Revista En Femenino

Esperando un mal consejo

Publicado el 11 octubre 2013 por Bebloggera @bebloggera
Por La Churro desde Chile
Cuando terminas con tu pareja, lo típico que te dicen tus cercanos es que fue para mejor, que ya pasará el dolor y sólo vendrán cosas buenas, que a la larga verás que es la mejor decisión, que la cosa no iba a resultar y un largo etcétera intentando justificar tu “buena” decisión. Incluso uno misma intenta escudarse pensando en los malos momentos, en sus trancas, sus defectos y todo lo demás que te haga olvidar lo bueno. Te formas en la cabeza la imagen de que frente a un eventual regreso sería todo un desastre y es mejor cortar ahora que una larga agonía. Tú misma te dices eso, el mundo te lo dice… hoy necesito a alguien que me diga que luche por ese mal amor, que me juegue la vida, aunque igual todo termine saliendo mal, porque perfectamente también podría salir bien.

Esperando un mal consejo

Imagen de www.gettyimages.com


Como habrán notado en mis últimos post me enfrento a un doloroso quiebre (Entérese aquí y acá). 

¿Por qué tan doloroso si sólo estuvimos juntos un mes? 

La verdad no lo sé, me enamoré y ya, así soy, apasionada a no dar más. He estado con millones de hombres, por lo que sé distinguir perfectamente un "empotamiento" de un "flechazo", de un "one night stand" de un "amor"… esto iba derechito a ser amor.


La convivencia en ese mes fue perfecta, volaban cupidos, corazones, flores y unicornios por nuestro lado (y también diablitos lujuriosos y calentones). Pero había un pequeño detalle que iba creciendo con los días. Él sería papá. Su ex novia a estas alturas debe tener unos cinco meses de embarazo, producto de uno de los tantos reencuentros intentando salvar una relación que ya no funcionaba. Él fue sincero y me lo confesó en nuestra primera cita. Honestamente, que sea papá no me provoca ningún tipo de conflicto, el problema no es su hijo, sino la mamá de su hijo.
Ella insiste en la idea de la familia feliz: Papá, mamá e hijo… ¿y dónde quedo yo? Y como ella insiste en esa idea, también insiste en llamarlo a las horas más insólitas, dejarme mensajitos en face, decirle que aun lo ama, implicarlo en compromisos familiares y todo lo que pueda usar a su favor para que el mundo jure que ahí hay amor, y posteriormente, él mismo lo termine creyendo. Ya creerán que la cosa huele mal, que aquí ella no es la que se mete, sino que yo era “la otra” sin saberlo. También tuve esa inquietud. No me pregunten por qué, pero le creo que no era así, le creo que quería estar conmigo y que con ella no pasaba nada. Llámenme tonta, pero decidí creer y confiar. Tras escribir sobre ello (aquí), al fin descifré que la confianza no se gana ni se regala, es una decisión. Uno DECIDE confiar y debe asumir su decisión  con todas sus consecuencias (gracias mamá por el consejo).
La situación es difícil y decidí bancarme que él debía verla más de lo que a mí me gustaría… pero no así. Le dije que le pusiera los puntos claritos, que le dijera que no la amaba ni volverían a ser pareja, pero que él siempre estaría para su hijo. El problema es que susodicho se sentía demasiado culpable del embarazo y de su bienestar. No quería decirle nada ya que ella iba a sufrir, llorar, deprimirse y así el feto sentiría millones de veces multiplicada la pena de su madre. A pesar que yo confiaba, la cosa no cambiaría y yo no estaba dispuesta a ello. Fin de nuestro idilio.
Hoy ha pasado un mes desde aquel fin y no dejo de llorarlo. Les juro que eso que sentía se llamaba amor y sentí la reciprocidad del sentimiento.
Hoy los consejos me dicen que deje las cosas así, que ya se me pasará, que era mejor porque ella iba a estar siempre presente, que si estamos juntos yo me llenaría de inseguridades y miles de justificaciones que abalan el fin de aquella historia. Sin embargo, me pregunto ¿Tenía que ser así? Quizás podíamos volver a ser felices, no había más diferencia entre nosotros que ella y su embarazo, pero en un par de meses la cosa se acaba y con el bebé en mano las cosas ya podrían ser distintas. Sería el cachorro, él y yo, ahora lo que ella hiciera o sintiera podría joderse y pensaríamos sólo en nuestro amor y el bienestar del bebé. 
¿Por qué los consejos siempre dicen que te quedes ahí y te conformes? ¿Tanto cuesta ser optimista? Por qué no puedo escuchar: “ve por él,  búscalo, juegatela y si no resulta, al menos tienes la tranquilidad de que te arriesgaste, lo intentaste y estaré yo para recogerte” ¿No podemos creer en los finales felices? Dicen que quien no se arriesga no cruza el río, ¿y porque nadie jamás aconseja que uno se tire al agua aunque no sepas nadar? ¿Por qué vivimos con tanto miedo? ¿Miedo a qué? Ya he sufrido por toda esta vida, la pasada y la que viene, una lágrima más no me ahogará. O quizás aquellos que aconsejan tienen miedo a equivocarse y quieren que uno comparta ese miedo al riesgo, o quizás sólo les gusta decir “te lo dije” cuando contradices sus dichos, lo intentas y todo vuelve a fracasar.
Quiero buscarlo, que regrese a mí, porque este mes sin él ha sido una fatalidad, no paro de llorar, no paro de pensarlo, de extrañarlo… y si las cosas resultan mal con él, ¿qué importa? Si aun así lo estoy pasando mal. Quizás es mejor una penuria a su lado ya que su misma compañía me consuela, antes que esta soledad que agobia, duele y ya me tiene cansada. Y si lo busco y me rechaza ¿qué importa? Si al menos duermo con la tranquilidad de haberlo intentado. 
Me pregunto ¿qué he ganado con su ausencia? ¿qué pierdo a su lado? Pienso que “nada”, es la respuesta a ambas preguntas, pero ni de eso estoy segura. Necesito un consejo, que no sea lo políticamente correcto. Necesito un consejo desde el corazón, la guata y las entrañas, porque el amor no tiene razón y necesito actuar desde esa misma pasión que me hace extrañarlo. ¿Lo busco? ¿Me la juego? Ya me conocen, mi corazón es sufrido y apasionado, pero estoy confundida en cómo debo actuar hoy. Necesito un consejo, un mal consejo.
PS1: Para  cuando  terminé de escribir estas palabras, entre su revisión, edición, re edición y publicación, ya resolví mi vida sin estesusodicho. Pero me hubiese gustado que en ese momento de confusión y nosaber qué hacer, alguien me hubiese alentado a hacer las cosas de un modo diferente, así quizás mi vida sin él sería una decisión y no simplemente haberlo asumido.
PS2: Y como ya resolví mi corazón forever alone (pero jamás mi cama), ya basta de los post tristes y la melancolía. Necesito recuperarme a mí misma y todo lo que perdí con tanta lágrima. Ya vuelve La Churro on fire como a ustedes (ya mí misma) nos gusta. I’m back.

Volver a la Portada de Logo Paperblog