin iba durando: luego no era cosa de muerte"

"le gustaba sobre todo platicar con los curas o con los aldeanos viejos y duchos, en quienes, a falta de instrucción, la experiencia de una larga vida ha desarrollado cierta inteligencia práctica, haciéndoles depositarios del caudal del saber popular, ancho cauce de arena donde a trechos brilla alguna partícula de oro o algún diamante en bruto" "El clero es el reflejo de la sociedad en que vivimos. No estamos ahora en los primeros siglos del cristianismo" "Dijo esto don Gabriel golpeando familiarmente en el hombro del médico, porque veía a éste colgado de su boca y oyéndole como a un oráculo, y no quería poner cátedra. Sucedíale a veces avergonzarse del calor que involuntariamente tenían sus palabras al discutir o afirmar, y para disimularlo recurría a la ironía y a la broma. Juncal se extasiaba encontrando tanta sencillez y llaneza en aquel hombre cuya superioridad intelectual, social y hasta psíquica le había subyugado desde el primer instante" "Estoy encantado con mi tierra (Galicia), don Máximo... Es de los países más poéticos y hermosos que se pueden soñar. Yo no conocía ni esa parte de Vigo, tan pintoresca, tan amena, ni esto de aquí; y lo poco que ya he visto, me seduce... El suelo y el cielo, una delicia; el entresuelo... gente amable y cariñosa hasta lo sumo; las mujeres parece que le arrullan a uno en vez de hablarle" "Las lenguas, como usted me enseña, no hay quien las ate, ¿eh?, y usted, un suponer, no va a ponerle un tapón en la boca a todos" "Los indicios de curiosidad e interés del viajero prometían plática larga y tendida, de esas que de repente, en un coche de línea, convierten en amigos íntimos a los dos indiferentes que un cuarto de hora antes dormitaban hombro contra hombro" "mire usted que tengo buena nariz, y ciertas cosas se conocen en el olor" "Ahora que Gabriel reflexionaba acerca de tales estudios y mentalmente pasaba lista a sus compañeros de academia, maravillábase pensando que de aquella hueste nutrida desde sus tiernos años con tanta trigonometría rectilínea, tanta álgebra y tanta geometría del espacio, no había salido ningún portentoso geómetra, ningún autor de obras profundas y serias, ni siquiera ningún estratégico consumado, y al contrario, por regla general, apenas se encontraba compañero suyo que al terminar la carrera se distinguiese por algún concepto, o rebasase del nivel de las inteligencias medianas... Mucho caviló sobre el caso don Gabriel, y vino a dar en que la balumba algebraica, el cálculo, las geometrías y trigonometrías se las aprendían los más de memoria y carretilla, a fuerza de machacar, para vomitarlas de corrido en los exámenes; que los alumnos salían a la pizarra como sale el prestidigitador al tablado, a hacer un juego de cubiletes en que no toma parte el entendimiento; y que esta material gimnasia de la memoria sin el desarrollo armonioso y correlativo de la razón, antes que provechosa era funesta, matando en germen las facultades naturales y apabullando la masa encefálica que venía a quedarse como un higo paso. Todo esto se le había ocurrido a posteriori. En el colegio estaba lleno su corazón de esa buena fe absoluta de los primeros años de la vida, y ni soñaba en discutir las opiniones admitidas y las fórmulas consagradas: creía cuanto creían sus compañeros, viviendo persuadido como ellos de que ciertos profesores eran pozos de ciencia, aunque no se les conocía lo bastante, por encontrarse un tantico guillados del abuso de las matemáticas... Con el pundonor innato que le obligaba en Santiago a repasar de noche la lección, Gabriel se aplicó a aprender todas aquellas diabluras del programa, y como su inteligencia era sensible y fresca su retentiva, adelantó, adelantó... Recordaba, no