Esta ha sido una semana intensa donde las haya, en realidad septiembre llegó pisando fuerte y sin dejar mucho aire que respirar. Hasta el punto de vivir situaciones extremas y no tener tiempo ni a digerirlas.
La vida es una obra de teatro dentro del género de la improvisación, donde nunca sabes que personaje va a cambiar de rol, o va desaparecer de repente, o que palabras elegir para que la obra siga para adelante. Esta última semana me he dado cuenta que en un mismo día puedes vivir tantas emociones diferentes que no te dé tiempo a saborearlas o escupirlas. Pero que hay que vivirlas con intensidad y no desaprovechar ni un minuto, nunca sabes cuándo vendrá el regidor de la obra a buscarte y decirte que ya se acabó tu papel.
Esta semana me he alegrado con pequeñas cosas que en un futuro pueden ser un gran alivio y que a veces no le damos importancias.
Esta semana he vuelto a comprobar que la carne es débil, el corazón enorme y que el llanto desconsolado de mis hijos me puede mucho.
Esta semana he disfrutado de volver a ver cierta rutina y tener ganas de ella.
Esta semana me he reafirmado en todo aquello que antes de verano intenté grabarme a fuego.
Esta semana he podido compartir mi alma, mis preocupaciones y mis sentimientos, con mis amigos, que suerte la mía.
Esta semana he vuelto a comprobar que internet me gusta demasié, que le vamos a hacer.
Esta semana he escrito a la muerte y al amor.
Esta semana he dormido poco, comido mucho y bebido lo justo.
Esta semana he mirado el calendario más veces de lo normal
Esta semana me han faltado fotos, instantes y tiempo para mi cámara.
Esta semana he soñado con las estrellas, me he estrellado con una y he vuelto a levantarme.
Esta semana he querido abrazar y ahorcar a mis hijos por partes iguales, por supuesto lo segundo no lo he hecho.
Esta semana he comprobado que no tengo el don de la paciencia, pero si el de la resistencia.
Esta semana me he dado cuenta que los años pesan y que con el tiempo hay fechas que ya no se esperan con tanta ansia.
Esta semana me he dado cuenta que los bebes crecen, crecen hasta los 23 meses, que alguien pare el reloj por favor.
Esta semana, sencillamente me he dado cuenta que el sol sale cada mañana, que se guarda y que ver pasar los días es un lujo que muchas veces nos olvidamos.
*Las fotos de este post son de mi propiedad