Revista Tendencias
Quizás últimamente esté analizando demasiado hechos del pasado. Cada persona, cada momento parece llevarme a un recuerdo. Voy almacenándolos de nuevo en mi memoria y los observo, uno a uno, como van desfilando por mi mente, victoriosos por el simple hecho haber vuelto a recordarlos. Poco a poco se van alineando, uno detrás del otro y voy viendo, como si de una película se tratara, como esos momentos han hecho que sea quien y como soy hoy.
Quizás todos estos hechos me hayan convertido en una persona peculiar, a mí manera. Quizás ellos sean quienes han potenciado mis inseguridades y mis miedos. Quizás ellos sean los que hacen que me coma la cabeza por tonterías. Que me preocupe demasiado por los demás y demasiado poco por mí misma. Que no me atreva a hacer o decir ciertas cosas, pues tengo miedo a sus consecuencias o a perder a alguien importante en mi vida.
Quizás esos recuerdos me rompieron el corazón. Quizás no, seguro. Y las personas que habitan en ellos, más de una vez. Quizás por eso ahora mismo me cuesta tanto confiar en alguien, y si lo hago debo tener muy claro que será una persona que no me va a fallar. Quizás por eso ahora tenga tanto pánico a la gente, a que me hagan daño. Quizás por eso, me cueste tanto arriesgar. Y quiero. Más de una vez me gustaría poder lanzarme a la aventura. Sin pensar en las consecuencias que conlleva. Sin pensar en si voy a tener o no remordimientos.
Quizás ahora me mire en el espejo y me dé cuenta que está un poco roto. Como yo. Pero aún así, aunque esté partido en miles de trozos, puedo verme en él. Puedo ver mi imagen al otro lado. Porque si, quizás todos esos recuerdos me han hecho daño, pero quizás también me han hecho fuerte y me han enseñado en quién debo confiar. En que de vez en cuando, vale la pena recordarle a alguien lo importante que es para ti.
Todos, o casi todos, nos miramos en un espejo roto. Todos tenemos nuestras debilidades, nuestro pasado, nuestros miedos. Pero lo importante no es el espejo en sí. Lo importante es quién te ayuda a repararlo. Así, cuando vuelvas a mirar a través de él, ya no te verás solo a ti, sino que también estarán a tu lado todas esas personas que, con el tiempo, han recogido un trozo de tu espejo roto y lo han colocado en su lugar.