Han transcurrido tan sólo nueve meses desde que aquel exultante Partido Popular que lideraba Javier Arenas, quien incluso se sintió presidente de la Junta de Andalucía hasta momentos antes del recuento de las papeletas aquel 25 de marzo, ganara las elecciones autonómicas y la distancia con el PSOE se ha situado ya en ocho puntos y medio. Un parto de desventaja que cuestiona seriamente la figura de Juan Ignacio Zoido como referente de los populares andaluces.
A las suspicacias que levantó su elección como presidente del PP-A, sobre todo en los concilios populares de la Andalucía oriental principalmente por su condición de regidor de la capital hispalense, hay que sumarle ahora las ampollas que levantan los datos de las encuestas que sitúan a su formación perdiendo unas elecciones a menos de un año de haberlas ganado con holgura.
Y es que a Zoido no le ha sentado nada bien el paso necesario de la micropolítica, que tanto se jacta de practicar a diario y tan buenos resultados le dio en las municipales, a la macropolítica exigible a la hora de aspirar a gobernar una comunidad como la andaluza. El PP ha bajado más puntos en el resto de Andalucía que en Sevilla capital, es cierto, y también que fuera de sus dominios como regidor es donde los datos son demoledores. Pero hay algo más.
El grado de desconocimiento del candidato es especialmente revelador al respecto: mientras en Sevilla sólo uno de cada cuatro ciudadanos no lo conoce, en el resto de provincias supone un 70% o incluso más. La media de valoración que logra es del 4,43, mientras que en la provincia se eleva hasta casi el aprobado con un 4,57.
Sin embargo, el sondeo también presenta algunos datos que son algo discordantes, como que en intención de voto obtenga un 18,2% en Andalucía y en Sevilla baje al 15,5%. O que en la comunidad le deseen como ganador de las autonómicas un 20,6% de los encuestados y en Sevilla sólo el 17,3%.
La marca Zoido, intencionadamente aséptica en cuanto a colores y siglas, parece no funcionar en el ámbito regional con la precisión que lo hizo en las municipales. La dicotomía entre la alcaldía de la capital más importante de la comunidad y la presidencia de la misma ha tenido un doble efecto en la figura política del hoy Alcalde de Sevilla. De hecho se ha resentido.
Las dudas generadas sobre su continuidad o no como regidor de la ciudad sumado al lógico desgaste que provoca el ejercicio del poder le están restando apoyos a la hora de aspirar a repetir en el cargo. Pero además, esa entrega total a los sevillanos que dice llevar a gala parece haberse convertido en el mayor obstáculo a la hora de ejercer como líder de los populares andaluces y ofrecerse como alternativa válida a Griñán. De ahí que incluso muchos compañeros de partido se muestren recelosos. Como esperando a Zoido para una cita a la que no se sabe si al final llegará.