Revista Opinión

Especuladores

Publicado el 24 mayo 2010 por Edu_rob
¿Alguien puede explicarme en qué piensa cuando escucha la palabra ‘especulador’? Y eso o esos en lo que ha pensado, ¿son buenos o malos? Yo estoy dispuesto a jugar a este juego de las etiquetas, pero primero me gustaría comentar algunas cosas.
Para empezar, lo que intentaré explicar nada tiene que ver con estafas, timos, manejo de información privilegiada, ni cualquier otra figura delictiva con la que usted asocie el verbo especular. Las mencionadas constituyen delitos tipificados en nuestro ordenamiento jurídico y, llegado el caso, a los juristas me remito.
Especular no es más que comerciar -dentro del ámbito mercantil o financiero- con ‘algo’ para obtener un lucro, es decir, un beneficio económico. Y ese ‘algo’, objeto del comercio, pueden ser mercancías, acciones, inmuebles, sellos, alimentos, juguetes, medicamentos, etc.
Lógicamente, para conseguir el beneficio económico que se pretende, es preciso aprovechar las fluctuaciones en los precios de esos ‘algos’. Ya sabe, comprando barato y vendiendo más caro. No lo intente hacer al revés, que conseguirá evitar que le llamen especulador a costa de que le cuelguen otras etiquetas más castas pero más dolorosas.
Si algo de lo que he dicho hasta ahora le ha ofendido porque piensa que le acabo de etiquetar como vil especulador, cierre este bienintencionado blog y vaya a purificarse verificando la casilla de su declaración de la renta que recoge sus aportaciones a onegés. Sin ánimo de lucro, claro.
Los que sigan leyendo estarán de acuerdo en que, en sentido amplio, cualquier inversión o proyecto mercantil que intentemos, es especulativo por naturaleza.
En definitiva, especulando únicamente tratamos de anticiparnos a nuestros semejantes, aprovechando nuestra formación. Nuestro ingenio. Nuestra visión. Nuestro criterio. Nuestro perfil de riesgo. El resultado ya lo conocen. El despiadado mercado castiga con pérdidas a los malos y premia con beneficios a los buenos. Esas son las reglas del juego.
Ya sé que aún no le he convencido de nada. Usted seguirá pensando en los especuladores malos. En los muy malvados. Los más malignos de cuantos especuladores existen. Los que desploman los precios. Los llamados ‘bajistas’, aquellos que intentan vender y hacen que se desplomen los precios de los activos de la gente honrada como usted.
Pues bien, para que exista un bajista estaremos de acuerdo que es necesario que exista un alcista. Un espejo. Es decir, nadie vende nada si no hay otro que lo compra. Y nadie podría especular con que el precio de un bien vaya a bajar, y por eso lo vende, si no hay otro interviniente que piensa todo lo contrario, que va a subir, y por eso lo compra.
Es más. Le daré una noticia. Quien hace bajar el precio al que se vende un bien, es el comprador alcista, que quiere pagar cuanto menos, mejor. Para venderlo posteriormente más caro, recuerde.
¿No les suena este razonamiento a lo que ocurre actualmente con nuestro mercado de viviendas? ¿A qué usted prefiere esperar a comprar porque ‘especula’ con que estará más barato más adelante? ¿Y eso no hace que caiga aún más el precio de la vivienda?
Créame, tan especulador es un comprador como un vendedor. Y, afortunadamente, el mercado castiga tan duramente a unos como a otros, pero a los ojos del bien o del mal, sus almas son del mismo color.

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