Revista Cultura y Ocio

Esplendor y Oscuridad, de Federico Oliver

Publicado el 13 febrero 2015 por Carlos Huerga @carloshuerga
Esplendor y Oscuridad, de Federico Oliver
El miércoles 11 de febrero se presentó el libro Esplendor y Oscuridad de Federico Oliver (Ed. Amargord). Este es el prólogo que escribí para el libro.
Hay un anhelo que desdobla la palabra”.
La publicación de un primer libro siempre supone un acontecimiento. Federico Oliver, apenas conocido -hasta ahora- en el mundo poético actual, ha escrito un poemario sólido, heterogéneamente homogéneo, donde conviven distintos tratamientos y tonos que hablan de la identidad por medio de un lenguaje denso y a la vez iluminador. Un libro que es varios libros, pero que están unidos por una visión de búsqueda. Un libro que ya desde su título apunta a una escisión, a una antítesis, que sin embargo, no lo es. Y ese es uno de los mayores intereses que, creo, tendrá para el lector. Comprobar cómo la poesía permite ese espacio donde transitan el gozo y el sufrimiento, el deslumbramiento y la ceguedad. Esa imbricación entre esplendor y oscuridad es la vida misma, y también la poesía misma.
Hay en un afán espiritual que pulula por los versos como un ejemplo de anhelo, de comienzo. ”La única fe del poeta es su escepticismo”, decían Juan Malpartida y Jordi Doce en el prólogo de La tierra baldía, Cuatro cuartetos y otros poemas de T. S. Eliot. Y ese podría ser uno de los ejes sobre los que se vertebra los poemas de Esplendor y Oscuridad. Un escepticismo que se revela ante la realidad, la apunta, la interroga, y finalmente la aprehende. Recorrer un camino desde la ignorancia nos conduce a la sabiduría, parece decirnos Oliver.
La mirada heterogénea que suscita Esplendor y Oscuridad viene marcada desde su lenguaje denso, su ritmo oscilante, su palabra iluminadora. En ese conglomerado que es el poema, nos topamos con textos cortos y largos, en verso y en prosa; algunos, incluso, con una tendencia ensayística, muestra de la profundidad con que el poeta intenta horadar la realidad. Y para llegar a cierto conocimiento, qué mejor que abordar distintos caminos, distintos lenguajes.
Los poemas de Oliver parecen tender puentes entre tradiciones distintas, momentos históricos diferentes, personajes anónimos que podemos ser nosotros mismos. Por ello, la arquitectura del poema es compleja y laconstrucción del poemario incluye referencias que permiten no solo establecer un diálogo con la Historia, sino también una manera de reconocer la Realidad como una amalgama de experiencias que pueden ser vividas desde distintos momentos, así como dilucidar el presente. Múltiples voces, rostros, tonos, y sin embargo, una cohesión interna que resulta latente a lo largo del libro. Desde situaciones históricas como la 2ª Guerra Mundial, el Holocausto nazi o lecturas del Talmud. Relecturas, revisiones que marcan una época y un pasado, pero también un futuro. Heridas abiertas que nos muestran un mapa. La sensibilidad, la empatía con la que Oliver logra transmitir emociones y vivencias en “Under den Linden”, es una muestra de ello.
Lo perdido (así se llama, por cierto, uno de los poemas del libro) puede suponer una relación intensa para el sujeto/lector; aquí, nos encontramos, casi de bruces, con un sujeto que se recrea en esa pérdida para celebrar su existencia, aunque sea pasada. Un sujeto que es varios a la vez, y es en esa multiplicidad donde reside la riqueza espiritual y vital. Poemas como “Ich Bin Ein Berliner”, así lo reflejan.
”Lo que no vemos”, es otro de los títulos que plantean el germen de la poesía de Federico Oliver. Si la realidad es un misterio, el poema no puede ser otra cosa que la celebración de ese misterio. El poema como un conjunto de pesquisas que indagan en la realidad, y el objetivo no es otro que la propia exploración. “Lo que está dentro del río / no podemos conocerlo”, leemos en uno de los poemas. Otro ejemplo de lo que no vemos es la noche y su espacio para el sueño, para el insomnio, para la revelación. Un espacio susceptible de ser transitado, así como celebrado. ¿No es eso mismo la poesía?
Tal vez sea la construcción de la identidad una de las mayores preocupaciones que encontramos en Esplendor y Oscuridad. Una realidad fragmentaria, poliédrica, dispersa, que se construye con despojos. Y es en esa multiplicidad tan poco tangible donde el sujeto puede mirarse, y a partir de ahí, tratar de reconstruirse. La miradas del Otro permiten el encuentro, el contraste, el choque. Y a pesar de esas escisiones, de las oscuridades del alma, hay cabida para la fusión amorosa, sea o no consumada plenamente.
De manera que el poema se convierte en un viaje. Ya lo sugería la bella cita de Eliot que abre el libro: “Y lo que no sabes es lo único que sabes”. La certidumbre de tener una incertidumbre es lo único que uno tiene, y a partir de ese vacío, uno puede comenzar a armar un trayecto, una creencia, una experiencia, por lo tanto, labrar una identidad. Todo el libro podría resumirse (como si eso fuera posible) en el afán de búsqueda, en la necesidad de saber. “Avanzas sin rumbo fijo”, dice uno de los últimos poemas. “Tú no estás en ti, apenas”, leemos más adelante. Poesía que indaga, que percute, que descompone.
Este prólogo solo intenta presentar la poesía de Federico Oliver, nunca entrar en ella. La lectura del libro es por sí misma una experiencia reveladora, como entrar en un bosque en medio de la noche. No hace falta nada más, la luna iluminará el camino. El resto depende del lector.
(Prólogo de Esplendor y Oscuridad de Federico Oliver. Ediciones Amargord).

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