Revista Opinión

Esperanza Aguirre, algo mucho peor que la cólera de Dios

Publicado el 24 junio 2012 por Romanas

Esperanza Aguirre, algo mucho peor que la cólera de Dios No fue por casualidad que yo, un día, colgara por aquí, por mis blogs, un post en el que parangonaba a esos 2 monstruos del cinismo y la desvergüenza que son Esperanza Aguirre y Mourinho.
Porque seguramente ambos son los mejores representantes de la táctica mentirosa, tramposa y esencialmente criminal de la ultraderecha fascista y mafiosa.
Tengo planeado dedicar uno o varios posts en exclusiva a analizar la táctica que yo considero esencial de la ultraderecha: la prensa y la propaganda.
Si se trata de que la gente se lo trague todo, es absolutamente necesario, eliminar radicalmente su capacidad de pensar.
Es lo que se viene denominando desde siempre la alienación de las masas populares. Ya lo hemos dicho alienación es sinónimo de enajenación, de enajenación mental, sobre todo.
Si manipulamos a fondo las fuentes que nutren la información de la gente, no sólo neutralizaremos los mensajes sanos de los medios de comunicación decentes sino que impondremos definitivamente, o sea, para siempre esas mentiras en que se basa nuestro dominio de la situación.
 A 1ª vista, puede parecer imposible que Mourinho convenza a nadie de todo lo contrario de lo que sucede realmente, no cabría en cabeza humana alguna que los árbitros y toda la organización oficial del fútbol español, constituida desde el 1º al último de todos sus funcionarios por personas que de una u otra manera se hallan vinculadas muy estrechamente al Real Madrid, RM, va a tomar conscientemente medidas que le perjudiquen, entre otras razones, también, por la terrible sanción que supone contravenir los intereses de éste.
 Hoy todos los diarios deportivos traen la noticia de que el RM ha despedido a su encargado de la cantera, un tal Giraldez, creo que se llama, PORQUE HA DICHO QUE A EL LE CAE BIEN GUARDIOLA.
 Si se toma una decisión de esta naturaleza e importancia por algo tan insignificante, imaginense ustedes lo que sucedería si la decisión del individuo en cuestión fuera realmente transcendente. Mas le valiera atarse una piedra al cuello y arrojarse de cabeza al mar porque las iras de todo el infierno no lo dejarán ya en paz nunca.
 Pero mucho peor aún es lo que sucede con Esperanza Aguirre, esta señora es un Hitler redivivo. Se considera, y con razón, ungida por la  gracia del pueblo para traernos a todos los españoles una redención semejante a la que los 3 grandes, Hitler, Mussolini y Franco aportaron ya a la humanidad y que ésta no ha sabido valorar convenientemente.  Tal vez, la máxima fundamental del fascismo sea que el fin justifica los medios. Ella está absolutamente convencida de que posee la razón, de que se halla en posesión de una verdad no ya revelada sino creada por ella misma, o sea, que se considera un ser providencial, una especie de nuevo Cristo femenino al que Dios nos ha enviado para salvarnos.
 Desde este punto de vista, no cabe la menor duda de que tiene el más legítimo de los derechos a hacer lo que le dé la gana en cada momento.
 Y lo que le apetece en todo momento a esta cólera de Dios es arrasar con todo lo que tan siquiera huela a izquierda porque la izquierda, ella está convencida de ello, es cosa del Demonio.
 De modo que hacer trampas asquerosas y evidentes para hacerse con la presidencia de la Comunidad de Madrid no sólo era justo sino además necesario, era su deber y obligación como es deber y obligación de los padres forzar la voluntad de los hijos precisamente para salvarlos.
 Abusar de sus poderes para hacer una televisión pública absolutamente indecente a fin de infectar y emponzoñar las mentes de todos los madrileños era y es una de sus misiones fundamentales porque de lo que se trata realmente es de salvar a los madrileños de que los embauquen esos diabólicos profetas de la mayor herejía que es el marxismo o cualquier otra ideología que propugne cualquier clase de libertad.
 Y, ojo, que la tía todo lo que hace lo sitúa bajo la bandera de la libertad. Se presenta como la más decidida adalid de todas las libertades, sobre todo de la suya, no hay una sola norma que respete porque las normas como todo el mundo sabe están ahí para quebrantarlas que no otra cosa significa no ya libertad sino el liberalismo.
 Es el más formidable ariete de la mafia fascista que nos aflige: si los sindicatos hacen lo poco que hacen incumpliendo con su primera obligación, ella acude a la palestra y nos dice que los sindicatos no sólo son una anacrónica antigualla sino que están a punto de desaparecer por el propio impulso de la historia como lo hizo el muro de Berlín, y si el Tribunal Constitucional legaliza a Sortu, afirma contundentemente que dicho tribunal está aún más obsoleto que los  sindicatos y ya en el colmo de esa paranoia que le afecta arremete incluso contra lo que ella misma es, las comunidades autónomas, seguramente porque piensa y sabe que éstas sólo son un puñetero invento de Fraga para contentar y embaucar a todos aquellos amigos suyos los constituyentes, de modo que las Autonomías deben irse todas a la puñetera mierda para que sólo quede ella, como ese Hitler femenino que indudablemente se haya destinado a salvar a la patria.
 Pero esto no es sino el abc de la cuestión, lo puramente infantil, lo evidente, lo verdaderamente decisivo, importante, es llegar a conseguir un tal clima de exigencia que ni siquiera se pueda de ninguna manera pensar no ya en la expresión sino tan siquiera en la conformación íntima, aquella que se constituye en el fondo de nuestra consciencia, de que lo que se está defendiendo desde toda la prensa española, no sólo no es verdad sino que es precisamente todo lo contrario de lo que realmente sucede. No sé si estoy consiguiendo expresar lo que pienso.
 Esta inmensa conspiración universal ha conseguido que ni siquiera sea posible que todo esto que constituye el auténtico sustrato de la realidad pueda no ya siquiera expresarse sino tan siquiera pensarse, de tal modo que si alguien se atreve, como yo hago ahora a planteárselo, sea automáticamente borrado de la realidad como algo que se encuentra mucho más allá que la locura, de manera que cuando yo se lo intentaba exponer a mi dentista, éste ha dejado de atenderme médicamente, seguramente aterrorizado de tener que trata con un loco semejante.

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