Hay días de lluvia
en que una espiral me engulle
y solo soy la nada que detiene el tiempo,
el suspiro de un alma errante que levita
frente a una reja cerrada.
Los muros abandonados de la estación
contemplan el devenir triste de la lluvia
arropando la vida entre grafittis
que no hablan de amor
y en los versos retumba desolado
el eco de tu nombre:
esperanza