Este problema, en el que el diente básicamente muere y el hueso que lo rodea se infecta y se llena de pus, es muy común. A medida que la pus se acumula, por lo general encuentra una salida en la boca a través de las encías cerca o de los dientes. Esto es lo que nos referimos como un seno, y se ve como un "grano de pus".
Junto con esto, los pacientes pueden notar un cambio en el color del diente, así como un mal sabor y olor causado por la pus. Este problema puede ocurrir como resultado de la desintegración que se dejó sin tratar, un trauma físico al diente, un tratamiento de conductos, o una combinación de estos factores.
Retrasar el tratamiento para esta condición puede conducir a daños del diente y la mandíbula, y puede requerir la remoción del diente.
Afortunadamente, el tratamiento no suele ser demasiado invasivo. En la mayoría de los casos, un tratamiento de conductos va a resolver el problema. Su dentista probablemente le indicará antibióticos para ayudar a combatir la infección, así como la limpieza de su diente para facilitar la curación.
En un tratamiento de conducto radicular, el dentista tiene acceso a las cámaras interiores de un diente, y lo limpia, mediante la eliminación del material infectado desde el interior. El procedimiento por lo general se lleva a cabo durante dos citas, aunque las citas adicionales son necesarias si la infección persiste.
A pesar de que puede haber oído historias sobre cómo los tratamientos de conductos radiculares son dolorosos, he observado que los nervios dentro del diente ya están muertos, en muchos casos, por lo que el procedimiento no es doloroso en absoluto.
Una vez que la infección ha disminuido, se encuentra que el "grano de pus" desaparecerá por sí solo.
El tiempo de curación varía de un paciente a otro, aunque no debería ser capaz de exprimir pus, en el momento de la segunda cita.
Los pacientes que todavía están experimentando estos síntomas después de un tratamiento de conducto, se enfrentan a un problema más grave. El tratamiento de conducto tendrá que repetirse. Este procedimiento tiene una mayor probabilidad de fracaso, cuando la infección ha resistido con claridad el tratamiento anterior. El diente puede tener que ser extraído si el re-tratamiento no tiene éxito.
Un tratamiento de conducto es seguido por la colocación de la corona, para evitar que el diente ahora más débil, se agriete o se rompa durante la masticación normal. La clave para hacer frente a este problema consiste en no dejar que se agraven y tomar medidas rápidas, para que el daño pueda ser el menor posible.