Y aquellas nubes que veía al fondo,
emborrinadas en aquellas montañas que le llenaron los ojos y el pecho,
la recibieron envolviéndola en un fresco manto de densa niebla,
encrespándole el pelo y sacándole una sonrisa.
Estaba en casa.
Y aquellas nubes que veía al fondo,
emborrinadas en aquellas montañas que le llenaron los ojos y el pecho,
la recibieron envolviéndola en un fresco manto de densa niebla,
encrespándole el pelo y sacándole una sonrisa.
Estaba en casa.