Revista Salud y Bienestar

Esta vez, mi cáscara.

Por Lolamontalvo
Esta vez, mi cáscara.
Por una vez voy a hablar de mí... he pensado que quizá a alguien le interese o tenga curiosidad. ¡Quién sabe! No puedo hacer otra cosa, porque intento ponerme en el sitio de otros como hago habitualmente y no me sale, no puedo entrar. No puedo escribir. ¿Habré perdido la llave?Quizá alguno se habrá preguntado qué cosas son esas que hago que me impiden plasmar historias en este santo lugar que tanto bien me ha proporcionado desde el mismo instante en que un loco día decidí escribir... «por si alguien lo lee», me dije a mí misma, no muy confiada.Y entonces aparecisteis vosotros y vuestras fotos diciendo que estáis ahí. Y sonreí.
Esta soy yo...
Vivo en una ciudad que no es la que me vio nacer. Me siento orgullosa de haber nacido en el barrio de Vallecas, en Madrid, lugar largo tiempo denostado de forma injusta por ser residencia de gente trabajadora y sufriente entre los que se intercalaban maelantes de diverso pelo y adictos a sustancias tóxicas... igualicos a los que vemos todos los días en los barrios pijos y de gente bien, pero peor vestidos y casi siempre mal duchados, eso sí, potencialmente igual de peligrosos.Estudié mucho, muchísimo, gracias al esfuerzo de mi familia y a varias becas.Enfermera, quería ser enfermera y lo conseguí. Trabajé como una burra en plantas de medicina interna en las que me daba patadas en el culo con los zuecos, arriba y abajo de los pasillos, trabajo agotador, extenuante a la par que gratificante, maravilloso... Hoy día lo echo de menos. Bueno, echo de menos el trabajo en sí, no los turnos rotatorios, ni los fines de semana ni festivos malpagados... ni otras muchas cosas que no detallaré para no aburrir.Tras la carrera de Enfermería me lancé como una loca a estudiar Geografía e Historia por la UNED. Creía que necesitaba saber más... «lo hago por gusto» me decía a mí misma mientras sonreía como una imbécil sin saber que dedicaría nada más y nada menos que 17 largos años en completar cinco cursos de interminables asignaturas, algunas de ellas aburridas como una tumba.Durante ese tiempo saqué dos oposiciones, una de ellas en el IMSERSO -interesante lugar del que puede que un día me decida a hablar-, la otra en el INSALUD... que ya no existe. Me casé con un buen hombre, una bella persona, cambié de ciudad, tuve dos hijos «Pin y Pon», cambié de trabajo múltiples veces, llegando a ser docente de cursos FPO en el ayuntamiento de mi pueblo, aprobé otra oposición «la que me proporcionó el trabajo que desempeño como enfermera hoy» y la enfermedad entró en mi vida, aunque no en mi cuerpo, obligándome -obligándonos- a reestructurar toda nuestra existencia para que giremos alrededor de ella sin posibilidad alguna de escape. Así de tirana es...Un día comencé a escribir, hace 6 años ya. Comencé con un relatillo; «a ver cómo se me da», me dije insegura y avergonzada de mi atrevimiento... y terminé escribiendo una novela. Tras esa novela y quince relatillos más, alguno de los cuales me han premiado de forma harto modesta, la verdad -pero para mí son oro puro, porque no me van a premiar más-, varios incautos que me leyeron me animaron a que siguiera escribiendo. Así que he escrito dos novelas más... Mi éxito es modesto, casi inexistente, pero tengo varios 'fieles' que leen todo lo que saco y se lo beben sin que tengan, en apariencia, efectos secundarios nocivos. Quizá los verdaderos efectos de mis textos son de tipo psicológico y el que me animen a escribir más es un signo irrefutable del mal que les aqueja, del trastorno que sufren y que yo no soy capaz de ver.Además, tras la carrera de Historia, como tenía morriña y creía aburrirme, me lancé de forma inconsciente al doctorado «¡Ea, que quiero intentarlo!», me dije, con una sonrisa de gilipollas dibujada a fuego en el rostro... y con más años que la tos me sumerjo en las procelosas aguas del doctorado en la UNED «¡¡habrá mayor imbecilidad!!» en las que llevo nadando a contracorriente tres años ya. Y hoy, agarrada a una roca, agotada por el esfuerzo, esquivando los troncos enormes que el agua empuja hacia mí, me planteo abandonar y tumbarme en la orilla, dejar que el agua siga su curso y dedicarme a...
«¿A qué, Lola, hija? ¿A qué quieres dedicarte tú, alma de cántaro?»
A parte, como alguien debió pensar un día que valgo para ciertas cosas, bellas personas me pidieron mi participación en un par de webs de corte cultural en las que colaboro gustosa y modestamente desde hace algo más de un año, en una, y unos tres meses, en otra.Y por fin, para culminar este somero cuadro de mi persona, SOY AMA DE CASA... a mi pesar, en contra de mi voluntad, a regañadientes, pero lo soy. Respeto a las gentes que gustan y aman esta ocupación. No es mi caso. Este ingrato trabajo me roba demasiado tiempo y reniego de la esclavitud a la que me tiene sometida...
Esta soy yo. Esta es mi cáscara, mi envoltorio de mujer cuarentañera, edad que tengo pero no me creo, porque en mi interior no tengo edad...
-¡qué chascos me doy cuando me miro al espejo y veo esa piel ajada que se arruga cada día más!-,
...sólo ilusión por vivir, por contar historias, por comunicarme, por transmitir. Que adoro mi profesión de enfermera, que la defiendo, que la reivindico y la enarbolo allá por donde voy. Que me encanta escribir.Que adoro a mi familia, a mis hijos y a mi marido, a mis amigos... a mi vida.Soy yo... ¿me veis, me sentís?
Besos milesY, por ahora, nada más

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