Revista Cultura y Ocio

Espérame encendida

Publicado el 15 octubre 2010 por Flenning

Ese abismo brutal lo encierra todo, el grito, el viento del oeste, la fragilidad, la fatalidad, lo porvenir, lo pasado…

Imaginé estar enterrado ahí abajo, pero apenas me sostuve en ese pensamiento, porque no supe cómo podría superar otra noche si lograba superar la primera. Maldita noche.

Recordé al señor Okada, el de Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, que se había encerrado en el fondo del pozo de agua para meditar sobre cómo podría quitar la mancha de su cara o de su conciencia. Quién sabe. También recordé que él buscaba a Kumiko, su esposa, y la esperanza de recuperarla le daba un para qué.

A ellos, los mineros épicos, los esperaba alguien, y todos se salvaron. Quizás la esperanza sea a la desoladora negrura como la fuerza de gravedad es a las manzanas y a todas las cosas. Digo yo, que la esperanza debe ser una fuerza capaz de atravesarlo todo, incluso lo que no pesa, como la tensa espera, o la duda, o el infierno impenetrable, o la eternidad.

Junto a la moneda de la suerte, aunque en otra categoría, llevo siempre conmigo una antigua canción. Es una canción que tiene la virtud de cambiar de forma y hoy, y ayer, y durante los casi setenta días de la epopeya del rescate, me sirvió como un símbolo de espera esperanzada, espera encendida.


Espérame encendida

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Esperame encendida, en Campamento Esperanza
Espérame en la mesa
con la mesa tendida
traeré tu pan
y el ave perdida de tu risa
espérame en el mundo
con la ternura lista
porque traeré
la frente cansada y dolorida
espérame no tardo
voy a buscar la vida
voy a encontrarme y vuelvo
espérame encendida
vendré cuando anochezca
y temas por mi suerte
silbando que he llegado
con viento del oeste
vendrán nuestros amigos
a festejar el vino
la camisa empezada
el sol definitivo...
vendré cuando anochezca
y temas por mi suerte
silbando que he llegado
con viento del oeste


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