Revista Cultura y Ocio
El otro día, junto a una amiga, vimos a una pareja de novios haciéndose las típicas fotos de boda en un parque. El espectáculo era realmente ridículo. No me malinterpreten, la novia estaba relativamente guapa y el novio pues no se, ahí estaba el hombre, aguantando el tipo. Lo divertido de estas cosas es cuando el fotógrafo les dice, ahora pónganse como mirando al infinito, y los dos con las caritas puestas en plan sextercio, o, cójanse de la mano y mírense a los ojos mientras caminan hacia mi. De poco no se nos mata la novia entre los tacones, el vestido tipo princesa Disney y ése moño que le pesaba más que la propia cabeza.
Por suerte para ellos, los romanos no tenían que sufrir semejante humillación, porque en aquella época sólo los ricos podían acceder a este tipo de cosas, y si querían hacerles grabados, frescos o bustos, pues ya si eso se iban pasando de vez en cuando y el artista, por su bien, más le valía sacarlos absurdamente favorecidos. Pareja de romanos a los que se les ve excitadísimos por el feliz acontecimiento...
Lo de las bodas romanas tenía su gracia, sobretodo por el hecho de que muchas de las costumbres romanas han permanecido a lo largo de los años hasta llegar a los enlaces de nuestros primos, vecinos y demás. Me explico. Para empezar, era normal que los padres pactaran el enlace, sobretodo entre patricios (familias romanas nobles o con cierto nivel económico), generalmente por politiqueo, por apellido o por intereses económicos.Los plebeyos también solían hacerlo pero era más en plan, “Niña, el carnicero te conviene”. Bodas había de muchas clases, dependiendo precisamente de las mismas, así que mejor describir una boda normalita, como a la que habrán asistido cualquiera de ustedes, a no ser que estén emparentados con algún tipo de familia Real, en ese caso, pónganse en contacto conmigo vía mail. Mil gracias.Como iba diciendo, una boda normalita empezaba con el pacto entre las familias, aunque también había casos en los que se casaban por amor, pero eso era bastante raro, la verdad. Lo primero de todo eran las Esponsales, es decir, el futuro marido con su familia se presentaban en el hogar de la señorita y éste le entregaba un anillo para simbolizar su compromiso, esto se sigue estilando hoy en día, pero los anillos se entregan de rodillas, dentro de pasteles o en una cajita colgando de el collar de un perro (leí un artículo sobre eso en algún sitio, anonadada me quedé) Las mujeres tenían una dote, una cantidad de dinero que el progenitor de la misma le entregaba al marido en agradecimiento por sacársela de encima (en aquella época las mujeres eran poco más que una carga). La mujer, el día antes se despojaba de todo aquello que alejaba de la niñez. Entregaba sus juguetes y parte de sus vestidos como símbolo de su paso a la madurez, algo así como el simbolismo que implica meter billetes en los calzoncillos de un gogó el día de tu despedida de soltera en la actualidad.
La ceremonia empezaba por la mañana, la novia vestía con una túnica blanca, un cinturón de doble nudo y un velo naranja, que generalmente adornaban con una corona de flores. El novio llevaba una túnica de gala, pero sin demasiada ostentación. Ambos cónyuges pedían los auspicios de un augur, que podía ser alguien de la familia. Parece ser que hasta las peores familias tenían un augur, algo así como el cuñado graciosillo. El romano era un pueblo terriblemente supersticioso, los auspicios eran algo así como una consulta a los dioses de que el matrimonio era visto con buenos ojos, y una manera de pedir suerte. Para que éstos les concedieran el favor (algún día me extenderé sobre los dioses romanos y su “¿Qué me ofreces a cambio?”) sacrificaban un cerdo, un ternero o un buey, dependiendo del bolsillo de cada familia.A su izquierda, el augur consultando entrañas y haciendo los auspiciosUna viuda que sólo se hubiera casado una vez, la prónuba, era la encargada de coger las manos de los novios, recitar unas palabras en latín y casarlos. Durante ésa ceremonia, los novios decían, ojo, las siguientes palabras: “Ubi tu, (nombre de la pareja), Ego, (tu nombre)” que venía a ser algo como “Te tomo a ti…Yo…”Entonces se intercambiaban unos anillos de oro, o bañados en oro, que colocaban en el dedo anular de el cónyuge. Después firmaban los papeles conforme estaban casados y listo. Estoy empezando a tener dejavús constantes…Los enamorados dándose la mano con la prónuba de por medio...Pero eso no es todo. A partir de ese momento, se celebraba un convite para la familia que duraba hasta horas intempestivas, mientras que los novios se iban derechitos a casa. Pero no iban solos, por el camino, que generalmente se alumbraba con antorchas, los amigotes del novio cantaban canciones obscenas sobre la feliz pareja mientras los niños tiraban cáscaras de nuez al suelo para hacer ruido. Por suerte, lo de tirarle cosas a los novios no empezó hasta que el arroz dejó de ser un alimento preciado, porque lo de las nueces hubiera sido bastante escandaloso. Al llegar al umbral del hogar, los padrinos cogían a la novia en brazos y la metían en la casa. Volviendo a la superstición, el hecho de que la novia tropezara o entrara con el pie izquierdo sería interpretado como una señal de mala suerte y infortunio. Lo que me llama la atención es que fueran los padrinos y no el novio, supongo que sólo faltaría que el novio se tropezara con la novia en brazos, entonces sólo les quedaría la opción de pegarle fuego a la casa maldita. Alianzas romanas
Con los recién casados subían dos amigas de la novia y dos esclavas. Las esclavas le entregaban a la mujer el agua (símbolo de templanza y flexibilidad) y el fuego (símbolo de la calidez y lo hogareño). Después las amigas le quitaban a la novia el velo y el cinturón, y a partir de ahí, se les dejaba solitos en el lecho, que tampoco es plan de que lo tengan que hacer todo los demás. Como ven, la mayoría de las cosas siguen haciéndose hoy en día, y es que no hay nada como descubrir las raíces de uno, ¿verdad?
Lo que más me divierte es que desde la calle, los amigos de los novios seguían con las canciones obscenas mientras la pareja estaba en la intimidad. Toda boda tiene su amigo “liante”, es cómo lo del cuñado gracioso.