sin cierta lástima de sí mismo, que había hecho unos estudios brillantes. Le alabaron los profesores, despertósele la emulación, no perdió curso..." "Sí; Gabriel cumplía con su obligación; pero sin calor ni fe. Batirse, corriente, para eso vestía el uniforme; otra cosa que no se la pidieran" "El caso es que con el desengaño amoroso, se había vuelto más peñasco que nunca. Por entonces, apartado ya del gran mundo y de sus pompas y vanidades, sin que le quedase más rastro que los buenos modales adquiridos, ese baño delicadísimo que sobre la corteza brusca del tenientillo recién salido de la academia derrama el trato con damas y el ingreso familiar en círculos selectos -baño permanente cuando se recibe en la primera juventud- empezaron para Gabriel estudios libres que se impuso a sí propio. Convencido de que podía beber bastante alcohol sin emborracharse, y de que la embriaguez en él jamás era completa, dejándole siempre cierta lucidez dolorosa; de que el fatal tapete verde no le divertía, y de que las mujeres, no queriéndolas mucho, le eran casi indiferentes, se dio a la lectura por recurso, y en ella encontró la deseada distracción, y la convalecencia de aquella herida al parecer tan profunda, y que en realidad no pasaba de la epidermis. Con los libros sí que se había emborrachado de veras. Eran obras de filosofía alemana, unas traducidas al francés, otras en pésimo y bárbaro castellano. Pero Gabriel, más reflexivo que artista, más sediento de doctrina que de placer, no se entretenía con la forma; íbase al fondo, a la médula" "Pero al regresar a España, al notar el dulce temblor que sólo las almas de cántaro pueden no sentir en el punto de hollar otra vez tierra patria" "No hizo falta más para que el gran reformador entrase a cuentas consigo mismo. -¿Será cierto, Gabriel? ¿Serás tú un chiflado, un badulaque que se mete a arreglar lo que no entiende, que todo lo intenta y de todo se cansa, y que se acerca ya a la madurez sin encontrar ancla donde amarrar el bajel de la vida? Soldadito de papel, ¿cuántos caballos te han matado ya? Pero, ¿es culpa tuya si esos caballos no los montas frescos, sino rendidos y exánimes? ¿Has pedido tú tantas gollerías? Verbigracia: ¿qué le pediste al amor? Sinceridad y firmeza. ¡Qué diantre!, tú ibas derecho al término de la pasión, que se sobrepone y debe sobreponerse a intereses mezquinos... ¿Y a la filosofía, a la ciencia? Certidumbre: una regla moral para seguirla, un Dios en quien creer, a quien elevar el alma. ¿Y al uniforme que vistes, y a la patria a quien sirves, y las convicciones políticas que profesas? Un ideal a quien sacrificar todas las energías, todo el calor que te sobraba... ¡Vive Dios! Que a cada cosa le pedías tú lo justo, lo que puede y debe contener, y nada más. ¿Es culpa tuya si el amor es distracción frívola, la ciencia nombre pomposo que disfraza nuestra ignorancia trascendental y la política farsa más triste y vil que todas? Al llegar a esta parte de sus recuerdos autobiográficos, alzó Gabriel la vista al cielo, como buscando huellas del poder augusto que rige nuestro destino terrestre. Y eso que él sabía que aquel gran espacio oscuro que le envolvía por todas partes no era más que el firmamento astronómico, con sus millares de millares de soles, de planetas, de mundos chicos y grandes..." "Varias veces había notado don Gabriel la irresistible tendencia de su imaginación viva, ardorosa y plástica, a construir, con la vista de un objeto, sobre la base de una palabra, un poema entero, un sistema, una teoría vasta y universal, llegando siempre a las últimas y extremas consecuencias: propensión que le explicaba fácilmente los muchos desengaños sufridos y aquello que llamaba él caérsele muertos los