Nuevo estadio de Mestalla, Valencia. Arq: RFA arquitectos
Tras acudir ayer a una charla sobre el futuro estadio valenciano (arriba) con unos amigos, mantuvimos una conversación que me dio para pensar sobre este tipo de edificios. Comenzó cuando uno de ellos ponía de manifiesto lo caprichoso de la idea generatriz de la cubierta que cubrirá el recinto, la cual quiere reflejar a vista de pájaro, el plano de la capital levantina, convirtiendo cada distrito en una gran escama y el río que cruza la urbe en grandes brechas lucernarios.
¿Pero acaso es un error?, podemos suponer que semejantes instalaciones tienen tal presencia, tal importancia, que en vez de amoldarse y surgir del entorno, sin olvidar este, han de convertirse en icono del lugar en el que se ubican, por ser un reclamo capaz de atraer a decenas de miles de personas en un mismo momento. Además junto a ellos, surgen otras necesidades como aparcamientos, estaciones de metro y autobús, etc. Al margen queda que tras alcanzar un diseño más o menos atractivo, podamos seguir defendiendo que el estadio reproduce el plano de la ciudad, pues de no conocer este dato, resultará imposible descifrarlo.
Un claro ejemplo podría ser el estadio olímpico de Pekín, el cual fue diseñado en un principio a imagen de un recipiente parecido a una lámpara de aceite, característico de un periodo de la historia China, pero que tras ser presentado, la gente comenzó a compararlo más con un nido de pájaro. Los arquitectos Herzog y de Meuron, de forma muy inteligente, supieron ver esta nueva comparativa y la asimilaron como propia, alcanzando el resultado final conocido por todos. Como decía este mismo amigo, la idea inicial puede darte la clave para los primeros pasos del proyecto, pero hay que saber abandonarla cuando este toma forma y te lo exige, para ver a donde quiere ir él mismo.
Continuando con los estadios, descubrimos que en la actualidad, quizás siempre, poco se diferencian los unos de los otros. Están compuestos por dos partes bien diferenciadas: la primera son los anfiteatros, construcciones en hormigón sobre las que se sitúan las gradas, normalmente prefabricadas, junto con los núcleos de comunicación vertical. Y por otro lado, la piel que hace las veces de fachada y cubierta.
Por eso, en su periodo de construcción, nos resultará difícil diferenciar los unos de los otros. Las gradas por si solas carecen en la mayoría de los casos de la personalidad suficiente, convirtiéndose en simples estructuras que limitan su forma a la función que desempeñarán y cediendo el protagonismo a la piel, la cual si conferirá carácter al edificio.
Claros ejemplos de lo expuesto, son el estadio Olímpico de Munich y la reforma que el Barça planea para el Campo Nou con Norman Foster.
En el caso germano, el graderío aparece escavado en la tierra, queriéndose fundir con las colinas circundantes, con lo que tan solo dispone de grada y apenas una muy pequeña fachada, por lo que de no ser por la cubierta textil que cubre a parte de los espectadores, la construcción no disfrutaría del carácter presumible que la principal instalación de unos JJOO requiere.
En el caso catalán, es tal vez aun más claro. El edificio ya está construido, funciona desde hace décadas y tan solo el afán de alcanzar la mayor puntuación UEFA, que le permita acoger los mayores eventos deportivos, incita al club a esta remodelación. Para ello solo han de cubrir todas las gradas y acondicionar algún espacio específico más. Y en el concurso, en el que ganó el británico, vimos que todas las propuestas se limitaban de una u otra forma, a instalar una piel que cubriese el estadio. Este sigue siendo el mismo, pero con un vestido diferente.
Izquierda: Sección del nuevo Camp Nou, Barcelona. Arq: Norman Foster.Derecha: Estadio olímpico de Munich. Arq: Frei Paul Otto.Y es que pocas opciones más nos ofrecen este tipo de diseños. Tan solo jugar con el tamaño de las gradas, logrando un movimiento de estas en la altura de "cornisa" como en Anoeta (San Sebastián), despejar algún fondo como Soto de Moura en Braga (aunque merece caso a parte), o excavar el terreno y permitir que un parque o avenida pueda asomarse sin esperarlo al terreno de juego como diseñó Eisenman en La Coruña.Por lo demás, tan solo la inclusión de más programa, como pueda ser un hotel dentro del edificio, ha hecho variar el esquema clásico de los estadios. En Zaragoza por ejemplo, como en muchos otros casos, la necesidad de sufragar parte del presupuesto con la construcción de un hotel y oficinas que pudiesen venderse, instó a los ganadores del concurso a desdoblar uno de los fondos y crear una serie de patios que separasen ambas partes del programa, homogeneizadas de nuevo por una piel. Solo de esta forma se han logrado variaciones formales.