Estados idiotas.

Siempre he mantenido que en asuntos de política internacional los norteamericanos son bastante tontitos y a pesar de disponer de inmensos recursos de servicios de inteligencia e información meten la pata con mucha frecuencia.

Lo del bombardeo del hospital en Kunduz, en Afganistán no tiene explicación a menos que se tengan en cuenta dos características de los norteamericanos, la primera es que, como en las películas del Oeste, desenfundan rápido ante la más mínima amenaza. Entre ellos es muy apreciada la reacción rápida, inmediata, ante cualquier problema aunque la velocidad de decisión provoque frecuentemente errores. La segunda es que al desplazarse fuera de su país siguen actuando como en su casa y analizan las situaciones y las personas como si todavía estuviesen en Oklahoma. Su adaptación a las características de todo tipo de la zona donde se encuentran y sus habitantes es ínfima, y acaban otorgando su confianza a aquel de los locales que mejor entiende e interpreta el American Way de hacer las cosas. Por supuesto que hay muchas excepciones a estas dos características, pero en una gran organización como es el ejército la mayoría actúa de esta forma.

Estoy convencido que el bombardeo del hospital se originó en los propios talibanes que inventaron una historia que alguien que tiene la confianza de los militares norteamericanos se encargó de hacerles llegar, y estos sin hacer averiguación previa alguna desenfundaron, con el agravante que tratándose del hospital de una ONG europea la comprobación habría sido relativamente fácil. Lo curioso del caso es que esta táctica se ha usado cientos de veces para engañar a los norteamericanos y todavía siguen cayendo en la trampa. En la guerra del Vietnam el Vietkong la utilizó como estrategia de desgaste para provocar cientos de ataques inútiles en que solo quedó destruida una porción de selva, ocasionalmente algunos civiles y a veces incluso efectivos de unidades del mismo ejercito USA.

En general los occidentales no actúan con demasiada inteligencia en el conflicto de Oriente Medio. Las fuertes críticas recibidas por los rusos por afirmar que bombardeaban el Estado Islámico cuando en realidad también bombardean a los grupos opositores son absurdas. El conflicto sirio es entre chiitas y sunitas y nunca se acabará mientras ambas partes dispongan de armas y resulta que los que critican son los mismos que hace menos de dos años levantaron el embargo de armas a los contendientes demostrando una empanada mental de cuidado.

En la zona no se puede pretender, como hace Obama, establecer una democracia parlamentaria una vez se haya acabado con Assad, porque ese régimen democrático duraría solo unos pocos meses para ser sustituido por una dictadura probablemente islámica. De la misma manera que el régimen político en los países occidentales es la democracia parlamentaria, en aquella zona del mundo la mayor parte de países funcionan con regímenes dictatoriales. En Iraq había un dictador tiránico y medio loco que los norteamericanos eliminaron sin razón porque no había participado para nada en el 11-S, y ahora más de la mitad de Iraq está en manos del Estado Islámico y en el resto un gobierno escogido democráticamente no manda ni en su comunidad de vecinos y los terroristas campan a sus anchas. Algo parecido ocurrió en Libia, en Egipto los militares impusieron su dictadura impidiendo la creciente dictadura islámica de los “moderados” Hermanos Musulmanes y si en Siria algún día consiguen acabar con Assad el resultado será el mismo que en Libia.

Y para seguir haciendo gala de su idiotez los occidentales han aumentado todavía más el apoyo a Erdogan en Turquía, incluyendo esta vez cifras muy sustanciales de ayuda financiera, todo porque dos aviones rusos volaron unos segundos por su espacio aéreo. Por lo visto los occidentales todavía no se han enterado de que el “moderado” Erdogán no está atacando al Estado Islámico sino a los kurdos que son los que han obtenido mejores resultados luchando contra la barbarie islámica.