caballos. Le sucedía también que la experiencia no le enseñaba a cautelar, y cada nueva construcción la emprendía con igual lujo y derroche de ilusiones y esperanzas." "¿Fue estéril todo? ¿Hemos perdido malamente el tiempo? ¿Sentenciados vivimos a no producir ni fundar cosa alguna? Cansados, sí, porque el cansancio sigue a la lucha; pero ¿no hemos aprendido, ni progresado nada? Yo, sin ir más lejos, ¿soy el mismo que cuando salí del colegio? ¿No ha ganado algo mi educación externa desde que frecuenté el gran mundo? El suceso de mis amoríos malogrados ¿no me curó y preservó de ilícitos y torpes devaneos? Aquellos libros que no me dieron la certeza, ¿por ventura no me cultivaron y ensancharon el entendimiento, no me hicieron más recto, más tolerante y más reflexivo? Mis sueños de gloria militar, mis rachas políticas, ¿no sirven, cuando menos, para probarme a mí mismo que aspiro a algo superior, que me intereso por mi raza y por mi patria, que siento y que vivo? No, Gabriel, lo que es de eso no hay por qué arrepentirse. Y a no ser por tus años de peregrinación y aprendizaje, ¿valdrías hoy para fundar casa, para contribuir en la medida de tus fuerzas a la regeneración de la sociedad y a la depuración de las costumbres... para formar a tus hijos... ¡si Dios...!" "¡Fantasía, fantasía! -pensó-, cuidadito... ¡no empieces ya a hacer de las tuyas!" "Gabriel se dejaba columpiar blandamente, penetrado de un bienestar intenso, de una embriaguez espiritual, que ya conocía de antiguo, por haberla experimentado cuantas veces se divisaba en su vida un horizonte o un camino nuevo. Era una especie de eretismo de la imaginación, que al caldearse desarrollaba, como en sucesión de cuadros disolventes, escenas de la existencia futura, realzadas con toques de poesía, entretejidas con lo mejor y más grato que esa existencia podía dar de sí, con su expresión más ideal. En la fantasía incorregible del artillero, los objetos y los sucesos representaban todo cuanto el novelista o el autor dramático pudiese desear para la creación artística, y por lo mismo que no desahogaba esta ebullición en el papel, allá dentro seguía borbotando. Si la realidad no se arreglaba después conforme al modelo fantástico, Gabriel solía pedirle estrechas cuentas; de aquí sus reiteradas decepciones. Soñador tanto más temible cuanto que guardaba sepulcral silencio acerca de sus ensueños, y a nadie comunicaba sus fracasos -los caballos muertos, que decía él para sí-. Conociéndose, solía proponerse mayor cautela, y echar el torno a la imaginación. Pero esta llevaba siempre la mejor parte" "el marqués no se saciaba de preguntar, con esa curiosidad de los acontecimientos ínfimos propia de las personas que viven en soledad y sin distracción de ninguna clase" "sintió por él esa compasión involuntaria que inspiran a los corazones generosos las personas aborrecidas o antipáticas, cuando se ven que caminan al desenlace de las humanas tribulaciones, flaquezas e iniquidades" "Otra de sus pretensiones era leer óptimamente y escribir con perfección. Como todos los labriegos que aprenden a leer y escribir de chiquillos, su iniciación en esta maravillosa clave de los conocimientos humanos era muy relativa: sabe leer y escribir no es conocer los signos alfabéticos, nombrarlos, trazarlos; es sobre todo poseer las ideas que despiertan esos signos. Por eso hay quien se ríe oyendo que para civilizar al pueblo conviene que todos sepan escritura y lectura; pues el pueblo no sabe leer ni escribir jamás, aunque lo aprenda" "No soy yo quien se enamora, es mi imaginación condenada -pensaba el comandante-. Parezco un cadete. Pero es que en esa chiquilla he cifrado yo muchas cosas. La familia pasada y la futura, mi mamita y mi hogar, mis ya casi