Al estilo del gran genio de la literatura latinoamericana Gabriel García Márquez, la impugnación del juez federal de Texas Andrew S. Hanen a las acciones ejecutivas migratorias del presidente Barack Obama es la última fase de la “crónica de una muerte anunciada”.
A la tragedia política de la cuestión migratoria ahora se le unió un juez federal, cuyo intento real no es precisamente detener la orden presidencial, el cual facilitaría la regularización de más de cuatro millones de inmigrantes indocumentados, sino para alargar la agonía del Tea Party y otras facciones radicales del Partido Republicano.
El juez Hansen no impugnó directamente la constitucionalidad de la acción del Presidente, sino que, a la manera de un niño huraño que no le gusta perder su golosina, insistió que existen suficientes elementos como para contener el proyecto del Presidente y permitir que esta contienda políticas cambie de escenario y se resuelva en los paraninfos jurídicos.
Aparentemente para Hansen los “elementos” que hacer referencia son las demandas que impulsaron 26 estados contra la acción migratoria del Ejecutivo. Recordemos el presidente Obama firmó estas órdenes en noviembre del año pasado y era precisamente esta semana cuando se iba a dar inicio a los primeros pasos del proceso de regularización.
La Casa Blanca inmediatamente manifestó que va a apelar el fallo del juez Hanen. Por consiguiente, lo más probable es que va a ser discutido y dilucidado en la Corte Federal de Apelaciones del 5to Circuito. Esta Corte de Apelaciones seguramente le va a dar la razón al Presidente.
Después de todo, las Acciones Ejecutivas están suscritas en la Constitución de la República y hacen parte de los controles y balances del gobierno. Es decir, ante cualquier irracionalidad del Legislativo o Judicial, el Presidente tiene la potestad constitucional de hacer uso de estos poderes.
Sin embargo, lo que se decida en la Corte Federal de Apelaciones del 5to Circuito no será la última palabra sobre este caso. Si el Presidente gana en esta corte, los republicanos seguramente apelarán a la Corte Suprema de Justicia para tratar de revertir la decisión. Lo mismo sucedería con el Ejecutivo, en caso de que perdiera.
Lamentablemente para los republicanos, particularmente para su ala más radicalizada, la cuestión de las Acciones Ejecutivas es tan clara como el agua. Los magistrados de la Corte Suprema de Justicia no tienen argumentos reales para determinar o decidir en contra de las órdenes del Presidente. A la Corte no les corresponde quitarle este poder al Presidente, sino, paradójicamente, al Legislativo (Congreso).
Así, los republicanos, en medio de la agonía y en un acto de desesperación, se pusieron la “soga al cuello”. Es simplemente cuestión de tiempo para que más de cuatro millones de personas indocumentadas finalmente puedan respirar “aire libre” en Estados Unidos, sin necesidad de pensar en los fantasmas de la deportación.
Cuando la Corte Suprema de Justicia dictamine a favor de Presidente la mecha que da vida a los radicales del Partido Republicanos finalmente se disipará y dejará de iluminar. Entonces será su anochecer y su despedida del cuadrilátero político.
Por su parte el Presidente Obama ya sabe lo que va a ocurrir. “La ley está de nuestro lado y la historia está de nuestro lado”, manifestó. [email protected] Colaboración especial para LatinPress®. http://www.latinpress.es
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