Decía Federico García Lorca que «el más terrible de todos los sentimientos, es el sentimiento de tener la esperanza perdida». Quizás sea así. Por eso yo soy de los que a diario intento no perderla pese a las adversidades y a las circunstancias. Aunque las palabras futuro e incertidumbre vayan siempre de la mano, me esfuerzo en autoconvencerme que en el futuro nos espera siempre algo mejor.
Por eso valoro a las personas capaces de mostrarse optimistas y que siempre encuentran alguna lectura positiva a lo sucedido. Envidio, de una forma sana, a quienes se muestran fuertes en los malos momentos. Aplaudo a los que animan a los demás, no sólo con palabras, sino dando ejemplo con sus actos. Personas así son las que empujan a seguir adelante. Son personas que aportan la confianza suficiente para poder seguir albergando esperanza.
Yo soy de los que necesitan mantener a diario viva una ilusión y tengo suerte por encontrar en mi vida personas capaces de ilusionarme. Capaces de mostrarme que la vida no está para pedir permiso sino para tomar decisiones y dar pasos. Estas personas no te fallan cuando tú mismo te fallas, porque pierdes la confianza en ti y dudas de tus capacidades. Creo firmemente que el Mundo necesita más personas de este tipo.
Aunque también están el otro tipo de personas, las que son capaces de tirar por el suelo tus sueños. Las que aprovechan cualquier circunstancia para hacer daño a tu autoestima, las que intentan boicotear cualquier indicio de que mantengas la esperanza. Pero de estos no quiero hablar ahora. Prefiero quedarme con los primeros.
Fran J. Lestón