desvanecidas memorias de cariño y mis justas aspiraciones a los afectos santos que todo hombre tiene derecho a poseer. Por eso me ha entrado así, tan fuerte" "Llegó al cabo el amanecer y sucedióle a Gabriel lo que a todos los que se pasan la noche en blanco suspirando por el día: que se quedó profunda e invenciblemente dormido" "-Que sí, mujer... Más que yo; doscientas veces más. Tú eres una doctora y yo un ignorantón. -¿Con tanto como estudió? -En los colegios, hija mía, nos enseñan cosas muy raras y estrafalarias, que andan en libros... y mira tú, lo bueno es que allí se quedan, porque luego, en la vida, no se las vuelve uno a encontrar ni por casualidad una sola vez. Pues sí... ¡tú vas a reírte de mí cuando veas lo tonto que soy! No diferencio el trigo del centeno... La montañesa soltó una carcajada fresquísima." "Empezaba a considerar con simpatía, aunque por reflejo, aquella cosa vasta y vaga, el campo, mas no se le ocultaba que la veía al través de Manuela, con ese interés que inspiran las cosas que son el ambiente y el marco de la persona querida." "Pero antes mártir que confesor" "En dos minutos la incorregible fantasía le sugirió mil disparates, entre ellos adoptar a la niña; todo paró en echar mano al bolsillo para darle una moneda de plata" "Gabriel hubiera dado dos duros por tener allí uno" "Si por hogar se entiende, no la asociación de seres humanos unidos por los lazos de la sangre o para la propagación y conservación de la especie, sino el techo bajo el cual viven en paz y en gracia de Dios y con cierta afectuosa comunicación de intereses y servicios, el cura de Ulloa había reconstruido con Goros el hogar que perdiera al fallecer su madre. Y en cierto modo, hasta donde puede aplicarse la frase a dos individuos del mismo sexo, Goros y él se completaban" "empezó a luchar por la existencia, defendiendo al pastor contra las ovejas que amenazaban tragárselo" "Y en cuanto a su continencia, más que virtud, semejaba manía de misógino; todo el mal que no hacía, se daba a suponerlo en los demás" "Y no sólo por inclinación, sino por deber, fundiéndose en su deseo los más egoístas y los más nobles sentimientos del alma, que eso suele ser, bien mirado, el amor" "No has de ser majadero por empeñarte en ser sagaz" "le ponía los nervios como cuerdas de guitarra" "En el espíritu de Gabriel batallaban siempre dos tendencias opuestas: la de su imaginación propensa a caldearse y deducir de cada objeto o de cada suceso todo el elemento poético que pueda encerrar, y la de su entendimiento a analizar y calar a fondo todo ese mundo fantástico, destruyéndolo con implacable lucidez" "abriendo camino al llanto impetuoso, el llanto de las primeras penas graves de la vida, lágrimas de que tan avaros son después los ojos, y que torciendo su cauce, van a caer, vueltas gotas de hiel, sobre el corazón" "En suma, lo que el gallego se empeña en saber, lo rastrea mejor que el zorro rastrea el ave descarriada. Primero se dejaría nuestro Gallo arrancar la cresta y la cola, que no ir a pegar el oído a la puerta de los señores aquella noche memorable. Resignándose a la ignominia de la descalcez, rondó el cuarto del comandante; pero ¡oh dolor!, nada se oía" "Eran sus trazas como de hombre que huye de la vida de relación y se concentra en su pensamiento, procurando envolverse en una especie de mística indiferencia por las cosas exteriores, que no es egoísmo porque no impide la continua disposición del ánimo al bien, sino que parece coraza que protege a un corazón excesivamente blando contra roces y heridas. La forma cristiana de la impasibilidad estoica." "por no poner el corazón en cosas del mundo y en las criaturas, que de ahí vienen amarguras sin cuento y tribulaciones muy grandes del espíritu"

