Esquizofrenia política

La política obliga, en ocasiones, a subordinar la coherencia a la ambición de poder y a la permanencia en el mismo. En este contexto se inscriben, sin duda alguna,  las últimas declaraciones de Antonio Basagoiti, presidente del Partido Popular en Euskadi, cuando acusa al PNV de ser el “monaguillo” de Rodríguez Zapatero. El representante vasco de la derecha, liderada en el Estado español por Mariano Rajoy, pone como ejemplos el apoyo de la formación de Iñigo Urkullu  a la subida del IVA o su aval a los Presupuestos Generales del Estado. Yo, por mi parte, incluiría también la cruzada PSOE-PP-PNV-CiU para impedir la reforma de la ley electoral, tan injusta como antidemocrática.

Lo cierto es que Antonio Basagoiti tiene razón cuando afirma que el PNV se ha convertido en el sostén de Zapatero en Madrid, pero el presidente del Partido Popular en Euskadi olvida que él, a su vez, es el socio fiel y leal de PPatxi en Ajuria Enea. Cosas de la política, dirán algunos, pero la verdad es que PNV y PSOE están enfrentados en Euskadi, pero, en cambio, son aliados en Madrid. PSOE y PP, por el contrario, son enemigos furibundos en el Estado y compañeros de viaje en nuestra Comunidad. Y aún hay más: los tres votan juntos cuando se trata de abordar la crisis económica, la reforma laboral o el recorte de prestaciones sociales.

La esquizofrenia de la política es así; el PNV respalda a Zapatero en aras de la gobernabilidad y la estabilidad, justo los mismos argumentos que emplea Basagoiti para explicar su pacto con el PPSOE en Euskadi, aunque en este caso recurre también a la tan manida lucha contra ETA, que lo mismo sirve para legitimar la unidad de acción PPSOE, que para argumentar la ilegalización de la izquierda abertzale con fines electorales o negar el derecho de la sociedad vasca a decidir su futuro en libertad. Los medios de comunicación son el ring en el que escenifican sus enfrentamientos, apelando siempre a la identidad nacional o al eje vasco-español, pero después, sin luces ni taquígrafos, PSOE, PP y PNV se ponen de acuerdo, en Madrid y en Euskadi, para salvar el capitalismo, que al fin y al cabo el dinero manda más que las ideas o el corazón.