Revista Cultura y Ocio

Esperanza

Por Calvodemora
La esperanza no es la convicción de que algo salga bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, salga como salga.
Vaclav Havel
En eso, en rebajar el prestigio de la esperanza, no hay un consenso. Está muy arraigada la esperanza, ha concitado la convicción unánime de que conviene que exista, aunque después las expectativas no se cumplan o lo hagan a medias y a veces no a nuestra entera conveniencia. La culpa la tenían, como en casi todo, los benditos griegos. De ellos es la caja de Pandora y ellos dejaron escrito que todos los males fueron liberados cuando esa mujer curiosa la abrió. Sólo quedó adentro la esperanza; de ahí dispongamos de la fe, que viene a ser una esperanza refinada, teologal y trascendente. Creemos en la venida de mejores tiempos o en el regreso de algún mesías o en la restitución íntegra de todo lo que se nos retiró. creemos en la bondad del futuro. No hace falta que consigamos lo que anhelamos, viene a decir Havel: sólo cuenta que obremos con convicción y que la espera no sea dañina. Se espera con fe, se aguarda con el alivio de que quizá se escuche nuestra súplica (nuestro deseo, nuestro anhelo) y todo nos sea concedido. Una buena parte de los sueños contribuye a que lo anhelado se produzca. También tenemos la literatura, que es un sueño escrito por otros, más capaces, con mayor despliegue y desempeño. Las novelas no tienen que terminar bien: lo que tienen que tener es sentido, aunque no gane el bueno y el mal triunfe y el amor fracase. Estamos hechos de esa esperanza frágil y revisable, huérfana de certezas, anclada en lo real, confiada en lo por venir, convertida en instrumento de alivio y en refugio.

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