Por alguna razón imperceptible, las estaciones son sitios de un alto interés humano para todos aquellos que disfrutamos viajando. Significan el principio y el fin de nuestro recorrido, o simplemente un punto intermedio entre dos lugares que anhelamos. Ya sea por trabajo, disfrute personal o simple necesidad de transporte, aeropuertos, estaciones de tren o intercambiadores urbanos, son emplazamientos mágicos donde captar la esencia del ser humano.
© Paolo Rosa
Personalmente, cada uno de ellos encierra mecanismos secretos para ilusionarme o trasladarme mentalmente a otros lugares. Me encantan las estaciones de metro, las vías de tren o los apeaderos perdidos.
Como cada uno de estos lugares, ofrecen posibilidades distintas para entradas, me quedo en este caso con uno de mis favoritos, el metro, subterráneos submundos del subconsciente de la ciudad. Siempre que piso un aeropuerto me sube el gusanillo por la espalda del inicio de un viaje y en las estaciones de tren tengo como especie de añoranza de otros tiempos.
El metro es distinto. Es vitalidad, energía humana en estado puro y da igual que sean las 9 de la mañana en hora punta, que las 6 de la tarde de un fin de semana. Siempre hay historias que contar en sus pasillos y escaleras mecánicas.
Siempre que viajo, son pequeños detalles cotidianos los que más se graban en mi memoria. Por alguna razón que no comprendo, coger un tren en Budapest o un tranvía en Amsterdam, tienen más connotación que hacerlo cada día en mi barrio. Así que para darnos una vuelta al mundo sin movernos de casa, aquí os dejamos estaciones de metro peculiares, bocas de subway llamativas, andenes del subte sorprendentes… Lo llaméis como lo llaméis, que lo disfrutéis…
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