"La madre naturaleza"

De la miniserie "Es usted un hombre peligroso... los inocentes son peligrosos, acaban estropeándolo todo" "Nunca debió venir a los Pazos de Ulloa, nunca. Aquí estábamos bien como estábamos. mucho Dios y mucho rezo... pero aquí no ha traído más que desgracias. Adiós señor cura" Conclusiones
Especial Saga de Los pazos de Ulloa

Por mucho que pueda llamar la atención, la ilustre Condesa Emilia Pardo Bazán probablemente tiene más "fans" en el resto del mundo que en la comunidad autónoma en la que nació (el viejo cainismo español y que "nadie es profeta en su tierra").

Y ello llama especialmente la atención cuando el precedente directo de la RAG (Real academia gallega), se debe a la escritora (aunque es cierto que Murguía, su viejo rival, le hizo ferozmente la competencia), y de hecho, esta academia sigue teniendo su sede en la casa que ella les dejó (aunque, paradójicamente, he sabido que ha habido algún que otro alto representante de esta academia que ha dicho que, dado que la autora no había escrito en gallego, lo mejor que se podía hacer con su casa era profanarla lo más posible).

Es innegable que la Condesa de Pardo Bazán no escribió ninguna obra totalmente en gallego, pero también es imposible denegarle que sus escritos están continuamente salpicados, plagados, de palabras, expresiones y formas gramaticales gallegas... del mismo modo que es imposible negar, por más que algunos lo quieran (o prefieran olvidarlo u ocultarlo), que casi todos los más importantes representantes de las letras gallegas, también escribieron en castellano, Rosalía de Castro (figura mítica por excelencia) a la cabeza. Y el amor por la tierra de la Pardo Bazán no tiene nada que envidiar al de la esposa de Murguía (quizás ahí está el quid de la cuestión, una rivalidad histórica que ha llegado hasta hoy, de forma absurda).

Sin embargo, el gran día por excelencia de celebración de Galicia (aparte del de Santiago apostol), el "día das letras galegas" se le ha dedicado (y dedica) año tras año a autores menores y siempre se olvida a la gran Condesa de Pardo Bazán bajo el argumento de que no escribió en gallego (cosa que, repito, ni siquiera es del todo correcta)... ¿fanatismo nacionalista?, posiblemente. Al fin y al cabo, lo que es importante en la cultura lo deciden humanos, y no siempre con las intenciones más puras sino con las más sucias y políticas....

Y tampoco se ha establecido una "peregrinación" (que desde luego tampoco ha sido impulsada en absoluto desde canales oficiales; el ayuntamiento de Coruña o la diputación, a pesar de tener en su misma provincia todos los monumentos mencionados a continuación, no se han molestado en elaborar una ruta, folleto turístico especializado ni nada parecido... prefieren darle más importancia, por ejemplo, a la efímera estancia de Picasso; y ya no digamos la RAG, que directamente prefiere olvidar sus orígenes...) hacia los lugares que nos dejan el recuerdo físico del paso de la escritora por este mundo, aunque, en principio, son visitables: el pequeño museo en la calle Tabernas de Coruña (dónde está la RAG; y que cuenta con unos horarios complicadísimos, menos que un horario comercial); el castillo de santa cruz (que también, creo recordar, contaba con unos horarios de temporada, y por tanto, está casi siempre cerrado); o el pazo de Meirás (desgraciadamente, más conocido, notorio y del que se habla más por la familia Franco que por la ilustre autora -excepto el guía durante la visita turística a este-... cuya visitación es extremadamente complicada, precisamente por su carácter privado, y cuyo intento de apertura tiene más que ver con una cuestión política que con un auténtico interés por el patrimonio histórico literario).

Además, no quiero dejar de destacar que también merece la pena ver dos esculturas que homenajean a la autora, una en Coruña (su Marineda literaria), en medio de los bellos jardines de Méndez Núñez; y otra en Madrid (dónde también vivió, siendo parte de la corte del Rey Alfonso XIII), que curiosamente está situada delante de otro lugar no menos noble como es el palacio de Liria (sede por excelencia de la Casa de Alba), tal vez porque la escritora murió precisamente en allí, en la calle Princesa.

Respecto al recuerdo presente y antropomorfo que hoy pueda haber, la verdad es que no queda descendencia directa de doña Emilia; no obstante, hace unas décadas, la presidenta de la Cruz roja, lejanamente emparentada con la escritora (y por medio de uno de esos sifones genealógicos que se practicaban cuando hacer una rehabilitación no era un imposible), decidió "resucitar" el título y sucederlo bajo el lógico y legítimo argumento de que no se podía permitir que un honor como ese desapareciese para siempre (esa es una de las funciones de los títulos nobiliarios: perpetuar el recuerdo de un gran personaje)... sin embargo, no rehabilitó igualmente el condado de Torre de Cela, que a día de hoy permanece vacante... y teniendo en cuenta la vigente legislación, ya definitivamente (debida a ciertos escándalos pasados durante la Transición, que acabaron el cárcel, fuga del país de un Grande de España y cabreo monumental de don Juan Carlos I)... lo que hace que te preguntes si, la que en la actualidad ostenta el título, realmente buscaba perpetuar la memoria de Emilia Pardo Bazán, o sólo el postureo... (lo digo, por las muchas triquiñuelas que ingenió la autora para hacerse con ambos títulos, y que por tanto, ambos tienen la misma importancia histórica en su memoria... sin embargo, uno habla más que otro sobre el estar emparentado con tan ilustre escritora).

