Rosie the Riveter (la “remachadora”) es un icono cultural de EE.UU. y un símbolo feminista a nivel mundial. Todos hemos visto alguna vez el poster de J. Howard Miller con el lema “We can do it”, que representó a las mujeres americanas que estuvieron trabajando en empleos totalmente nuevos para ellas durante la Segunda Guerra Mundial. El gobierno alentaba a éstas a contribuir al esfuerzo bélico desde sus hogares, lo que provocó que muchas se alistaran en las fuerzas armadas y sobre todo que realizaran labores industriales que nunca antes habían estado disponibles para ellas. Estas mujeres ayudaban, entras otras cosas, a fabricar municiones, bombarderos y otros útiles militares, sustituyendo a los hombres que solían hacerlo anteriormente.
El término “Rosie the Riveter” fue por primera vez utilizado en 1942 en una canción titulada así de Redd Evans y John Jacob Loeb. Una canción que dice así: Todo el día haga sol o llueva / Ella forma parte de la cadena de montaje / Está haciendo historia, trabajando para la victoria / Rosie la remachadora / Muy atenta a cualquier sabotaje / Sentada ahí arriba en el fuselaje / Esta pequeña delicada puede hacer más que un hombre / Rosie the Riveter / Rosie tiene un novio, Charlie / Charlie, que es un marine / Rosie protege a Charlie / Trabajando horas extra con la máquina remachadora (…)
A pesar de que “las Rosies” de aquel momento se encargaron de esos trabajos, también supuestamente tenían que retomar sus antiguas labores una vez la guerra hubiera finalizado y los hombres se hicieran cargo. La propaganda era clara y pretendía que las mujeres no esperaran aspirar a trabajos de mayores sueldos siempre. Era temporal, pero aún así muchas de ellas consiguieron seguir en estos puestos de trabajo una vez finalizada la guerra.
La mujer que inspiró el rostro de este dibujo murió el pasado mes de diciembre a los 86 años. Un periodista de United Press capturó su imagen en 1942 en una fábrica de metales en Michigan, cuando ésta sólo tenía 17 años. Una imagen que llamó la atención del artista encargado en crear estos posters “motivacionales” para las jóvenes. Lo curioso es que Geraldine Hoff Doyle, que así se llamaba, no se dio cuenta de que era ella hasta 1982, donde vio un artículo con su foto en una revista.
Un icono feminista que recuerda la incorporación de la mujer a la vida laboral en este país. Una iniciativa que en su momento fue impulsada por el gobierno simplemente para salvar la economía en este periodo complicado, pero que de alguna forma sirvió a las mujeres para darse cuenta de que sí que podían hacerlo. Tras la guerra, alcanzada cierta seguridad económica, muchas de ellas perdieron sus empleos, que fueron “devueltos” a los hombres. De hecho durante el macartismo en los cincuenta, no se hizo sino impulsar de nuevo esa limitada idea de mujer: madre y esposa. El descontento y desasosiego que experimentaron muchas mujeres en este punto constituyeron un estímulo crucial para el movimiento de liberación femenina de los años 60. “Se impide a las mujeres estadounidenses crecer hasta alcanzar su capacidad humana total“, denunciaba Betty Friedan,teórica y líder del movimiento feminista estadounidense de aquellos años, en su obra “La mística femenina”, publicada en 1963.
VANESSA PASCUAL