Revista Cultura y Ocio
Antes de ayer, al salir de un curso, quedé con un chaval para probar un Lotus Elan de segunda mano. Hace unos años también me di una buena vuelta en un Elise. ¿Alguien de vosotros se ha subido alguna vez a un Lotus? Los que lo hayáis hecho, sabréis que las sensaciones que se sienten no te las proporciona ninguna otra marca automovilística del mercado, ningún otro coche por muy moderno y potente que sea. Ni siquiera un Ferrari o un Lambo, te lo prometo. Se tiene la sensación de que todo está estudiado única y exclusivamente para disfrutar de la conducción. Te pasas por el forro de los huevos la comodidad, los sensores de aparcamientos o el navegador de última generación con pantalla táctil. Nada es superfluo y tu mente solo tiene que pensar en disfrutar de la conducción. Peso ligero, interior espartano y motor poderoso. Según dijo Colin Chapman, fundador de Lotus Cars, simplifica, luego aligera. Si los libros de hoy se compararan con un coche y el amigo Colin probara uno, seguro que se atragantaría con tanta paja. Simplifica, luego aligera. Luego disfruta. Luego vete a casa y duerme sueños tranquilos. Esquinas, de Pepe Pereza, es lo más parecido a un Lotus que he visto jamás, y me atrevo a decir que es uno de los mejores libros que he leído en años. Prosa fluida, lenguaje sencillo y emociones poderosas. Súbete en su chasis y ya no querrás bajarte hasta el final. Se trata de relatos breves sobre mujeres, aunque el protagonista principal de todas las historias siempre es el mismo: la soledad, un estado de ánimo que nos acompaña día tras día hasta la tumba. La edición es preciosa y cada relato va acompañado de una ilustración, algo que convierte el libro en una auténtica joya, un capricho para sacar del párking solamente los fines de semana y disfrutarlo en una carretera de montaña. Un Lotus. Súbete a uno si no me crees y no querrás probar nunca más un BMW o un Mercedes aunque te lo regalen. Es posible que alguien se esté preguntando: "Ya van tres libros reseñados de la editorial Lupercalia en poco más de tres meses; seguro que este tío es amigo del editor o tiene negocios turbios con él". Siento decepcionaros, pero ni siquiera lo conozco y solo nos hemos intercambiado un par de correos. Ni siquiera sé qué cara tiene. No le debo favores, ni él a mí, y recalco una vez más que en este blog se trata de ser lo más objetivo posible, reseñando únicamente los libros que valen la pena y que se salvan de la hoguera. Si Lupercalia apuesta por escritores buenos y Planeta o Mondadori no, yo desde luego no tengo la culpa. Me parece bien que cada uno se deslome por los que considera sus caballos ganadores, aunque se caigan por su propio peso. Al fin y al cabo, la pasta es de ellos, no mía. Como si queréis publicar la nueva novela de Pocholo. Me la suda. Si hay primos que la compran, felicidades. También hay gente que se come sus propios excrementos, así que ya nada me sorprende. Volviendo a Esquinas, nos encontramos con veintidós relatos que demuestran una calidad literaria y un control de los tiempos narrativos sorprendentes. Algunos son auténticas obras de arte, como El perro, en el que un padre descubre que su hija se prostituye; Dinero, en el que una chica acude a la casa de un viejo que quiere ser tratado como un bebé a cambio de pagarle una importante suma de dinero; El vestido, donde una chica se acuesta con el encargado de una tienda para poder comprarse un vestido muy caro, hecho que acarrea unas interesantes consecuencias psicológicas; y La cita, en el que un cliente invita a una prostituta a una cena romántica, tratando de dar un giro a su relación con esa mujer. Sin embargo, para que un libro de relatos sobresalga en medio del montón se necesita algo más, una historia que se lleve la palma, la activación de ese turbo que nos pega al asiento y dispare la manecilla del cuentakilómetros. Y Esquinas, por supuesto, lo tiene. El turbo se llama La negra y es una pequeña obra maestra. Una mujer octogenaria acude a un burdel para contratar los servicios de una chica negra. Su intención es llevarla a su casa para que se desnude delante del marido enfermo, quien siempre había tenido el deseo de ver a una mujer negra en cueros. Una historia aparentemente sencilla que miles de escritores podrían redactar, aunque de momento solo conozco a uno que ha conseguido llenar algo tan sencillo de humanidad, ternura, soledad y melancolía. Se llama Pepe Pereza y os aseguro que vale la pena comprar el libro solo por ese relato. Magnífico. Imposible no emocionarse, exactamente igual que cuando apoyas tu culo en el asiento de un Lotus y arrancas el motor. El león no parará de rugir y la adrenalina te llegará hasta la coronilla. Lectura imprescindible.