No menos polémico es saber que ha sido de la famosa biblioteca de la escritora: en la RAG aseguran que la mayor parte está en Meirás, y en el pazo homónimo aseguran que esta fue donada integramente a la institución normativizadora del idioma gallego... ciertamente, en Tabernas 11, estuvo la casa urbana coruñesa de la ilustrísima condesa, pero no es menos cierto que el pazo de Meirás (que ella no quería llamar así, sino "torres") constituyó un proyecto muy personal de la autora (se preocupó en todo respecto de su arquitectura e interiores); como tampoco se puede negar que, en una maniobra de legalidad altamente cuestionable, la heredera de la Pardo Bazán viva en aquel momento, Blanca (o María de las Nieves), fue prácticamente expropiada para que el ayuntamiento (el cual, para aumentar la presión, decidió hacer la adquisición convocando una suscripción popular) pudiera hacerse con el pazo y ofrecérselo al caudillo y que este, a posteriori, lo comprase simbólicamente... cierto es que, en su momento, "La voz de Galicia" publicó que la propietaria supuestamente estaba encantada de ceder su casa a tan "noble" causa... pero también es sabido que, al parecer, cuando Blanca quiso volver al pazo para sacar la biblioteca de su madre, se encontró con un guardia civil que le negó la entrada, y ella, desde la reja, con lágrimas en los ojos, tuvo que despedirse, así, para siempre, del legado de su progenitora. A día de hoy, el misterio sigue sin resolver.

No está de más comentar que, como tantos otros artistas ( un ejemplo comentado hace un tiempo), Emilia Pardo Bazán también ha sido víctima, en más de una ocasión, de un intento de politización (ya anteriormente he comentado algo de ello), y muchas veces se la ha querido encasillar dentro del neofeminismo/feminazismo/feminismo radical (quizás menos en las nuevas olas, pues estas no cuentan con suficiente cultura para ello, y sólo instrumentalizan la cultura popular)... nada más lejos: la ilustre Condesa era partidaria de la igualdad entre sexos, y de que el talento y las capacidades intelectuales primaran por encima de cualquier otra consideración superficial, así que, por tanto, en todo caso era una igualista, y, de cualquier modo, si la queremos encuadrar dentro del feminismo, sería tal y como era el concepto original y no el actual.

Pero, a la hora de la verdad, como a todo artista, lo que verdaderamente le importaría a Emilia Pardo Bazán, es la supervivencia de su obra y no tanto de la memoria de su persona. Y sí, la escritora está en las historias de la literatura y su obra ha envejecido perfectamente, aún sigue siendo de referencia y muy citada en los más diversos contextos (muy especialmente para hablar de Galicia)... no es para menos, los auténticos clásicos nunca mueren.

Por lo demás, al lector actual que se acerque a sus libros, encontrará igual placer en sus páginas que el que encontraron los primeros que los que las leyeron, descubrirá emociones encontradas, vivirá con intriga y anhelo de saber que va a pasar con esos personajes... etc; porque la realidad es que las palabras de la ilustrísima Condesa siguen emocionando tanto hoy como lo hicieron ayer, e incluso, muchas veces vuelven a estar de actualidad, porque, como todos los clásicos, hablan de temas universales, podrán estar emplazados en otra época y quizás en un espacio físico muy distante a nosotros, pero las emociones y situaciones que transmiten (y lo bien explicadas que están) son plenamente humanas... porque eso es lo que hace el auténtico arte, pasar la barrera de lo contemporáneo para entrar en la inmortalidad... y eso es lo que consiguió la ilustrísima Condesa doña Emilia Pardo Bazán.

En definitiva, no me queda sino recomendar y reivindicar la obra y la persona de esta escritora, por su incuestionable calidad a todos los niveles imaginables y evaluables.

Especial Saga de Los pazos de Ulloa

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