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Estado, Poder y Amor.

Publicado el 21 diciembre 2016 por Matapuces
Estado, Poder y Amor.



El amor no implica ser benevolente o tolerante sino más bien ser justo con el prójimo. En el equilibrio y en la igualdad radica el amor.

El Poder se sirve de los distintos grados de dominación para engañar a la población a través de los regímenes totalitarios (dictaduras) y parlamentarios (democracias parlamentarias o partitocracias) fundados en el Capitalismo, que sólo difieren en los diferentes tipos de libertades y grados de las mismas que otorgan o no al ciudadano y al grupo como: la libertad de expresión, la libertad sexual, la libertad económica, la libertad política, la libertad religiosa y la libertad filosófica, sin embargo los dos persiguen un mismo fin, el Poder para gobernar a la sociedad.


Todo Estado ya sea en su versión socialista o capitalista es autoritario y por lo tanto tirano con el ciudadano al que convierte en su súbdito. El carácter divino del Estado surge de la nación que se identifica con una cultura, con unas tradiciones y con unas costumbres arraigadas a un país concreto. La sacralización del Estado-nación se lleva a cabo cuando el ciudadano toma conciencia de su pertenencia a la nación, a la que le debe respeto y obediencia. Como la obediencia es un estado de sumisión, el ciudadano ya deja de ser individuo al estar dirigido y bajo control de una Autoridad-Dios que se revela superior. La obediencia es un acto de impotencia hacia una fuerza divina que ha creado él mismo para poder sentirse seguro espiritualmente y materialmente y que inexorablemente lo arrastra sin resistencia alguna a la destrucción permanente.
Quien hace uso de la fuerza y la violencia utiliza el Poder, quien intenta convencer acaba adoctrinando, quien crea conciencia rompe con el Poder y el adoctrinamiento de la Autoridad para emancipar al individuo y a la sociedad.

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