
La lechuza de Minerva (Palas Atenea, en la mitología griega) es el símbolo de la sabiduría, pero, sobre todo, del poder. Su lechuza siempre ha estado posado donde se encuentra el liderazgo mundial, en el territorio de la potencia dominante del planeta. Hasta hoy estuvo sobre el Capitolio de Washington, pero los expertos creen que pronto podría instalarse en la plaza de Tien An Men, en Beijing, cuando China sea el país más poderoso del mundo.
Los expertos saben que la lechuza del poder se mueve como el sol, siempre desde Oriente hacia Occidente. Hace milenios estuvo ya en China, cuando sus viejas dinastías dominaron el mundo, pero más tarde se desplazó hasta Oriente Medio y se posó en Egipto, Media y Persia. Después se posó sobre Grecia, sobrevolando Atenas, Esparta y Macedonia. De allí pasó a Roma, siempre siguiendo el rumbo del sol, y se mantuvo en la capital del Lacio durante más de siete siglos. Cuando cayó el Imperio Romano, la lechuza revoleteó muy rápido por el mundo musulmán y por Europa, en busca de un poder estable, hasta que se posó en Bagdad, Damasco y los imperios de Carlomagno, Turquía, España, Francia e Inglaterra. Después de la Primera Guerra Mundial empezó a volar desde Londres hacia Washington, donde lleva casi un siglo sobre el Capitolio, presidiendo la hegemonía mundial norteamericana y contemplando desde muy cerca la Casa Blanca.
En torno a la lechuza de Minerva existe un intenso y apasionado debate en los principales centros de poder y de análisis de los Estados Unidos. Algunos expertos norteamericanos saben que el hombre puede retrasar el vuelo con intervenciones acertadas. Creen, por ejemplo, que la lechuza del poder mundial pudo haber permanecido mucho tiempo más en España si Felipe II hubiera invadido y derrotado a Inglaterra, cuando envió la fracasada Armada Invencible, o que pudo haber permanecido mucho más tiempo en Macedonia, si Alejandro Magno no hubiera muerto tan pronto y hubiera tenido tiempo para forjar un imperio sólido. Pero otros, más pesimistas, creen que el vuelo del pájaro es inevitable y que el tiempo del poder americano ya está pasando,
Hay decenas de centros de estudios (Think Tank) en Estados Unidos dedicados a analizar el poder mundial. Algunos de ellos dictaminaron que el coronavirus que estalló en Wuhan destrozaría la economía china y frenaría lo que parecía un irresistible ascenso de China hasta el rango de primera potencia mundial.
Pero ese vaticinio ha fallado y China ha sido de las naciones que menos han padecido el impacto del coronavirus.
De cualquier manera, los Estados Unidos reaccionaron en los últimos años para reactivar su economía y su tecnología puntera, aunque no con demasiado vigor.
Ese deseo de resurrección ha sido el principal factor que ha propiciado la elección de Donald Trump como nuevo presidente, cuyo principal mensaje electoral fue reforzar la primacía mundial norteamericana (American first) y derrotar a sus adversarios.
En el pasado, en tiempos de del presidente Kennedy, ya se produjo una vigorosa reacción de Estados Unidos, que logró recuperar rápidamente la primacía tecnológica frente a la URSS, que había asombrado al mundo colocando en órbita el primer satélite artificial y el primer astronauta.
¿Logrará reaccionar ahora y recuperar el atraso frente a China en el campo decisivo de la IA?
Francisco Rubiales