Puede parecer una expresión exagerada porque se aplica a los países carentes de estructuras sociales, de instituciones. Pero aquí y ahora, representantes de los tres poderes del Estado de derecho se doblegan ante vándalos organizados, guerrilleros urbanos, se pliegan a sus exigencias y negocian con ellos como si fueran una fuerza política más.
Ya ratificaba Max Weber que el Estado posee el monopolio de la violencia (cuerpos de seguridad) y es perfectamente legítimo; nadie debe alarmarse si actúan en defensa de las normas democráticamente aprobadas.
Vivimos confundidos y algunos lo tienen cada día más claro. Generalizan el Gamonal y ahora, además, ya tienen a quien votar.