Heme aquí ante
el espejo: chica bien parecida, treinta y cinco años, posición acomodada, buena
familia, culta, buen trabajo… pero soltera y entera. Bueno no tan entera que
mis vergüenzas eran verdes y se las comió un pollino. Y pensar que desperdicie
siete maravillosos años de mi vida con semejante ejemplar. La verdad es que se
me han quitado las ganas de comenzar una nueva relación formal… no voy a
engañarme ni informal tampoco. Y no es que los que me rodean no me machaquen
siempre con lo mismo.
Mi abueli sin ir más lejos no hay vez que vaya a visitarla que no me atormente
con su cantinela: “Carmina, nena te tienes que dar prisa que se te va a pasar
el arroz, y no quiero morirme sin conocer al menos a un par de biznietos. Mira
niña que dejar a Jonatan con lo buen muchacho y el buen partido que era”.
Y yo a callar, ¿niños? ¿Quién quiere niños? Esas cositas blandas y babeantes.
En cuanto a lo segundo de dejar al buen partido está claro dejé al Jonatan
porque me la pegó con la vecina del 3º A, afamada pilingui reconocida en todo
el barrio, y no es que yo no sea una mujer comprensiva y moderna, lo soy, que
mi Jonatan era muy fogoso y no pudo soportar mi ausencia durante los quince
días de vacaciones en Niza, que tan gentilmente pagó mi papi. Es comprensible,
o sea, que yo puedo perdonar un desliz, y de hecho le hubiese perdonado si la
susodicha no hubiese aporreado mi puerta a las tantas de la madrugada
reclamándome su sueldo, que mi querido Jonatan no le pagó haciéndose el
gallito. Eso no es ni medianamente tolerable, vamos una cosa es que te pongan
los cuernos y otra que la mitad del vecindario nos tachen de morosos. Total que
esa misma noche mi amado novio y más amado porvenir se vio de patitas en la
calle maletas en mano. Pero esta historia no se la puedo contar a mi yaya que
la pobre se me infarta del disgusto y no es plan, ¡con lo que quiero yo a mi
abueli!
Tampoco se lo he contado a mamuchi, total la pobre bastante tiene con su dieta
vegetariana recomendada por su corte de amigas menopáusicas, que como tienen
mucha experiencia en estos temas le dicen que la menopausia engorda, pero si
mis cuentas no me fallan, creo que todas estas señoras ya pasaron por eso hace
más de una década. ¡Pobre mamuchi se me puede ahogar con un trozo de lechuga!
Ni siquiera lo sabe mi amiga Marga, que para todos los efectos me sirve de paño
de lágrimas. La pobre no entiende mi apatía y mis pocas ganas de salir y de
arreglarme: “Carmina, nena, te tienes que espabilar que así no puedes estar… o
sea mona ya me dirás como puedes pasarte los días del trabajo a casa y de casa
al trabajo. Entiendo por lo que estás pasando una ruptura es lo que tiene, y
más una relación tan larga que te dejó tanto tiempo fuera de circulación, pero
nena, la vida sigue. Mírame a mi primero rompí con Chemari, luego con Borja,
después fue con... ¿Chechu o con Juanfran? ¡Bah! no me acuerdo, da igual.
Bonita si yo me tomase las cosas como tú ya estaría como poco de priora en un
monasterio o convento, o como quieran llamarse esos sitios donde no lo “catan“.
Y no puede ser hay que dar una alegría al cuerpo y hombres hay a montones nena,
como los moscones hay cantidad y variedad. Así que arriba las faldas y abajo la
depre. Nena que tú aún puedes, aunque no te lo pienses mucho que ya estamos en
esa edad en la que dentro de nada ya se empieza a caer todo, la gravedad es lo
que tiene. “Hijamujer“, que por que él único hombre de tu vida haya salido
defectuoso de fábrica no se acaba el mundo ¿te vas a conformar con el primer
caramelo que has probado en la vida?
Ainss no sé si Marga me comprendería mejor si supiese toda verdad, pero ¡que
coño! Es verdad, no me voy a pasar llorando lo que me queda de juventud. Lo
mismo tiene razón y hay un montón de hombres esperándome.
Minifalda de cuero Armani al poder, creo que de colorete y rimel voy bien
servida, espero que el maquillaje no haya caducado. Se me olvidó preguntar a
mamuchi si eso también tiene fecha de caducidad como los yogures, ella es tan
dada a leer todas las etiquetas de los envases, creo que eso y una novela de Corin
Tellado es a lo que alcanza su curriculum lector. Pero pobrecita mía que la voy
a reprochar yo si ni siquiera llego a eso desde que dejé la facultad.
Ahora a llamar a Marga que me lleve a ese bar de copas que está tan de moda:
“¡¡Carmina, esta noche triunfas, estas divina de la muerte y te van a llover
hombres!!”.