Revista Opinión

Esperanza Aguirre

Publicado el 18 septiembre 2012 por Pelearocorrer @pelearocorrer

Esperanza Aguirre ha venido representando el papel más moderno, liberal y arriesgado, de la derecha española. La derecha, como la izquierda, tiene un objetivo demagógico e imposible: acabar con la pobreza, las desigualdades sociales y las injusticias. Todos los partidos políticos buscan un mismo fin, sólo hay diferencias en los caminos que construyen para llegar a esa meta; el cómo.

Esperanza Aguirre siempre ha defendido una idea: quería ser la presidenta de todos los madrileños, entendiendo que en ese «todos» cabían también sus detractores. Ahora que ha presentado su dimisión, conviene repasar los caminos que Esperanza Aguirre decidió transitar para conseguir un mundo mejor:

Madrid es la única comunidad autónoma de toda España que admite la deducción por enseñanza privada. Esto significa que si vives en Madrid y decides llevar a tus hijos a un colegio privado, la Comunidad te devolverá en tu declaración de la renta hasta 900 euros por hijo. Al tiempo, para el curso que ya ha comenzado, se ha efectuado un recorte de 300 millones de euros para el presupuesto de la escuela pública. No es una broma. Si quieres puedes consultar hemerotecas.

Esperanza Aguirre entiende (entendía) que, para alcanzar el ideal de libertad e igualdad social, debe (debía) redistribuir la riqueza: darle más facilidades a quien más tiene, y ponérselo más difícil al que menos tiene. Mientras que las aulas de los colegios públicos se ven masificadas, el número de profesores disminuido y las ayudas para el comedor y los libros de texto eliminadas, el presupuesto destinado a la enseñanza privada se ha visto aumentado espectacularmente. Esta es la herencia en materia de educación que nos deja la presidenta de todos los madrileños, una clara apuesta por la enseñanza pública, un paso de gigante para alcanzar la igualdad social, como ves.

Me pregunto en qué medida un político se engaña a sí mismo, esto es, todos tenemos claro en qué medida engañan a los demás, a su electorado, etc., pero ¿en qué medida un político cree, con todas sus consecuencias, que hace lo correcto, lo coherente?

Esperanza Aguirre ha defendido la libertad económica como uno de los principios básicos para acabar con la desigualdad. La libertad económica, de forma milagrosa, redistribuye la riqueza (la mano invisible): este es el diagnóstico fetiche de la tendencia liberal. A mayor libertad económica menos desigualdad social, a menor intervencionismo, mayor libertad. Resulta curioso ver cómo estos defensores a ultranza de la libertad, en los que Esperanza Aguirre queda retratada, dirigen la libertad económica sólo para cierto sector de la población. La herencia que nos deja Esperanza Aguirre es un ejemplo claro de intervencionismo, un intervencionismo moderno en el que se dirigen todos los esfuerzos para facilitar a la clase media-alta la permanencia de su estatus, un intervencionismo que consigue mantener las jerarquías sociales intactas, una redistribución de la riqueza de ciencia-ficción.

Esperanza Aguirre ha venido demostrando una fortaleza en sus principios arrolladora, esto es innegable, el problema ya no está en si hizo lo correcto, el problema es qué clase de realidad percibe (percibió) para llegar a las conclusiones a las que llegó. Mi realidad, tu realidad, no son en absoluto la realidad que percibe Esperanza Aguirre desde que se levanta hasta que se acuesta. Creo, con sinceridad, que Esperanza Aguirre no se ha engañado a sí misma, lo que le sucede (sucedió) a la expresidenta, es que su prisma es muy distinto al prisma de gente como yo.


Archivado en: opinión, politica Tagged: desigualdades sociales, Esperanza Aguirre
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