Por Luis Schiebeler
Fue en los minutos previos a la inauguración de la Cátedra Abierta de los Pueblos Originarios de una destacada universidad del oeste de la provincia que se le presentó a quien escribe, el momento propicio para conversar con el invitado especial del evento.
Con la templanza y la sabia sencillez que lo distingue, el emblemático cantautor popular Víctor Heredia compartió algunas de sus opiniones sobre militancia y literatura, en una charla que tuvo lugar en la sala principal del rectorado. De afuera llegaban imparables murmullos de un auditorio atestado por medio millar de personas que lo aguardaban para distinguirlo por su comprometida solidaridad con las tradiciones indígenas.
Con respecto a la gira internacional que hiciste años atrás que titulaste“35 años de coherencia” recuerdo que Kevin Johansen dijo al respecto que le parecía de una “enorme presión”. ¿A qué le atribuís la indiferencia o carencia de compromiso social de los músicos durante las últimas décadas?
Te diría que es una carga que deberíamos llevar en nuestra mochila los adultos, los que hemos tenido la posibilidad durante todos estos años de dar una información distinta y adecuada a los jóvenes. Siempre se pone como por encima lo que fue mi generación con respecto a las procedentes, y en verdad, fuimos nosotros los que poco les hemos ofrecido. Mi generación recibió mucho en aquella época. Yo estudié en el Dorrego de Morón y mis profesores eran extraordinarios. Borges daba clases en la Facultad de Filosofía y Letras a la que yo concurrí también. Digo que antes no te podías sentar en un café a conversar con tus amigos si no habías leído como mínimo, veinte o treinta libros. Esto marcó un crecimiento intelectual de una generación que después lo trasladó a sus inquietudes con relación a lo que sucedía en el país, a favor de los derechos constitucionales, en contra de las distintas dictaduras que se sufrieron. Eso motivó también, unos años atrás, la revuelta laica y libre. Después vino Onganía, Lanusse y toda esa generación a la que yo pertenezco que estaba lo suficientemente intelectualizada para enfrentarse a una realidad, y en rigor, lo pagamos caro. Creo que nuestro error fue haber creído que las cosas iban a continuar mágicamente y que desde los medios de comunicación se iban a hacer cargo de los nuevos tiempos del `83 en adelante al igual que el empresariado nacional. Todos los intereses especulativos de la Argentina cerraron filas; siguieron con la misma, empeoraron la programación y fueron quitándole poco a poco a los chicos, el interés verdadero por las cosas fundamentales, que son en mi modesto entender, su crecimiento, su desarrollo, la posibilidad de insertarse desde distintos oficios o carreras universitarias en la democracia. Esto tiene que ver también con la falta de espacio laboral. Hace años atrás un chico que se recibía de ingeniero o médico era habitual tratar de solventar los gastos que le ocasionaba su carrera manejando un taxi y muchos quedaron ahí, otros se fueron a vivir a otros lugares.
Por consiguiente, yo no creo que esta generación este desentendida de lo que pasa. Está tan profundamente comprometida y son un exacto reflejo de lo que nosotros les hemos propuesto. Creo que lo que hay que cambiar son las propuestas de los medios de comunicación, convencer a los chicos de que a pesar de los nuevos métodos, los libros siguen siendo esenciales en la vida de un hombre y quizás podamos ayudarlos de alguna manera pero definitivamente no tienen culpa.
He leído que para vos, la militancia auténtica es aquella que te obliga a vivir y sentir como un ser humano. ¿Cómo le explicarías eso a un joven desilusionado de la militancia partidaria?
Mira muchos pueden creer que la militancia es enrolarse en algunos de los partidos políticos que pugnan por gobernar o manipular, como vos quieras llamarlo. Yo creo que la militancia es otra cosa. Es tener conciencia de las necesidades del barrio, de la enorme cantidad de chicos que hoy viven en la calle y también de la fé y la esperanza que uno pone en cada acto que realice a favor de esa gente. Entonces creo que sí se debe discutir y debatir políticamente no solo en la universidad sino en el trabajo, en la vida cotidiana, porque de eso se trata y tenemos que saber con quién y cómo elegir. De cualquier manera creo que hay demasiado esfuerzo pueril en el debate y poca acción en las cosas que son en verdad necesarias
¿Qué lugar ocupa la literatura en tu vida y como va tu última novela “Alguien aquí conmigo”?
Últimamente ocupa todo. Digamos que fue una asignatura pendiente que ahora después de haber hecho casi cuarenta años de carrera como músico, me atrapó de una manera que yo no me imaginaba. Y te digo que me lleva ocho o nueve horas diarias. Estoy muy entusiasmado, estoy escribiendo la quinta ya. Y bueno… presentándome a distintos concursos. Tengo la ilusión y entiéndase, que no dije la esperanza, porque sigue siendo una ilusión para cualquiera que se presente hoy en algún concurso, porque hoy están tan manipulados los concursos en general, por el negocio que propician las editoriales.
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